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Hablar de D. Julián es hablar de ecumenismo y de su historia, de espiritualidad y pastoral ecuménica, de un ecumenismo vivido y contado por sus propios protagonistas en el que se entremezclan historia, doctrina, espiritualidad y estudio bíblico con el trabajo ecuménico y el contexto histórico, social y religioso del mundo en el que se desarrolla. D. Julián en toda su obra estuvo unido a muchos amigos y hermanos de otras confesiones cristianas, había adoptado como base de su vida el principio de Lund: «Hacer juntos todo aquello que la propia conciencia no nos obligue a hacer por separado», y para ser fiel a este principio se han acompañado sus escritos con algunos de los autores con los que colaboró, protestantes, ortodoxos, anglicanos, bautistas, metodistas, adventistas, sacerdotes, obispos, pastores, laicos, teólogos, hombres y mujeres. Aunque no puede negar D. Julián la preocupación por los pasos ecuménicos de la Iglesia católica, mayoritaria entre las Iglesias cristianas y con el Primado de Pedro de unidad y concordia, nunca de separación, que como padre y pastor debe salir en busca de todos sus hijos y hacer avanzar el movimiento ecuménico.
Los protagonistas de este libro son un pontífice anciano cuyas palabras resuenan como un eco de un mundo lejano y un joven rabino que vive en la Viena cada vez más secular y dispersiva del siglo XXI. Primero se «encuentran» intelectualmente, luego se cartean y finalmente se conocen en persona. Los textos recogidos aquí tienen su origen en el 50 aniversario de la declaración Nostra aetate, un documento que supuso un viraje decisivo en las relaciones entre cristianos y judíos además de un importante cambio de mentalidad en los católicos y, en consecuencia, en la sociedad occidental. Esta apasionante sucesión de escritos, comentarios a los mismos, declaraciones públicas y reflexiones del papa emérito y su joven interlocutor, ¿acaso pueden despertar todavía interés para desterrar los prejuicios seculares y los antiguos rencores en la actual babel de la conexión permanente?
Este documento es una carta encíclica de Juan Pablo II que llama a la unidad de los cristianos y a un mayor esfuerzo ecuménico. En él, se hace un énfasis especial sobre los compromisos de la Iglesia para lograrlo por medio del diálogo, instrumento que llevará a la total unión de la comunidad cristiana.
Se dice a menudo que nuestra época está desorientada y que en los últimos decenios ha habido muchos cambios de mentalidades y de valores, en la vida de las sociedades y de la fe. La sabiduría y la profundidad de Olivier Clément, desde su perspectiva ortodoxa y su conocimiento del catolicismo, nos señala caminos para afianzar nuestras convicciones y para vivir y avanzar en este universo revuelto. Esta brújula para un tiempo complicado como es el nuestro, ofrece a los cristianos de este mundo urbanizado, secularizado, zarandeado por la crisis de culturas y al mismo tiempo tan rico en posibilidades, la convicción de que Dios es simpatía, que está al lado de cada uno de nosotros. El autor, sin caer en una actitud de condena, nos invita a reencontrar el sentido de la oración y de la liturgia, y sobre todo a convertir nuestra mirada y nuestro corazón. El libro está prologado por Andrea Riccardi, fundador de las Comunidades de Sant?Egidio y amigo personal del autor.