Nos consideramos «torpes» cuando pensamos en el encuentro con Dios y en vivir una relación de intimidad con Él, en parte porque suponemos que es algo reservado a personas muy capaces que viven una vida completamente alejada de la normalidad. Pero lo cierto es que Dios es un regalo para todos, y la mayor torpeza que podemos cometer es ignorarlo y vivir al margen de Él. Estas páginas pretenden ser una ayuda para vivir hoy la espiritualidad. En un lenguaje sencillo y desenfadado, el autor explica qué es la mística y qué pueden ofrecer la mística y la espiritualidad al hombre contemporáneo, presenta el modelo de Jesús de Nazaret y expone algunos conceptos esenciales: contemplación, oración, silencio, reino de Dios, experiencia mística, santidad... El libro se complementa con un epílogo que recoge frases y pensamientos de místicos, santos, filósofos, literatos, etc., que invitan a la vivencia del espíritu.
La Biblia griega o Septuaginta (LXX) es una colección de escritos, la mayor parte de ellos traducidos del hebreo y algunos redactados originalmente en griego, que fue compuesta desde el siglo III a.C. hasta el I d.C. El nombre alude al número de setenta o setenta y dos eruditos que según la legendaria Carta de Aristeas tradujeron la Torá judía en Alejandría (285-246 a.C.). Comunmente, sin embargo, se entiende por Septuaginta los libros que Alfred Rahlfs recoge en su edición de 1935, y que coincide con los principales códices unciales: Vaticano, Sinaítico y Alejandrino (siglos IV y V d.C.), los cuales conservan las primeras biblias cristianas completas. El plan general de La Biblia griega - Septuaginta. Traducción española lo componen cuatro volúmenes: I. Pentateuco; II. Libros históricos; III. Libros poéticos y sapienciales; y IV. Libros proféticos
A comienzos de los años cincuenta, un joven sacerdote italiano se da cuenta de que la gran mayoría de los jóvenes con los que se encuentra, pertenecientes a una sociedad aparentemente cristiana, manifiestan una gran ignorancia sobre qué es el cristianismo, o viven una fe formal y sin incidencia alguna en sus ambientes cotid ianos. Ante esta situación, decide abandonar una prometedora carrera como teólogo y empieza a dar clase de religión en un instituto público de Milán. Partiendo de un primer encuentro con cuatro de sus alumnos, pronto reunirá en torno a sí a centenares de chicos y chicas que darán vida a una novedosa experiencia eclesial que, a partir de los años setenta, se conocerá con el nombre de «Comunión y Liberación», en la que participan actualmente decenas de miles de personas de más de ochenta países. El presente libro, escrito por un estrecho colaborador de Giussani, nos permite conocer, a partir de diversas fuentes escritas y de testimonios significativos, pero sobre todo, de lo que el propio Giussani dijo y escribió, quién era y cómo vivió este carismático sacerdote ambrosiano, fallecido en 2005, que hizo de nuevo atractivo el cristianismo a miles de jóvenes y adultos, convirtiéndose en su maestro y compañero de camino, y en un importante referente para la Iglesia de nuestro tiempo.
En 813 d.C. un ermitaño llamado Pelagio alertó al mundo sobre la existencia de una tumba. El obispo de Iria Flavia, Teodomiro, se apresuró a identificar los restos que en ella aparecieron con el apóstol Santiago. La noticia corrió como la pólvora por la Europa cristiana, y la orden del Cluny fortaleció esa convicción y contribuyó vigorosamente a desbrozar un viejo camino espiritual que conducía hasta el fin del mundo, no exactamente hasta una tumba, sino hasta la Muerte. Pero el secreto residía, justamente, en trascenderla. Sin embargo, ¿era realmente Santiago el popular difunto? ¿Lo era Prisciliano, un obispo acusado de herejía y cuya interpretación del cristianismo tenía regusto egipcio? ¿Qué sucedería si no hubiéramos leído correctamente el mensaje que contiene el renglón telúrico que es la ruta jacobea? ¿Y si existiera una prehistoria del camino de las estrellas? Antes de Jesucristo y de la Iglesia que con su excusa se organizó, existía una tradición hermética, una enseñanza que procedía de un tiempo remoto y que alcanzó en el antiguo Egipto su plenitud. Allí, a la vera del río Nilo causalmente denominado Vía Láctea como el Camino de Santiago- se celebraba una peregrinación singular cuyo eco, si se escucha con atención, se advierte aún bajo las piedras que conducen a Finisterre. Para comprender la historia oculta del Camino deberemos viajar a un tiempo perdido, muy anterior al cristianismo. Para desvelar las claves de este peregrinaje milenario necesitamos mirar lejos, más de lo que permite la historia, allí donde habitan dioses y atlantes.
«Abordándolo con su habitual intrepidez, Pierre Ganne ha osado tratar en estos ensayos del problema quizá más complejo del presente. Uno que inquieta hoy a la Iglesia más profundamente de lo habitual: que con la consigna "teología de la liberación" se haga referencia más bien a algo negativo que positivo. [...] Ganne piensa radicalmente desde el punto de vista de la Encarnación, es decir, desde la unidad incuestionada entre Dios (y su reino) y el hombre (con sus deseos mundanos concretos). Desde ese punto de encuentro mundano-espiritual ---que incluye en sí la dimensión política--- no se deja seducir por nada: ni por un pensamiento cristiano dualista ni por una reacción que excluye la pretensión cristiana de la política terrenal. En ambos casos se perdería la dimensión profética de la pobreza, tal y como la entiende la Biblia». H. U. von Balthasar
Año 4 a. C. Cuando muere el cruel tirano Herodes el Grande, el trono de Israel queda vacante. Dos de sus hijos se lo disputan, pero en la pelea interviene una tercera persona con misteriosos planes y manejos. La lucha por el poder desencadena una truculenta historia de pasiones, sexo, perfidia, violencia y traición para ganarse el favor del emperador Augusto, quien tiene la última palabra. En medio de esa vorágine aparece Jesús de Nazaret, un predicador que revoluciona al pueblo judío con sus sermones, en los que cuestiona los planes del emperador romano y de la casta sacerdotal judía. Acabar con ese rebelde que solivianta al pueblo se convierte en el objetivo de los romanos y de los sacerdotes judíos. El desenlace de esta trama supondrá un cambio trascendental en la historia del mundo.
Para Nietzsche el nombre de Diónysos, el dios griego originalmente procedente de Asia, se convierte en la metáfora de una comprensión del mundo que no niega la condición trágica de la existencia humana, sino que aún en su tragicidad logra afirmarla. Diónysos representa la recuperación de la visión del mundo griego; la afirmación de la Tierra, de la sensualidad y del erotismo. Pero Diónysos es también el concepto opuesto al Crucificado, al cristianismo; a 2000 años de una concepción cristiana hostil a los sentidos. El concepto nihilista de Nietzsche resulta incomprensible sin la inclusión de los dos milenios de dominación cristiana que acabaron con la interpretación antigua del mundo. Lo que hasta ahora se ha tomado muy poco en cuenta es que con su negación del mundo existente, con su desplazamiento del sentido a un más allá no existente, el nihilismo original fue planteado por el cristianismo. El nihilismo del cristianismo residía en la desvalorización del mundo terrenal, de los sentidos, del erotismo. El nihilismo de Nietzsche es tan sólo la última consecuencia de la interpretación cristiana del mundo. Nietzsche es el nihilista antinihilista en tanto que confronta al cristianismo, y lo aniquila, para ayudar al resurgimiento de una cosmovisión original, es decir, la griega, que fue destruida por el monoteísmo cristiano. Únicamente después de la destrucción de los valores cristianos dominantes, el mundo puede mostrarse tal y como era originalmente: sin valor y sin objetivo. Y este mundo sin valores está abierto al sentido que quiera darle el hombre, que debe procurarse sus propios valores y objetivos. De modo que el nihilismo de Nietzsche, que recupera la tradición de Montaigne y de la Antigüedad tardía, es el que propiamente hace resurgir y postula un nuevo arte de vivir.
En Lugares divinos, Jean-Luc Nancy anticipa aspectos fundamentales de lo que va a ser su último gran proyecto filosófico denominado por él mismo deconstrucción del cristianismo . Su objetivo declarado es proponer una respuesta actual a la antigua pregunta que se ha hecho durante tanto tiempo la filosofía: ¿qué es Dios? La respuesta de Nancy es sorprendente, al reducir el problema de Dios al de la divinidad y al señalar que ésta, tras el anuncio de su abandono de este mundo, se hace perceptible en el lugar de su despedida. De Jean-Luc Nancy, a quien muchos consideran el más importante filósofo vivo de la actualidad, Arena Libros ha publicado Corpus, Ser singular plural, La comunidad desobrada, El olvido de la filosofía y Hegel, la inquietud de lo negativo. También ha publicado la serie de estudios en torno a su obra recogidos en el libro titulado Sentido en todos los sentidos.
La topografía legendaria de los Evangelios en Tierra Santa se puede calificar con justicia de libro peculiar, muy peculiar. Pocos libros han surgido en coyuntura menos propicia para su recepción apareció en 1941, en un París ocupado por los alemanes-. Es peculiar también porque en él se materializa una textualidad poco acorde con el canon académico, lo que ha interferido negativamente sobre su reconocimiento como texto de referencia o clásico de la sociología. Resulta peculiar, además, porque tiene una lectura demandante y requiere un lector poco acorde con los tiempos. Y es peculiar, por último, porque, como pocos libros en tan pocas páginas, anuda o pone juntos y no solo juntos, sino en denso y fructífero diálogo sociologías especiales de los objetos más dispares (creencias religiosas, tradiciones, teología, espacio, ciudad, tiempo, memoria) y especialmente tres: la sociología histórica, la sociología de la religión y la sociología del espacio-tiempo. ¿Cómo clasificarlo? Se anuncia como un estudio de caso en el campo de la sociología de la memoria; de ahí el subtítulo: Estudio de memoria colectiva. Trata ciertamente de un caso de larga duración o de historia lenta o mineral (a lo Braudel), de la relación entre lo que los textos sagrados afirman y lo que la ciudad eterna de Jerusalén permite reconocer. Esta relación entre el relato que cuenta los hechos de Cristo y la ciudad que se va convirtiendo poco a poco en el escenario reconocible de su pasión y muerte es justamente el objeto de investigación. ¿Qué sentido tiene indagar un objeto así? La respuesta la da Halbwachs: estamos ante un estudio de memoria colectiva.