El conde-duque de Olivares, privado de Felipe IV entre 1621 y 1643, asumió el gobierno de la Monarquía con un ambicioso ?aunque en buena parte fallido? programa de reformas políticas y no menos grandes designios para dar cohesión a los reinos peninsulares en la recuperación de la supremacía española en Europa. Su impronta personal quedó también marcada en las artes y en las letras de su tiempo, gracias a un calculado manejo de todos los resortes de patrocinio al alcance de su poder supremo. Así lo ponen de manifiesto los veintitrés ensayos recogidos en este libro, abarcando distintas facetas de la enorme máquina de propaganda que Olivares puso al servicio de su propia imagen y de la exaltación del monarca. Al indagar sobre el propósito y significado cultural de la «Biblioteca selecta» de don Gaspar de Guzmán, este volumen aborda naturalmente una reflexión más amplia en torno a las siempre controvertidas relaciones entre el poder y el saber. La bibliofilia, las bibliotecas y el comercio del libro en el siglo XVII forman el contexto común de una serie de episodios que revelan las intrigas de las camarillas cortesanas y los mecanismos secretos del mecenazgo literario, así como las formas de reclutar plumas mercenarias y las servidumbres más o menos declaradas de Góngora, Quevedo y otros hombres de letras adeptos o contrarios al régimen del conde-duque. Las valiosas aportaciones de este panorama de varia erudición son fruto de un equipo internacional de especialistas en la historia, el arte y la literatura del Siglo de Oro, cuyos trabajos fueron presentados y discutidos en un encuentro en la Fundación Lázaro Galdiano de Madrid en 2009.
Estudio comparado de los personajes de ambas piezas que indaga cómo funciona la representación de la libertad, núcleo del conflicto dramático de las dos, a la vez que aborda el problema de la reescritura de la historia.
¿Cómo leer un texto que no existe, representar una obra cuyo manuscrito se perdió y de la que no se sabe con certeza quién fue su autor? Éste es el enigma que plantea Cardenio una obra representada en Inglaterra por primera vez en 1612 o 1613 y atribuida, cuarenta años más tarde, a Shakespeare (y Fletcher)-. Tiene como trama una novela inserta en Don Quijote, obra que circuló en los grandes países europeos, donde fue traducida y adaptada para el teatro; en Inglaterra, la novela de Cervantes era conocida y citada aun antes de ser traducida en 1612 y de inspirar Cardenio. Pero este enigma tiene otros desafíos. Era un tiempo en el que, principalmente gra-cias a la invención de la imprenta, los discursos proliferaban; el temor de su exceso a menudo conducía a enrarecerlos. No todos los escritos tenían la vocación de subsistir y, en particular, las obras de teatro que, muy a menudo, no eran impresas (el género, situado en lo más bajo de la jerarquía literaria, se adaptaba muy bien a la existencia efímera de las obras). Sin embargo, cuando un autor se había vuelto famoso, la búsqueda del archivo inspiraba la invención de reliquias textuales, la restauración de restos estropeados por el tiempo, la corrección, además, de faltas y, a veces, la fabricación de falsificaciones. Fue lo que sucedió con Cardenio en el siglo XVIII. Volver a delinear la historia de esta obra conduce, entonces, a interrogarse sobre lo que fue, en el pasado, el estatuto de las obras hoy juzgadas canónicas. El lector redescubrirá aquí la maleabilidad de los textos, transformados por su traducciones y sus adaptaciones; sus migraciones de un género al otro; las significaciones sucesivas que construyeron sus diferentes públicos. Para muchos de sus lectores, Don Quijote fue, durante mucho tiempo, un repertorio de novelas, buenas para publicar por separado o para llevar a la escena, a costa de la coherencia de las aventuras del héroe epónimo, y Shakespeare, un dramaturgo que, de acuerdo con el modelo de muchos de sus colegas, escribía en colaboración, reciclaba historias de otros escritores, algunas de cuyas obras no encontraron editor. Así, gracias a Roger Chartier, se explica el misterio de una obra sin texto pero no sin autor.
L. G. Egido (Salamanca, 1928) empezó su carrera literaria a los sesenta y cinco años y nunca se presentó a ningún Premio. Pero le han concedido varios, entre ellos el Premio Nacional de la Crítica, 1995, por su novela El corazón inmóvil, que el mismo año fue finalista del Premio Nacional de Literatura, el Premio Ciutat de Barcelona y el Premio Elle; Premio de las Letras de Castilla y de León, 2004, por toda su obra; el año 2003 le habían galardonado con el Premio de la Crítica del Instituto de la Lengua de Castilla y León, por La piel del tiempo. Anteriormente, le habían dado el Premio Miguel Delibes, 1993, por su primera novela, El cuarzo rojo de Salamanca, y en el 2009 le fue otorgado el Premio Villalar, de novela histórica, por su obra Los túneles del paraíso. Todas estas obras fueron editadas por Tusquets Editores. Con motivo del IV Centenario del Quijote, publicó dos ensayos, La razón de la sinrazón y La sinrazón de la razón, Editorial Visor. A caballo entre el reportaje, el ensayo, la poesía, la ficción, la autobiografía y la denuncia, este libro intenta alcanzar lo que la crítica literaria llama la literatura total, que, más allá de los géneros y desde una finalidad estrictamente literaria, ofrece una plural mirada sobre la sociedad y la historia contemporáneas y sobre un hombre actual y sus circunstancias personales, tanto biológicas y económicas como morales y sentimentales. Esta panorámica, crítica y reveladora, tiene su hilo conductor en una jornada cualquiera vivida por un hombre de la calle, con inquietudes intelectuales y óptica original, que, a través de las anécdotas cotidianas, despertarse, ducharse, desayunar, trabajar, pasear, leer, evocar el pasado, recordar a los amigos, componer un cuadro de afinidades y rechazos y ensayar la óptica de la libertad, es al mismo tiempo, un autorretrato del autor y una declaración de principios morales, en defensa del individuo y del yo precario, amenazado por la sociedad de consumo y la globalización mercantil todopoderosa y omnipresente. Una llamada de optimismo y una invitación a la resistencia frente a los poderes fácticos y sus telones de humo.
En este ensayo sobre 'La vida airada en la Edad de Oro', el lector verá retratos de pícaros y rufianes, alcahuetas y prostitutas, que bien pudieron ser semejantes a los reales, aunque la materia se tome de los textos literarios. Por ello, personajes al margen de la ley, delincuentes con su carga de miseria, crueldad y dolor, se convierten en figuras de un friso cómico, apasionante y muy divertido. Se mezclan, pues, en las páginas de este libro, lo licencioso, lo atrevido, lo erótico, lo escatológico, lo mezquino y lo miserable; en suma, todo aquello de lo que no se habla en las crónicas de la historia. Pero, como dijo Terencio, el gran cómico latino, «nada humano me es ajeno»; y esta parcela de la realidad merece también un lugar en aquellas, sobre todo cuando es contada con la maestría de nuestros grandes escritores. Ellos fueron los que situaron en el imaginario universal de los españoles a los pícaros, y los que alzaron a prototipo humano a la Celestina. Si el lector tiene curiosidad por saber cómo lo lograron, abra las páginas de este libro; va a divertirse al mismo tiempo que aprende: se encontrará con prostitutas y pícaros, verá a tahúres en acción, aprenderá palabras de germanía, entrará en casas de alcahuetas, en mancebías, cárceles y patios de Monipodio, se enterará de estafas y aprenderá a distinguir a los rufianes.
Con la finalidad de revisar y actualizar los estudios sobre las obras que el insigne literato extremeño Vicente García de la Huerta (Zafra, 1734-Madrid, 1787) legó a la posteridad, se ha elaborado este volumen colectivo sobre su figura y su producción literaria, de acuerdo con su perfil como un auténtico autor polifacético y polimórfico, como literato, y, en el sentido dieciochesco, como hombre de letras, que supo cultivar géneros variados, tales como la poesía, el teatro, la erudición, la historiografía, o los textos de polémica, aspectos que se tratan en las seis secciones que lo componen, con una exhaustiva y actualizada bibliografía de y sobre Huerta como cierre. En esta veintena de trabajos a cargo de principales especialistas en el estudio de la Ilustración española hay aportaciones sobre partes de la producción del escritor dieciochesco menos tratadas como los Retratos de los Reyes de España o la Bibliotheca Militar Española, y también nuevas lecturas de obras muy conocidas, como Raquel o el poema mitológico Endimión. El conjunto ofrece la más ambiciosa actualización de los estudios sobre García de la Huerta desde la publicación de las conclusiones del simposio internacional celebrado en 1987 y organizado también por la Universidad de Extremadura.
«El Cuaderno que ahora presentamos ha nacido de la lectura apasionada de algunos 'desocupados lectores' que se han dejado interpelar por los personajes cervantinos, que han dialogado con ellos, se han puesto en su carne y han hecho suya la aventura de la caballería. Este Cuaderno quiere ser una sencilla invitación a la lectura de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Ahora bien, una lectura de mente cristiana, dejando una muestra de la belleza que cualquier lector atento y ávido puede encontrar entre las páginas de esta obra maestra de la literatura universal».
La importancia y significación de los estudios y ensayos de Antonio Rodríguez-Moñino siguen teniendo una importancia capital en el panorama actual de la literatura hispánica de los Siglos de Oro. Se reúnen en este libro cinco de sus trabajos más valiosos, que representaron una aportación de primer orden en la crítica literaria y bibliográfica sobre la cultura áurea española. La noticia y la edición de un manuscrito inédito del Amadís de Gaula (1957), cambió radicalmente la historia literaria del texto; su famosísima conferencia sobre la Construcción crítica y realidad histórica en la poesía española del los siglos XVI y XVII (1965), revolucionó los estudios sobre las transmisión literaria de los grandes poetas áureos; su mítico discurso de ingreso en la Real Academia Española sobre la Poesía y cancioneros (1968), aportó un recorrido bibliográfico inédito sobre la difusión de la lírica; la Introducción al novedoso Diccionario bibliográfico de pliegos sueltos poéticos del siglo XVI (1970), descubrió un territorio poético desconocido de la literatura poética popular y, por fin, un artículo sobre un ignorado autor colonial, Martín de León (1968), añadía otro nombre a la importante lírica indiana del Siglo de Oro. Todos los trabajos ahora publicados aparecieron en prestigiosas revistas profesionales (Boletín de la Real Academia Española, Papeles de Son Armandans), o en editoriales de reconocido prestigio (Castalia, Real Academia Española). La vigencia de sus aportaciones eruditas y bibliográficas, su metodología de trabajo y la significación crítica de sus trabajos permiten comprobar inequívocamente la actualidad de los estudios de Antonio Rodríguez-Moñino, escritos en la prosa inigualable del maestro que es para todos sus lectores.
À une époque où toutes les pièces étaient normalement désignées par une étiquette hypergénérique, celle de comedia, Lope de Vega (1562-1635) a écrit six pièces qu'il a appelées tragedias et une trentaine de tragicomedias. Or la tragédie en Espagne était peu représentée hors du cadre des théâtres commerciaux, les corrales de comedias. Dans ces conditions, comment une idée de la tragédie suffisamment consistante pour être mobilisée dans les mécanismes de composition et de réception du théâtre de Lope a-t-elle pu se former ?
La sinrazón de la razón ofrece una lectura moderna del Quijote, basada en la hipótesis de que su tuna es la exposición y exaltación de un yo, señero y cerrero, excepcional y único, original hasta la extrañeza y la locura, rodea - do y atacado por una sociedad beligerante, que trata de contradecirlo, negarlo y anularlo, hasta conseguir devolverlo al redil de la conformidad y de la normalidad mostrenca e irrelevante, al nivel de la tradición y del común de los mortales. Esta idea básica se ve confirmada y reafirmada por las numerosas historias confluyentes que rodean la historia principal y que amplían la defensa de la individualidad voluntariosa, fundamentalmente femenina, que se esfuerza por deshacer los prejuicios sociales sobre la condición de la mujer, históricamente determinada, con lo que se subraya la pureza del yo, frente a los otros, simbolizada por los personajes masculinos. Todo esto teñido por una fuerte dosis de autobiografismo del autor y una profunda crítica social. Luciano G. Egido (Salamanca, 1928), doctor en Filosofía y Letras, con una Tesis sobre Gracián, inició su carrera literaria a los sesenta y cinco años, después de haber sido profesor universitario, crítico de cine y articulista y haber publicado dos ensayos, Salamanca, la gran metáfora de Unamuno y Agonizar en Salamanca. Ha publicado cinco novelas, entre ellas, El cuarzo rojo de Salamanca (1993), Premio Miguel Delibes; El corazón inmóvil (1995), Premio Nacional de la Crítica; Los túneles del paraíso (2009), Premio Villalar de Novela Histórica. En 2004 le fue concedido el Premio de las Letras de Castilla y León.
Cet ouvrage présente l'analyse formelle et structurelle de la presse culturelle espagnole au cours de son premier siècle d'existence. Il retrace l'évolution que connaît celle-ci de 1737 à 1808 et établit la part d'originalité dont elle fait preuve, à la fois comme pratique sociale et comme genre littéraire. Sont ainsi considérés le rapport de la presse au temps et à l'objet journal, son système énonciatif, les modalités d'écriture, les objectifs des journalistes et la logique interne qui en découle.
La idea de un Barroco no visible a primera vista, constituye el punto de partida del análisis de un fenómeno de la latencia en la literatura hispanoamericana del siglo XX (Pablo Palacio, Juan Carlos Onetti, Jorge Luis Borges, José Lezama Lima).