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Este libro aborda el conflicto catalán desde un punto de vista que difiere de la gran mayoría de las interpretaciones actuales. El origen de esta crisis interminable se encuentra en la escalada de tensión entre Barcelona y Madrid y sus territorios de influencia, en un contexto en el que las grandes tendencias mundiales son cada vez más determinantes. Aunque ambas ciudades no compiten entre sí de forma exclusiva, sí existe una rivalidad entre ellas por atraer recursos vinculados al crecimiento y al poder económico en España. A medida de que el autor examina algunos patrones clave del conflicto, vamos observando un problema que va más allá del duelo entre metrópolis y de la pugna sobre identidades nacionales. Se trata de una crisis del Estado, de carácter más estructural, sobre deficiencias institucionales y falta de equilibrios territoriales en la toma de decisiones que no solo afectan al caso catalán.