El cineasta norteamericano Joseph Losey escribió una vez a Federico Fellini: «Querido Federico: sólo quería decirte que la semana pasada vi de nuevo La dolce vita en la televisión francesa. ¡Qué película tan estupenda! ¡Ánimo!». Fellini le respondió: «Querido Joseph: yo nunca vuelvo a ver ninguna de mis películas, y si algún amigo me habla de ellas porque ha visto alguna recientemente, siempre me asusto, como si hubiera descubierto súbitamente que no he hecho la declaración de renta o como si acabara de enterarme de que el marido de una bella señora lo ha descubierto todo y me anda buscando...». En este libro, aparecido en su versión original en 1980 y publicado ahora en castellano a partir de su reedición, Fellini revela al asombrado lector los misteriosos y a veces inquietantes vínculos que le unían con su trabajo. Como ocurre en sus películas, sus divagaciones son a menudo extrañas y alucinadas, siguen el azaroso vagabundeo de la memoria a través de anécdotas a medio camino entre la extravagancia y el lirismo, pero, sobre todo, se dedican a contar cómo surgía en su imaginación la idea de una película, que a menudo iba definiendo mediante pequeños bocetos. «Nunca había creído que llegaría a ser director ?proclama en una pausa de su relato--, pero luego, desde el primer día, desde la primera vez que grité «¡Cámara! ¡Acción! ¡Corten!», me pareció que lo había hecho siempre, que no podría hacer otra cosa: aquel era yo y aquella era mi vida». Federico Fellini (1920-1993) está considerado hoy en día como uno de los artífices más importantes de la modernidad cinematográfica. Autor, entre otras muchas, de películas como La Strada, Ocho y medio o Amarcord, también pueden consultarse otros textos suyos en Fellini por Fellini.
Este libro, uno de los grandes clásicos de la bibliografía cinematográfica, refleja una especie de encrucijada en el terreno de la teoría y de la crítica. Recoge las reflexiones de André Bazin sobre el cine de Jean Renoir, el cineasta que más influyó en el establecimiento de las principales bases de la teoría cinematográfica del propio Bazin y en los modelos expresivos de la Nouvelle Vague. Y apunta las nuevas orientaciones que el teórico francés, uno de los más influyentes en la historia de la crítica, empezó a elaborar en los últimos años de su vida, dos nuevas líneas que se articulan en torno a los grandes ejes de su teoría: el concepto de realismo y la idea del cine como arte impuro. Pero el libro es a la vez una obra póstuma, inacabada y fragmentaria, compuesta de diversos textos que Bazin fue elaborando independientemente a lo largo de su vida con la intención de completar un libro que nunca pudo terminar. François Truffaut, cineasta y crítico, se encargó entonces del trabajo de compilación y el resultado fue el texto que el lector tiene entre sus manos, claramente dividido en tres partes: en la primera, se incluyen los principales textos de Bazin sobre Renoir, incluyendo notas manuscritas que nunca antes habían visto la luz; la segunda reproduce fragmentos de las primeras versiones de algunos guiones, como los de La gran ilusión y La regla del juego; y la tercera incluye la biofilmografía que Bazin publicó en el número especial de Cahiers du Cinéma dedicado al director francés, complementada con una serie de comentarios elaborados por algunos miembros de la revista luego convertidos en prestigiosos cineastas, del propio Truffaut a Jean-Luc Godard, pasando por Jacques Rivette o Eric Rohmer. Y, en fin, el resultado no es sólo una de las mejores monografías jamás publicadas sobre director alguno, sino también uno de los libros básicos para entender la evolución de la teoría cinematográfica desde los años cincuenta hasta el presente. André Bazin fue redactor jefe de Cahiers du Cinéma y colaboró en publicaciones como L?Écran Français, Esprit, Le Parisien Liberé o L?Observateur. También autor de libros sobre Charles Chaplin y Orson Welles, sus escritos teóricos más importantes están recogidos en ¿Qué es el cine?. Bazin murió en 1958, a los cuarenta años de edad.