Ir al contenidoCuentos de terror y fantasmas
La tercera entrega de las «Crónicas Vampíricas» nos aproxima de nuevo al abismal mundo de Lestat, esta vez con su amante: la Reina de los Condenados. Lestat, convertido en una famosa estrella del rock, despierta con su música a Akasha, la Reina de los Condenados. La que una vez fuera la reina del Nilo, toma a Lestat como amante y mano derecha, y vuelca todas sus fuerzas en la destrucción de vampiros y varones con el fin de que las hembras creen un nuevo orden. Pese a las súplicas de Lestat, los deseos de la Reina son irrefrenables, y será necesario un sacrificio para acabar con sus ansias de destrucción. «Yo soy el vampiro Lestat, ¿me recordáis? El vampiro que llegó a ser una superestrella del rock, el que escribió su autobiografía. El de pelo rubio y ojos grises, el de insaciables deseos de hacerse visible y famoso. Me recordáis. Quise ser un símbolo del mal en un siglo iluminado donde el mal (en el sentido estricto de la palabra) que soy yo no tiene lugar. Me imaginé incluso que, de esta forma, haría algún bien: jugando a ser el diablo en el escenario. La última vez que hablamos acababa de empezar algo con buen pie...»
Posiblemente la más original historia de vampiros jamás escrita, Entrevista con el vampiro, primer volumen de la serie «Crónicas Vampíricas», es ya un clásico de nuestro tiempo. Esta es la historia de Louis, un joven de Nueva Orleans que, atormentado por un sentimiento de culpabilidad por la muerte de su hermano menor, se convierte en eterno habitante de la noche. Pero desde el comienzo de su nueva vida los sentimientos más humanos salen a su paso..., en especial el amor. «-Pero ¿cuánta tienes? -preguntó el vampiro, y se dio la vuelta para que el muchacho pudiera verle el perfil-. ¿Suficiente para la historia de una vida? -Desde luego, sí es una buena vida. A veces entrevisto hasta a tres o cuatro personas en una noche si tengo suerte. Pero tiene que ser una buena historia. Eso es justo, ¿no le parece? -Sumamente justo -contestó el vampiro-. Me gustaría contarte la historia de mi vida. Me gustaría mucho.»
Del Nueva Orleans actual al Nápoles del siglo XIX, pasando por la antigua Atenas o Pompeya, la intensa trayectoria vital del vampiro Quinn reúne en un mismo volumen las «Crónicas Vampíricas» y la serie de «Las Brujas de Mayfair» para revelar otros episodios de la historia de los vampiros.Quinn Blackwood, un rico y excéntrico joven convertido en vampiro, pide la ayuda de Lestat para librarse del celoso control a que le somete Goblin, su doppelgänger. Desde que Quinn entró en el reino de los muertos, Goblin, otrora su sombra fiel, se ha convertido en una amenaza para los seres cercanos al atractivo gentleman.Lestat, intrigado, le pide a Quinn que narre la historia de su vida. Este recuerda su infancia en el seno de una familia muy peculiar y describe sus días en Blackwood Farm, la mansión de altas columnas y extensos jardines rodeada de zonas pantanosas en la que creció y ahora reside. A pesar de su amor por Mona Mayfair, una bella bruja con la que mantiene una apasionada relación, Quinn posee una agitada vida amorosa que, junto a su imperioso deseo de beber sangre, le ha llevado a recorrer el mundo y conocer distintas épocas de la historia.«He leído tus "Crónicas Vampíricas" de cabo a rabo. Me las regaló mi creador, un antiguo buscador de sangre que, según su versión de los hechos, me concedió asimismo una fuerza extraordinaria. En tus relatos, te refieres a los orígenes de los vampiros, citando a una antigua bebedora de sangre egipcia que relató la historia a Marius, el sabio, el cual siglos atrás te lo transmitió a ti. Ignoro si tú y Marius os inventasteis algunas de las historias que relatas en tus libros. Es posible que tú y tus camaradas, la secta de eruditos, como os denomináis ahora, tengáis por costumbre contar mentiras. Pero no lo creo. Yo mismo soy prueba de que los bebedores de sangre existen -ya se llamen bebedores de sangre, vampiros, hijos de la noche o hijos del milenio-, y la forma en que me convertí en uno de ellos confirma lo que describes en tus crónicas.»