Cada días del año con Juan Pablo II (1920-2005). A través de una cuidada selección de textos del gran Papa, realizada por el carmelita Juan Gil Aguilar, su magisterio permanece vivo. Y su grata presencia diaria es una invitación a seguir con mayor fidelidad a Cristo, a amar a su Iglesia, a confiar en la poderosa interseción de María, cuyo ejemplo nos lleva a orientar nuestra vida por los caminos del Evangelio.
Las últimas palabras de un ser querido son recordadas con toda fidelidad y repetidas con frecuencia. Las siete palabras que Jesús pronunció desde la cruz son su última lección. En ellas se refleja su espíritu y se resumen sus enseñanzas. Son palabras en las que Jesús se nos dice y se nos revela. También encontramos en ellas los valores que orientaron su vida, como la confianza en Dios y el perdón a los que lo condenan. No es extraño que, al oír estas palabras, el centurión romano reconozca que Jesús es un justo, es más, el Hijo de Dios. Mientras las tinieblas cubren la tierra, estas palabras iluminan nuestros pasos.
Dámaso Alonso afirmaba con la autoridad de su magisterio: toda poesía es religiosa. El telón de fondo de los poemas que conforman este Dios entre mis manos es más ascético que místico, aunque en algunos de ellos aparezcan muestras de emoción poética amatoria, es decir, mística. Lo que al autor le mueve en su obra es la búsqueda, motivada por la duda de la propia existencia, por el asombro y el temor ante ese Ser Superior, a veces extraño, a veces lejano o en silencio, pero al que acaba alabando y exaltando. Estamos ante un poemario-oración, un poemario-alabanza, pero también de queja y de incorfomidad.
Pongo en tus manos unas páginas pensadas más para la reflexión y la oración que para una simple lectura. Accedo a publicar estas meditaciones con el deseo de contribuir a la esperanza gozosa e ilusionada de mis hermanos sacerdotes. Mucho se ha escrito en estos últimos años sobre el ministerio ordenado. Pero, en lo que conozco, pocos han puesto de relieve la categoría de alianza para interpretar su vida y su servicio. Pablo, sin embargo, invita a tomárnosla en serio. Ante las dificultades que vivía con la comunidad de Corinto, escribe: «Esta confianza que tenemos en Dios nos viene de Cristo. Y no presumimos de poder pensar algo por nosotros mismos; si algo podemos, a Dios se lo debemos. Dios que nos ha capacitado para ser ministros de una nueva alianza, basada no en la letra de la ley, sino en la fuerza del Espíritu; porque la letra mata, mientras que el Espíritu da vida» (2 Cor 3, 4-6). El ministerio de la nueva alianza es bello y seductor, también exigente. Mucho me alegraría que estas meditaciones contribuyeran a renovarnos juntos en la vivencia del don de Dios.
Las meditaciones de este libro tienen un mensaje común: una vida con sentido pleno es aquella que se vive poniendo los cinco sentidos en lo cotidiano, pero teniendo siempre como referencia la relación filial y amorosa con Dios.
Comenta Martín Descalzo que con los once diálogos de María Magdalena «he querido acercarme a los días que preceden a la Pasión de Cristo. ¿Qué sintieron Él y los que le rodeaban ante esa muerte del inmortal que iban a vivir? ¿Temió Jesús que le malograsen la obra-Iglesia que había construido? ¿Cómo sintió la traición de sus amigos? ¿En algún momento le rodeó un sucio deseo de violencia? Y los que le rodeaban ?María, Judas, Caifás, Lázaro, Juan, Pedro, Barrabás, Herodes, Nicodemo? ¿llegaron a levantar el velo del sentido de lo que iban a presenciar? Y ¿cómo lo vieron los dos grandes personajes que no eran de este mundo, Satanás y el Padre?». También nosotros, veinte siglos después, seguimos buscando a Jesús y preguntándonos sobre su misteriosa y atrayente figura.
Hacia el año 1150, Hildegard de Bingen reunió sus composiciones y formó con ellas un ciclo lírico completo al que llamó «Sinfonía de la armonía de las revelaciones celestiales», corpus que incluye la notación musical de la propia autora. Las canciones de la Sinfonía fueron compuestas para diversas ocasiones litúrgicas, para las horas canónicas, las fiestas de los santos, la consagración de una capilla y para algunas de las fiestas del ciclo litúrgico destinadas a Dios, a la Trinidad, o a María. De acuerdo con su pensamiento, la música y el canto, en particular, eran una actividad humana por excelencia; por ello, en muchos de sus escritos la visionaria desarrolló sus ideas sobre la importancia y trascendencia de la música en la historia humana. Este pensamiento se expresa en el ordenamiento de las canciones, fundamentado en una concepción jerárquica del mundo; esta jerarquía, evidente en el orden de aparición de las canciones, hace pensar en un relato subyacente, a saber, una «Historia Sagrada». En la recuperación reciente de la obra de Hildegard sus textos visionarios, médicos, científicos, además de su epistolario parece claro que su poesía lírica y dramática ha sido relativamente descuidada por la crítica literaria; por el contrario, la Sinfonía y su Ordo virtutum han sido muy valorados por musicólogos y artistas, que han estudiado y ejecutado sus obras. De ahí la importancia de esta traducción, la primera versión íntegra en lengua castellana, que pone a disposición del lector la lírica hildegardiana, caracterizada por su verso libre y por el uso de un latín poco pulido.
Pocos temas son tan sugerentes y necesarios en la vida cristiana como aprender el arte de la oración. Y más en una época como la nuestra, en la que escasean los maestros capaces de enseñar este camino. A lo largo de las páginas de esta obra, Maximiliano Herráiz invita al lector a iniciarse en la experiencia de la oración de la mano de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz. No se trata, por tanto, de ofrecer teorías novedosas, sino de recorrer un camino de fe en compañía de creyentes probados y personas completas que son capaces de percibir las honduras del alma humana y de adentrarse en el misterio de un Dios personal y amoroso. La senda de la vida espiritual revela al hombre, en definitiva, su papel de aprendiz ante las cosas divinas. Y sin embargo, su lento y paciente avance le descubre que su vocación consiste en recrearse según la imagen del Hijo con la ayuda del Espíritu para morar en el hogar del Padre.
El presente libro es un estímulo para tomar conciencia de lo que nos ayuda a vivir y nos construye por dentro. Al mismo tiempo, nos ofrece un horizonte y una orientación que nos permiten encontrar sentido y descubrir lo que es la vida buena, la vida en plenitud. Anselm Grün nos invita a redescubrir y recuperar los verdaderos valores y, a la vez, a conocernos a nosotros mismos. Porque también en nuestras limitaciones podemos descubrir un sentido ahora oculto. Y lo que ahora es pesado y oscuro puede hacerse más ligero y luminoso gracias a un sentimiento de gratitud por el don de la vida.
Debemos fomentar nuestra devoción a la Eucaristía con la ayuda de libros sencillos que nos recuerden frases y dichos de Jesús para que podamos crecer y profundizar en nuestra amistad con el Señor del Sagrario. El evangelio de San Juan tiene muchas ?espigas? para poder ser meditadas en clave eucarística. No solo del discurso de Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm, cuando Jesús nos promete y nos explica la Eucaristia, se pueden sacar espigas eucarísticas, sino también de sus parábolas y de sus enseñanzas. Este libro no es un comentario bíblico, sino una ayuda para todo cristiano que quiera que su alma se reconforte y su fe se vigorice recordando frases y hechos de Jesús en el evangelio del discípulo amado.A lo largo de estas páginas encontraremos muchas invitaciones de Jesús para que le sigamos y le amemos. Ahora nos toca a ti y a mí concretar cuál ha de ser nuestro seguimiento para que nuestro amor a Jesús, sea una realidad sincera y fiel, fuerte y generosa, alegre y constante. Que nuestra Madre María, que siguió a Jesús hasta el Calvario, nos dé su ayuda, siempre eficaz y siempre abundante, para responder con firmeza y presteza a la llamada que cada día, a ti y a mí, nos hace Jesús: Tú sígueme. ¡Que así sea!
El místico San Juan de la Cruz llamó noche oscura a sus fatigas en la búsqueda de Dios. Un psicólogo denomina eclipse del alma al proceso depresivo que padeció. La descripción de estas experiencias de la noche, de la pérdida de la capacidad de vivir, la sobreexigencia y el vacío interior, ocupan muchas páginas de la literatura religiosa y psicológica. Con el fin de que el encuentro con personas deprimidas en el marco de la acción pastoral y con creyentes en el de la psicoterapia sea fructífero y eficaz se hace necesario el diálogo entre la psicología y la teología. Los autores del presente libro afrontan este desafío, y con sus contribuciones dan un importante impulso al diálogo interdisciplinar.
La religión cristiana, como toda religión, es un conjunto de ideas, experiencias, prácticas, símbolos... Pero ¿dónde está lo esencial, sino en el sorprendente mandamiento de amar a Dios? El amor es el "valor" más alto para nuestros contemporáneos. Ahora bien, ¿qué es amar a Dios? Para la Biblia y para Jesucristo, esta idea tiene un sentido por el hecho de que Dios, desconocido en las otras religiones e incognoscible para la filosofía, ha irrumpido en el círculo cerrado del mundo por la palabra viva de la revelación, en particular por el Verbo hecho carne. El autor analiza las transformaciones culturales que desconciertan al creyente, así como las malas interpretaciones teológicas de las relaciones necesariamente ambivalentes entre Dios y "el mundo". Filósofo, psicoanalista y teólogo, el autor se muestra analista atento de los pensamientos, las reticencias, los rechazos, los deseos y la ansiedad de sus contemporáneos, a cuyo lado se sitúa para escuchar el mensaje de Dios. Este mensaje es el que hay que volver a descubrir en su originalidad liberadora. Hay que desmarcarlo de las interpretaciones de la fe encerradas en una teología del pecado y una redención restauradora. Las ciencias humanas se conjugan aquí con el retorno a los fundamentos bíblicos para iluminar y confirmar la identidad cristiana. Convencido de que, en lo que a Dios atañe, se entremezclan las piedras de tropiezo con las piedras de edificación, en la actualidad de nuestra civilización lo mismo que en cualquier otra cultura, el autor intenta desplazar aquellas respetando éstas. ANTOINE VERGOTE, sacerdote, psicoanalista y teólogo, profesor emérito de la Universidad de Lovaina, ha publicado varias obras importantes sobre las relaciones entre el psicoanálisis y la fe, concretamente Interprétation du langage religieux (Éd. du Seuil, 1974), Dette et désir (Éd. du Seuil, 1978) y Religion, foi, incroyance (Mardaga, 1984).
El encuentro diario con la Palabra a través de la lectio divina tiene pleno sentido en sí mismo y es un medio extraordinario para que cada creyente, cada "discípulo", se disponga a la escucha atenta de la voz del único Maestro. Pero, además, la lectura del evangelio de la misa se orienta también a la preparación previa de la celebración de la eucaristía: es en ella donde se dan las condiciones genuinas para una auténtica interpretación eclesial de la Palabra de Dios. Constantemente se comprueba que, cuando se han leído y meditado con anterioridad los pasajes que luego se escuchan en la liturgia, esta resulta mucho más viva y enriquecedora.
Este libro nace de la voluntad, por parte del autor, de poner en su propia vivencia de la espiritualidad ignaciana, que le ha supuesto, por una parte, la gracia de la experiencia personal y, por otra, la confirmación de que los Ejercicios en la vida diaria son útilies para todos aquellos que poseen una profunda semilla de contemplación; para los que tienen la gracia de vivir la vida como historia de salvación; para los que sienten la necesidad y la esperanza de la liberación, y para los que gustan de ponerse en oración y perseverar en ella.