Henri Atlan es aquel simpático biólogo que ya nos había demostrado, en su libro Con razón y sin ella (Metatemas 24), que existen varias maneras de «tener razón», todas legítimas aunque distintas, para dar cuenta de todo cuanto nos informan los sentidos. Pues bien, en Cuestiones vitales, se mete literalmente «en la boca del lobo» para desenredar los malentendidos que va tejiendo el vaivén de conceptos a la hora de transmitir el saber, donde abundan trampas y escollos y donde nadie, ni los que intentan transmitir ni los que desean recibir ese saber, escapa a confusiones y equívocos. Por eso, Atlan (el saber) se ha lanzado a la aventura de reunirse con Catherine Bousquet (la opinión), bióloga de formación y periodista científica, para abordar los temas más candentes de este fin de siglo, cuando, con una mezcla de fascinación y temor, nos inclinamos a creer que las ciencias de la vida, como la biología, nos aportan todas las respuestas éticas que plantea hoy a la sociedad y al individuo el desarrollo de la ciencia y de la técnica biomédicas. ¿Acaso no ha llegado el momento de aclarar cuáles son las respuestas que esta ciencia de la vida puede aportarnos y cuáles no son de su competencia? Empresa difícil, es cierto, que implica salir de la confusión que acarrean las palabras, las metáforas, las representaciones y las expectativas de las que todos (científicos, periodistas y público) somos prisioneros. Se trata de acotar los malentendidos para acabar de una vez con este diálogo de sordos. Temas como el sida, los diagnósticos genéticos, la comercialización de productos corporales, y tantos otros, son los que nos acechan y exigen de nosotros, cada día, en cada momento, que tomemos una actitud y que emitamos un juicio. Cuestiones vitales es casi un viático para evitar las trampas que nos tienden diariamente la fácil divulgación o la desinformación mal intencionada con fines de escándalo y lucro, las propagandas políticas y quienes creen estar en posesión de «la verdad».
¿Es el conocimiento científico distinto de la brujería y del vudú? ¿Es superior? ¿De qué manera se puede defender su superioridad? ¿Cómo razonar su diferencia? Alan Chalmers resumió y criticó algunas de las respuestas ortodoxas que a estas preguntas se dieran en su justamente valorado libro ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? Sin embargo, en este discutido y celebrado texto no se elaboraron detalladamente las alternativas a los enfoques criticados y no faltaron lectores que lo interpretaron como un ataque radicalmente escéptico a la ciencia. El autor se propone rectificar la anterior situación en La ciencia y cómo se elabora. Con la ayuda de algunos ejemplos históricos no demasiado técnicos, demuestra Alan Chalmers cómo es posible defender cualificadamente que la ciencia es conocimiento objetivo evitando por igual las glorificaciones ideológicas y los radicales rechazos y repulsas. Queda abierto así el camino tanto para la apreciación del valor de la ciencia como para el esclarecimiento de sus limitaciones.
Así como el Affaire Sokal provocó un revuelo entre los cientistas sociales cuando el físico estadounidense Alan Sokal mostró la liviandad o directamente la ignorancia con la que muchos eruditos de las ciencias sociales utilizan conceptos provenientes de las ciencias exactas, aquí los autores ponen la mirada en su propio terreno: son sus protagonistas los que, con humor, realizan una autocrítica sobre un aspecto importante de su disciplina. ¿Hay razones científicas que expliquen la súbita llegada del colectivo cuando uno enciende un cigarrillo o que determinen si la mejor forma de exterminar una cucaracha es el insecticida o la ojota? Este libro nos enseña que todo es posible si está suficientemente demostrado en un paper científico. Demoliendo Papers es un ejercicio fresco, divertido y provocador que nos invita a pensar la función de los papers carta de presentación de todo investigador que se precie de tal-, la retórica, el papel de la ciencia y de los científicos
Richard Feynman (1918-1988) fue uno de los científicos más creativos y originales del siglo XX. Honrado por la Academia Sueca en 1965 con el Premio Nobel de Física por sus tan profundas como idiosincrásicas contribuciones al desarrollo de la electrodinámica cuántica, Feynman se caracterizó como científico por la claridad y originalidad de sus enfoques, así como por la variedad de sus intereses, desde la física cuántica y de altas energías hasta la física estadística, pasando por la gravitación o la física general. Asimismo, y aunque es menos conocido, se interesó por la teoría de la computación, a la que dedicó cursos hoy legendarios en el California Institute of Technology. El presente libro recupera los contenidos de aquellos cursos, que con justicia pueden considerarse todo un clásico de la ciencia contemporánea. A través de las páginas de esta excepcional obra, los lectores podrán familiarizarse con, entre otros, temas tan diversos y fundamentales como la estructura y limitaciones de los ordenadores, la teoría de la información, la física de la tecnología de semiconductores o los en la actualidad tan comentados ordenadores cuánticos. Completa tan singular como excepcional obra, un magistral estudio introductorio de uno de los científicos españoles más destacados: el catedrático de Física Teórica Alberto Galindo.
El punto de partida de las reflexiones que el gran paleontólogo Stephen Jay Gould recoge en este libro es un descubrimiento que puede modificar nuestra forma de entender la historia de los seres vivos en la Tierra: es muy probable que un asteroide errante o una lluvia de cometas fueran responsables de la gran extinción del Cretácico que vio desaparecer los dinosaurios y creó las condiciones que hicieron posible la aparición del hombre. Éste no sería, por tanto, la obligada culminación del proceso evolutivo, sino un accidente histórico. De aquí que este libro, tan fascinante y, en apariencia, tan ligero, resulte ser, en última instancia, tan importante.
Si algo compartimos con otros bichos, plantas y bacterias es que estamos formados por las mismas moléculas básicas y elementos: carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y fósforo. Pero lo que parece tan sencillo genera interrogantes fundamentales: ¿cómo ingresan estos componentes a los organismos vivos? ¿De dónde salen? ¿Qué relación tienen con la fertilidad o la pobreza de un suelo? ¿Cuál es la dinámica increíble de la interacción entre las plantas, los hongos y las bacterias? ¿Por qué estas cuestiones son objeto de investigaciones en todo el mundo? Y, por último, ¿qué significado guardan para nosotros? Desde la atmósfera inicial de la Tierra hasta la colonización del ambiente y la evolución de los animales, este libro traza un recorrido del intercambio entre especies, incluida la especie humana. De una vez por todas, los lectores descubrirán si los hongos se ríen, si Frankestein tuvo una hermana bacteria y si los suelos curan.
Una de las siguientes afirmaciones es verdadera: Con cada inspiración, inhalamos un átomo espirado por Marilyn Monroe. Hay un líquido que puede ir cuesta arriba. Envejecemos más rápido en lo alto de un edificio que en la base. Un átomo puede estar en muchos lugares diferentes a la vez, el equivalente de estar en Nueva York y en Londres al mismo tiempo. Toda la raza humana cabría en el volumen de un terrón de azúcar. El uno por ciento de la nieve que aparece al sintonizar una televisión entre los canales es un vestigio del Big Bang. Viajar en el tiempo no está prohibido por las leyes de la física. Una taza de café pesa más cuando está caliente que cuando está fría. Cuanto más rápido viajas, más delgado te vuelves. Es broma. ¡Son todas ciertas!
¿Quién inventó el número cero? ¿Por qué hay 60 segundos en un minuto? ¿Cómo es de grande el infinito? ¿Dónde se cruzan las líneas paralelas? ¿Es cierto que el aleteo de una mariposa puede causar una tormenta en la otra punta del mundo? En 50 cosas que hay que saber sobre matemáticas, el profesor Tony Crilly explica 50 conceptos matemáticos -antiguos, modernos, cotidianos y esotéricos- que nos permitirán entender y dar forma al mundo que nos rodea. Empezando por el número cero, 50 cosas que hay que saber sobre matemáticas: Introduce los orígenes de las matemáticas, desde las fracciones egipcias hasta los números romanos Define el casi místico significado de pi y de los números primos, de los números de Fibonacci y de los rectángulos áureos Explica todo aquello que no enseñan en el colegio, lo que se puede llegar a hacer con el cálculo, la estadística y el álgebra, y la verdadera utilidad de los números imaginarios Ilumina sobre las grandes ideas de la relatividad, la teoría del caos, los fractales, la genética y el ciberespacio Desvela el razonamiento oculto que hay detrás del Sudoku, la lotería, los juegos de azar y el interés compuesto Explora los últimos descubrimientos, entre ellos la resolución del último teorema de Fermat y la pregunta del millón sobre la teoría de Riemann
Con la revolución cuántica comienza una nueva era en la historia de la física, que se abre sobre un mundo de inaudita riqueza. Los físicos, al penetrar en el corazón del átomo, descubren las estructuras finas de la materia y las fuerzas que reinan sobre ella. Electrones, protones, neutrones y quarks marcan las etapas de esta progresión hacia la precisión. Físicos y astrofísicos, como los nuevos Colón de nuestro siglo XX, nos desvelan un universo finito cuya historia comienza a entregar sus secretos. Pero la bomba que cayó sobre Hiroshima en agosto de 1945 era hija también de sus trabajos, que trastornarían la misma historia política de la humanidad otorgando a la física contemporánea -en lo peor y en lo mejor- un dramático alcance. ¿Que oficio será entonces el del físico? ¿Es preciso temer los resultados que proporciona la investigación?
Los humanos somos muy extraños. De la misma forma en que lo hicieron los animales, nuestros cuerpos han evolucionado por selección natural y, no obstante, son tremendamente distintos de los cuerpos de los otros seres. Utilizamos el lenguaje para comunicarnos, declaramos la guerra, creemos en la religión, enterramos a nuestros muertos y nos avergüenza la sexualidad. Consumimos televisión, conducimos automóviles y comemos helados. ¿Por qué somos tan sumamente distintos? De entre todos los animales, los humanos somos los únicos seres capaces de imitar a nuestros semejantes y, por lo tanto, de copiar ideas, costumbres, habilidades, conducta, inventos, canciones e historias: memes, en suma. El término «meme» fue acuñado en 1976 por Richard Dawkins, en las últimas páginas de su obra El gen egoísta. Los memes, como los genes, son replicantes empeñados en introducirse en tantos cerebros como puedan y en iniciar una competición que da forma a nuestras mentes y a nuestra cultura, del mismo modo en que la selección natural ha diseñado nuestros cuerpos. Los memes nos hacen: todos los seres humanos somos máquinas de fabricar memes. Este fascinante y extraordinario libro concluye con una de las cuestiones más trascendentales con las que debe enfrentarse el ser humano: la naturaleza del ser, el meollo de la conciencia que siente emociones, que tiene recuerdos y creencias y que toma decisiones. Y así, el fascinante discurso de Susan Blackmore sostiene que ese meollo de la conciencia, el yo interior, no es más que una entelequia, una ilusión creada por los memes en su esfuerzo por autorreplicarse.