Ir al contenidoDiarios, cartas y diarios de navegación
Celebrado por la aristocracia liberal como el poeta del momento, envidiado por sus rivales literarios, secretamente angustiado por la relación que mantiene con su hermana, Byron inicia la redacción de sus diarios para evitar que los más escabrosos detalles de su vida amorosa se filtren a su obra poética. Escritos a lo largo de más de una década, desde su meteórica fama en el Londres de la Regencia, su exilio (tras las sospechas de incesto y un turbulento proceso de divorcio) en la melancólica Suiza y la Italia revolucionaria, hasta su final en Missolonghi como líder del movimiento independentista griego, sus diarios íntimos y sus cuadernos de memorias juveniles, traducidos íntegramente por primera vez al español, ofrecen un testimonio único que nos devuelve al Byron más auténtico y actual.
De hecho, gracias a este encuentro fortuito, podemos hoy leer uno de los epistolarios científicos más apasionantes de nuestro siglo. Las cartas cruzadas entre científicos y pensadores en plena actividad creadora son insustituibles para comprender no sólo la historia de las ideas, sino para comprender las ideas en sí. En esta correspondencia privilegiada, el lector encontrará ¡medio siglo de comentarios sobre la ciencia, el ser humano, la naturaleza? ! ¡Medio siglo de confidencias sobre el quehacer diario de un genio como Einstein y sobre temas que no trató con nadie más que con su amigo Besso ! Muchas frases de esta correspondencia se han consagrado ya como clásicas en ensayos de otros grandes científicos y pensadores. La última carta, probablemente la más célebre, la dirige Einstein a la viuda de Besso, que acaba de morir en 1955 : es no sólo el resumen, simple, escueto, de la concepción einsteiniana del tiempo, sino también toda una premonición : «Ahora resulta que se me ha adelantado un poco en despedirse de este mundo extraño. Esto no significa nada. Para nosotros, físicos creyentes, la distinción entre el pasado, el presente y el futuro no es más que una ilusión, aunque se trate de una ilusión tenaz». Einstein moriría tan sólo tres semanas después?
En las más de quinientas cartas que intercambiaron Thomas Bernhard y Siegfried Unseld, de las que aquí presentamos una cuidada selección, se desarrolla una peculiar comedia de dos personajes: a veces es una tragedia, cuando, por ejemplo, el autor dispara las andanadas de insultos conocidas por su obra contra el editor, quien, por su parte, confía en la fuerza de convicción de sus argumentos; pero lo que predomina es el drama de relaciones. El autor expone las exigencias indispensables para su obra y para su persona. El editor sabe que, para Bernhard, el egocentrismo es requisito necesario para su productividad. Estamos ante una relación de amor-odio representada por dos gigantes de la Europa literaria del s. XX.