Este volumen consta de dos libros: el primero consagrado a Egipto, Asiria, Fenicia y los demás pueblos del Asia cuyas artes tuvieron algún contacto con las artes helénicas. El segundo libro está dedicado a Grecia y Roma, es bastante más extenso que el primero ya que se le concede a Grecia el privilegiado y amplio lugar que en la historia de la plástica le corresponde.
El libro investiga en una serie de tallas románicas dedicadas a vidas de santos, localizadas en iglesias del Alto Aragón y que se cuentan entre las esculturas de contenido hagiográfico más antiguas del arte europeo. Obras singulares por su temática, poco común en la escultura románica monumental, que aportan abundantes datos sobre la vida política y cultural del reino de Aragón durante el siglo XII. En la primera parte del libro se observan los contenidos de las tallas, inspiradas en las leyendas de san Lorenzo de Huesca, san Félix de Girona, san Gil de Provenza, san Ginés de Arlés, san Silvestre, pontífice romano, san Ramón de Roda y san Esteban protomártir, mientras que en la segunda parte se desvela la identidad de las personas y entidades que promovieron su realización: la casa real catalano-aragonesa, los templarios y el poderoso linaje de los Torroja, destacándose el brillante papel desempeñado por el obispo de Zaragoza don Pedro Torroja y Vilabertran (1152-1184), consejero del rey Alfonso II. Finalmente, un tercer apartado intenta rescatar del olvido a algunos de los artistas que realizaron las esculturas: el anónimo maestro de San Juan de la Peña y el maestro Giraldo.
Entre las experiencias compartidas por escultura y arquitectura en el s. XX la elección del Monumento a José Batlle y Ordóñez de Jorge Oteiza y Roberto Puig como proyecto modélico responde a dos objetivos. El primero, plantear la convicción de que esta propuesta supone para Oteiza el punto central donde la búsqueda de su particular estatua adquiere sentido escultórico y función cultural integrada con la arquitectura. En el segundo la pretensión es poner en valor este proyecto en el contexto internacional como origen de una monumentalidad contemporánea, que hace de la colaboración escultura-arquitectura necesidad vital e intelectual.
Graffiti. La palabra y la imagen (un estudio de la expresión en las culturas urbanas en el fin del siglo xx) es una novedad entre los recientes títulos de las editoriales en lengua española sobre el tema de la expresión artística en las culturas urbanas
Este volumen de la serie CSIR-España dedicado a la ciudad portuaria mallorquina de Pollentia ofrece la clasificación de un importante conjunto de esculturas que se vienen recuperando en el yacimiento desde el siglo XVI. Un yacimiento que, gracias a su conservación y a programas de investigación, constituye un marco privilegiado para estudiar la incidencia de la escultura en los contextos urbanos de las antiguas Baliares. Por ello, el objetivo central del trabajo es estudiar la interacción de las esculturas en el entorno histórico, urbano, y social a partir de la clasificación y análisis de la totalidad de las muestras en soportes lapídeos y metálicos actualmente localizadas, y del cotejo de esta documentación con las fuentes complementarias para el estudio de la escultura antigua, fundamentalmente arqueológicas y epigráficas. Siguiendo parámetros plenamente itálicos, el fenómeno comienza a manifestarse en el entorno del foro poco después de la fundación edilicia de la ciudad (70-60 aC), asistiendo durante la primera etapa imperial a una reformulación iconográfica de este espacio en la que la escultura monumental en piedra de alta calidad tuvo un papel destacado, sobre todo orientado a la exaltación y conmemoración del poder central y sus elites. Tales parámetros no hacen sino acentuarse en la etapa flavia y en el siglo II, al amparo de un esplendor económico que se refleja en las urbes occidentales y que en Pollentia se manifiesta en aspectos como la adopción de modelos escenográficos específicos para la estatuaria que se desarrollan paralelamente en Roma. Así mismo, se detecta en estas etapas una especial incidencia de las obras en bronce, un tipo de soporte que enriquecería los ajuares domésticos figurados de las clases dominantes desplazando a la escultura en mármol. La supremacía del bronce se extiende al siglo III, tanto en los ambientes públicos como en los privados, en los cuales una importante difusión de las obras en pequeño formato alcanza a los estratos populares de la población. Finalmente, los contextos de amortización de la estatuaria pública a partir del siglo IV y la definitiva transformación funcional del área del foro a finales del siglo V parecen marcar la decadencia del fenómeno en la ciudad, que seguiría no obstante habitada hasta la reconquista cristiana de la isla en 1229.