Qué pasó con la enseñanza. Elogio y vindicación del profesor son las memorias razonadas de una profesora de enseñanza secundaria que ha ejercido durante más de treinta años en el sistema público. En ellas se relata y se analiza una experiencia personal, pero también las de numerosísimos profesores que, satisfechos de haber elegido este oficio y habiendo aspirado a un sistema público gratuito y de calidad, han visto defraudadas sus expectativas y malogrados sus esfuerzos. Ese esfuerzo necesario pero no suficiente- de los profesores es lo que aquí se expone, se narra, se elogia y se defiende. Y, en definitiva, se reivindica lo que, según cualquier perspectiva que se pretenda razonable, ha de ser la figura del profesor. El relato varía entre la evocación risueña, el juicio irónico y cierta melancolía inevitable. Al final, se da la bienvenida a los profesores jóvenes y se hacen votos por que en un futuro no lejano veamos instaurarse un sistema público que verdaderamente ponga la enseñanza gratuita y de calidad al alcance de todos.
Las lecciones sobre pedagogía recogidas en este volumen fueron dictadas por Georg Simmel en el Jardín de Botánica de la Universidad de Estrasburgo, convertida ésta en un improvisado hospital de campaña, en plena guerra mundial, en el invierno de 1915-1916. En este contexto histórico de barbarie y crueldad, Simmel desplegó ante un reducido auditorio de estudiantes, con pasión y genialidad, una faceta de su poliédrico pensamiento poco conocida hasta ahora en lengua castellana: la educación entendida como vida. Una pedagogía a la vez práctica y vitalista, concebida para tener efectos sobre la praxis docente concreta y sobre las formas en que en la vida aprendemos y enseñamos; una educación que privilegie la formación del ser humano completo y que potencie las condiciones creativas y culturales tanto de los docentes como de los alumnos en su común y solidario proceso de formación y autoformación a lo largo de la existencia; una paideia, en definitiva, que es vida en tanto inquietud, en tanto curiosidad por lo nuevo, por lo aún nunca visto ni escuchado ni pensado, y por tanto siempre interrogación y búsqueda de nuevos horizontes: un momento de dicha, un instante de eternidad en el proceso de enseñar y aprender. Arte más que ciencia.
Las competencias básicas se han incorporado al currículum de la educación obligatoria desde el año 2006, en base a las propuesta del programa DeSeCo y del Consejo de Europa. El nuevo planteamiento supone la necesidad de reelaborar los currículos en los centros docentes, al igual que la forma de trabajo del profesorado, para garantizar el logro de las citadas competencias por parte del alumnado comprendido en las etapas educativas afectadas. Esta obra se desarrolla en cuatro capítulos. Los dos primeros (Competencias y currículum educativo y Las competencias básicas) abordan la conceptualización de las competencias básicas, describiendo cada una de ellas y relacionándolas con las actuales áreas y materias curriculares. El tercero y el cuarto (Evaluación de las competencias básicas y Estrategias para la evaluación de competencias básicas) presentan un modelo para su evaluación que contribuye, igualmente, a su consecución global, y que se formaliza mediante el trabajo colaborativo del profesorado, eje sobre el cual se llega a acuerdos comunes en cuanto a los indicadores de evaluación de las competencias y al modo de abordar todas desde el conjunto del currículum.
Las páginas de esta obra son reflexión elemental sobre una tarea sagrada, pero casi insoluble. ¿Quién nos prepara para ser humanos? Ser hoy profesor, educador a la vez que docente, es un quehacer técnico y una vocación personal. Formar, educar, orientar y enseñar reclaman una preparación rigurosa que, sin embargo, en el momento de ponerla en juego, deja al educador remitido a su perspicacia, creatividad y bondad, porque el sujeto ante el que se está, con su inteligencia viva y su libertad activa, es siempre un enigma, con acciones y reacciones insospechables. Cada uno de los capítulos de esta obra ofrece variaciones sobre el mismo tema: la educación y los educadores. Solo pretende describir algunos rasgos de nuestra situación cultural y moral, ofreciendo algunas ideas para que, en medio de las dificultades, quienes son educadores realicen con gozo su vocación a la altura de las exigencias internas y de la conciencia histórica, sin sucumbir al desánimo que amenaza esa profesión, la más frágil, pero a la vez la más bella: colaborar con el Dios creador en el surgir de un ser humano y en el crecer a "su imagen y semejanza".
En este libro se aborda el controvertido problema del papel de la educación en el contexto de la economía global, observando la situación escolar de los adolescentes desde ángulos diversos y explorando las condiciones sociales, políticas y mediáticas que envuelven el espacio educativo. Se trata de la experiencia vital e intelectual tejida en torno a este fenómeno, a lo largo de más de veinticinco años de docencia de la autora.
La especie humana tiene grandes potenciales aún no desarrollados, lo que queda patente en el abismo que hay entre nuestros más preciados valores éticos y la barbarie moral real en la que convivimos día a día. También nuestras capacidades intelectuales las empleamos sólo en una mínima parte, como muestran las investigaciones sobre el cerebro. Por tanto, no estamos al final sino al principio de un largo proceso de convertirnos en seres verdaderamente humanos y de hacer de nuestras prácticas de convivencia una auténtica civilización global. Para poder avanzar en la creciente complejidad de nuestro mundo y no perder de vista nuestro proyecto de futuro, Edgar Morin propone su «mapa» del pensamiento complejo. Su estructura multidireccional y polifacética permite captar la realidad y orientarse pese a sus cambios constantes, pero bajo la condición de aceptar que hoy ya no se puede aspirar a verdades o sistemas acabados. El pensamiento complejo puede romper con los antiguos esquemas mentales que guían nuestra visión limitada y egocéntrica del mundo. Nos permitirá desarrollar nuevas políticas globales basadas en el pleno respeto por la diversidad, para avanzar hacia una coexistencia futura nueva y, finalmente, humana.
La educación se ve afectada por crisis periódicas, que se han hecho casi permanentes. Por ello se habla de continuo, y en la mayoría de los países, de reformas educativas, debido a que los sistemas educativos no responden a parte de las necesidades sociales confesadas. Esto se debe, en buena medida, a que los fines que se atribuyen explícitamente a la educación no se corresponden con lo que realmente es. La educación sirve, sobre todo, para socializar a la generación joven, como señaló Durkheim, y para producir adultos que se conformen a las normas sociales. Cuando la educación dejó de ser privilegio de unos pocos, y se extendió, en una época todavía reciente, a la mayoría de la población, ha servido prioritariamente para promover la sumisión y formar súbditos disciplinados, preocupándose mucho menos de que los escolares aprendieran a entender la realidad. La educación tiene un valor potencialmente liberador, contemplado por las clases dirigentes como un peligro. Por ello la educación arrastra hoy un pesado lastre de su pasado, que es más difícil de modificar porque no se presenta de forma patente. Sin embargo, la mayoría de las reformas propugnadas desde estamentos oficiales se formulan como cambios puramente técnicos que no abordan.' el fondo de los problemas. En este libro se examinan los fines confesados y no confesados a los que sirve la educación, y se propone que es necesario esclarecer esas funciones últimas si se quieren realizar cambios significativos. Al mismo tiempo, se esclarece la persistencia con la que resuenan las voces conservadoras que se alzan para propugnar una vuelta al pasado -lo que resulta vano- como solución de los problemas actuales y futuros, cada vez que se propone una reforma.