Ir al contenidoEstudios literarios: clásicos, primitivos y medievales
Rescata una leyenda medieval de fecha imprecisa, ss. XII-XIII, que bien pudo ser motivo de un cantar de gesta que, a su vez, originó una novela caballeresca muy difundida en los ss. XVI y XVII. Edición con amplio aparato crítico.
En este volumen de homenaje al profesor Fernández Corte hemos recogido algunos de sus artículos inéditos y una mínima parte de las conferencias que pronunció a lo largo de su dilatada trayectoria académica. Somos conscientes de que en el paso de la comunicación oral a la escrita se producen pérdidas; sobre todo se pierde la capacidad que siempre ha tenido José Carlos Fernández Corte para cautivar a sus oyentes con la palabra: permanece la "inventio" y la "dispositio", pero no su "eloquentia", el impacto inmediato de las palabras, de los tonos y matices que llevan al auditorio al deleite, la admiración, la sorpresa o la risa. Como decía Cicerón: "Is est enim eloquens, qui et humilia subtiliter et alta graviter et mediocria temperate potest dicere" (Orator 100). En gran medida esa riqueza de registros ha desaparecido en el nuevo formato y también sus efectos. Hemos ganado a cambio la permanencia de los mensajes que transmiten sus palabras, con su inagotable caudal de conocimientos y sugerencias, y también que lleguen a quienes no tuvieron la ocasión o la oportunidad de asistir a los actos o cursos en los que aquellas fueron pronunciadas.
Andrés el Capellán escribió a finales del siglo XII este tratado titulado De amore, que supone una puesta al día del Arte de amar y los Remedios contra el amor de Ovidio, pero que constituye la base de una nueva manera de ver las relaciones amorosas: el amor cortés. Esta percepción se extendió adoptando diversas formas literarias en las grandes cortes feudales, como las que cita Andrés: la de la reina Leonor de Inglaterra, la de la condesa de Champaña, la de la condesa de Flandes, la de la vizcondesa de Ermengarda, las cuales representaron los ámbitos donde mayor desarrollo alcanzó el código del amor cortés. No obstante, este también encontró su asiento en las escuelas catedralicias, en las universidades y en otros círculos cultos, a juzgar por la condena que recibió la obra ya el año 1277 del obispo de París, Étienne Tempier, quien dejó constancia de su lectura y comentario en la Facultad de Artes de París. Por todo ello, esta obra es indispensable para comprender cualquiera de las manifestaciones de la literatura del amor cortés, que en diversas formas, incluso para negarlo, persistió en la literatura eur
A lo largo del milenio que separa el final de la Antigüedad del Renacimiento, la autoridad de Boecio fue tal que sólo podía compararse con la de Aristóteles y Agustín de Hipona. Esta celebridad se debió, sobre todo, a su última obra, el Consuelo de la filosofía, escrita mientras aguardaba su ejecución en la cárcel de Pavía, que lo elevó a la categoría de sabio ejemplar. El texto no sólo muestra lo que la filosofía puede ofrecer al individuo en términos mo- rales, sino que es además un extraordinario compendio de las doctrinas de los filósofos clásicosPlatón, Aristóteles, Séneca, Virgilio, Horacio, Cicerón, Ovidio, Plutarco y Juvenalpara quienes la sabiduría consistía en llevar una vida bondadosa, digna y respetable. Una obra cuyo influjo perduró, más allá de la filosofía, en las obras de grandes literatos como Chaucer, Boccaccio y Dante.