Si en el siglo XVII El Quijote y las obras de Shakespeare fueron las mas importantes en la literatura europea, en el siglo XVI sobresalieron las de Antonio de Guevara.
El Antiguo Testamento da cabida a libros y textos de procedencia histórica y teológica diversa pero que están en relación y diálogo unos con otros. El proyecto de una historia literaria del Antiguo Testamento pretende reunir, desde una perspectiva histórico-crítica, distintas disciplinas de los estudios veterotestamentarios, prestando especial atención a la exégesis intrabíblica y situando las discusiones teológicas del Antiguo Testamento en sus contextos históricos. El entramado de la historia literaria aquí propuesta se desarrolla en tres niveles: las épocas históricas, los diversos ámbitos literarios, y las posiciones y obras literarias concretas.
Los textos escritos han marcado la evolución de la historia: son los códigos que definen la identidad de los pueblos y la forma en que los seres humanos organizan sus vidas. Martin Puchner, profesor de la Universidad de Harvard, sigue su evolución en el tiempo, de Gilgamesh a Harry Potter, y analiza la génesis de las grandes obras: la transcripción de la Ilíada que Alejandro Magno llevaba en sus conquistas, la fijación de la Biblia y de los textos de Buda, Jesús, Confucio o Sócrates, la aparición en Japón de la primera gran novela, Genji, escrita por una mujer, y la renovación del género por Cervantes? Puchner viaja además a sus escenarios originales: al sur del Sahara donde aún se recita la epopeya de Sunjata o a la selva lacandona en que viven los zapatistas, herederos de la cultura maya del Popol Vuh. Su libro nos ofrece una visión nueva y enriquecedora de la historia de la cultura y nos enseña cuán grande ha sido y aún es el poder de las historias.
La carta confesional, escamada de intimidad, es un acto de destape: escribir en ese trance es desnudarse ante quien va a leer la declaración, la exigencia, el amor a fl or de piel, el desafecto a veces. A través de las misivas se conoce profundamente al corresponsal, tal vez no hay manera de conocerlo mejor. Con este completo corpus de cartas y notas privadas del poeta Miguel Hernández (Orihuela,1910-Alicante,1942), podemos conocer mejor la personalidad ejemplar y las inquietudes de un escritor modélico y comprometido en una época turbulenta de España. Tanto en sus cartas como en el diario íntimo que es Cancionero y romancero de ausencias, Hernández muestra su profundo calado humano: magnifi ca lo pequeño, convierte lo cotidiano y lo aparentemente menudo en un regalo, como el Neruda de las odas elementales, como el Machado del olmo viejo: «Olmo, quiero anotar en mi cartera / la gracia de tu rama verdecida», escribió el sevillano. Anotar: escribir para no olvidar; porque ¡la memoria es vida! «Escribir cartas signifi ca desnudarse ante los fantasmas, que lo esperan ávidamente. Los besos por escrito ?confesaba Kafka a su gran amor, Milena Jesenská? no llegan a su destino: se los beben por el camino los fantasmas». A pesar de todo, Miguel, nuestro poeta, pedía a su amada Josefi na «...mándame... besos y cartas»; porque la carta era alimento para seguir con vida, y terminaba muchos de sus escritos, casi furtivos, con un epitafio pidiendo paz, amor y libertad: «Se ruega que no rompan ni interrumpan esta nota por la ne cesidad de que llegue a su destino».
Desde 1917 hasta 2017, cien años en más de cien libros que tratan sobre el Gulag y los asesinatos cometidos en la URSS, en los países del Telón de Acero (Rumanía, Polonia, Checoslovaquia, Albania..) y en otras geografías de la barbarie como China, Camboya o Corea del Norte.