Eusebio de Cesarea tuvo el privilegio de asistir al nacimiento de la civilización occidental y gracias a sus rigurosos estudios podemos descubrir la historia de los primeros siglos de la Iglesia.
Los apóstoles tuvieron el valor de ir a la India, a África y a otros lugares lejanos afrontando infinidad de peligros y de dificultades. Pudieron alcanzar realmente los "extremos confines del mundo", según la expresión bíblica (cf. Sal 19,5), porque sabían que no perderían la totalidad que habían encontrado. Estaban seguros de que la relación con Jesús no se acabaría y de que tampoco se extraviarían.