Esta inmersión en la cuna de las lenguas eslavas ofrece una descripción de la grafemática, fonética, morfología y sintaxis del antiguo búlgaro desde su evolución a través del protoeslavo y el eslavo común y haciendo hincapié en sus relaciones con otras lenguas indoeuropeas. Desde que, a partir del siglo XIX, se fueron consolidando los estudios de lingüística indoeuropea y de eslavística, el conocimiento del antiguo eslavo, especialmente en su forma más difundida, que es el antiguo búlgaro, ha suscitado especial interés entre los filólogos como representante más primitivo del grupo eslavo dentro del conjunto de las lenguas indoeuropeas. Tal es así, que abundan los manuales para su estudio en diversas lenguas del mundo: inglés, francés, alemán, italiano, búlgaro, checo, eslovaco, polaco etc. Pero faltaba un manual universitario escrito en la segunda lengua del mundo en cuanto a extensión geográfica y número de sus hablantes, el español, vacío que el presente libro pretende llenar. En él se ofrece una descripción de la grafemática, la fonética, la morfología y la sintaxis del antiguo búlgaro desde su evolución a partir del indoeuropeo y a través del protoeslavo y el eslavo común, haciendo hincapié en sus relaciones con otras lenguas indoeuropeas. El libro se complementa con un estudio de los semitismos en antiguo eslavo, una exhaustiva relación de los vocablos en distintas lenguas citados a lo largo del texto y un breve apéndice con cuadros comparativos de las correspondencias básicas entre las diversas lenguas indoeuropeas. Desde que, a partir del siglo XIX, se fueron consolidando los estudios de lingüística indoeuropea y de eslavística, el conocimiento del antiguo eslavo, especialmente en su forma más difundida, que es el antiguo búlgaro, ha suscitado especial interés entre los filólogos como representante más primitivo del grupo eslavo dentro del conjunto de las lenguas indoeuropeas. Tal es así, que abundan los manuales para su estudio en diversas lenguas del mundo: inglés, francés, alemán, italiano, búlgaro, checo, eslovaco, polaco etc. Pero faltaba un manual universitario escrito en la segunda lengua del mundo en cuanto a extensión geográfica y número de sus hablantes, el español, vacío que el presente libro pretende llenar. En él se ofrece una descripción de la grafemática, la fonética, la morfología y la sintaxis del antiguo búlgaro desde su evolución a partir del indoeuropeo y a través del protoeslavo y el eslavo común, haciendo hincapié en sus relaciones con otras lenguas indoeuropeas. El libro se complementa con un estudio de los semitismos en antiguo eslavo, una exhaustiva relación de los vocablos en distintas lenguas citados a lo largo del texto y un breve apéndice con cuadros comparativos de las correspondencias básicas entre las diversas lenguas indoeuropeas.
Carlos Paniagua se adentra en el fascinante mundo del laúd árabe, su origen, evolución y difusión, analizando las anécdotas que corrían sobre los músicos, especialmente sobre Ziryab en la corte del sultán de Bagdad y las peripecias del viaje que lo llevó a Alándalus. Los autores árabes medievales describen el laúd por su forma, sus proporciones, el sonido, la forma de sujetarse y de tañer, los materiales para su construcción, las cuerdas, los trastes que ha tener, su situación exacta y hasta los cuidados para su buena conservación. Este trabajo es una recopilación comentada de multitud de datos dispersos que dichos autores dejaron, así como un estudio de las imágenes que sobre el instrumento se conservan en miniaturas, pinturas y esculturas medievales. Cuando todo este material se ordena y se encaja en su contexto se pueden contestar algunas cuestiones interesantes como: ¿usaban trastes en el laúd?, ¿cuándo y dónde empezó a construirse la caja con tablillas encoladas? Cuando los árabes quisieron dar forma a la nueva Escuela de Música Árabe en el siglo VII no tenían ninguna herramienta que les permitiera fijar los sonidos y tuvieron que recurrir a un instrumento musical foráneo, el barbat persa, que por entonces causaba furor en La Meca y Medina. Con el tiempo se transformó en el ?ud al-shabbut o laúd árabe y desde entonces hasta hoy se utiliza para explicar las notas y los intervalos, llegando a ser el instrumento medieval mejor conocido de su cultura. Como luthier e investigador, hace mucho tiempo que Carlos Paniagua busca y reúne datos sobre los antiguos instrumentos musicales de cuerda en general y del laúd en particular, con el propósito de mejorar sus conocimientos y que las reproducciones que se realizan en su taller sean coherentes con la época que se pretende recrear. Cuando leyó al arabista Julián Ribera, quien afirmaba en 1922: ?... luego comenzaron a usarse los instrumentos que se tañían en las comarcas conquistadas por los árabes, especialmente el laúd, que quedó como principal y clásico. De éste se podría escribir un libro, recogiendo los datos que los historiadores de la música árabe nos han conservado?, se preguntó: ¿cómo es posible que nadie lo haya hecho todavía? Este libro es su respuesta.
Una historia de amor, celos y traiciones durante la construcción de la catedral de Magdeburgo, uno de los primeros templos góticos del imperio germánico. Año 1219. Moritz ha encontrado en la escultura la pasión que le permite olvidar la pérdida de su madre siendo solo un niño y, con su recuerdo y su añoranza, crea una maravillosa estatua que llama la atención de Bohnsack, uno de los constructores de la catedral de Magdeburgo, de paso por su ciudad. Juntos, viajarán hasta la ciudad a orillas del Elba, donde está en marcha uno de los proyectos arquitectónicos más ambiciosos del siglo: la construcción del templo consagrado a los santos Mauricio y Catalina. Para esculpir sus estatuas, ha arribado procedente de París un reputado escultor al que, además, Bohnsack quiere casar con su hija Helena. Con la llegada de Moritz, la rivalidad entre los dos artistas, no solo por el talento de ambos sino también por el amor que sienten por la hermosa Helena, pondrá en peligro sus vidas, la mujer a la que aman y el futuro de la catedral de la luz.
Los árabes conciben la medicina de modo semejante a sus predecesores helenísticos. La botánica, la farmacología o la higiene forman parte de una única ciencia que tiene como objetivo primordial el conocimiento del cuerpo humano, la capacidad de sanarlo cuando enferma y, sobre todo, la búsqueda de su bienestar. En al-Ándalus, extremo occidental del mundo musulmán, Avenzoar, Averroes e Ibn al-Jatib son herederos de la tradición médica árabe anterior y representan su culminación. Sus vidas se desarrollan ligadas a la corte musulmana y a sus soberanos, y muestran cómo las existencias de los personajes próximos al sultán penden del hilo de las intrigas palatinas. A pesar de la distancia en el tiempo que les separa y de que cada uno sirve a una dinastía diferente, los tres conocen la gloria y los privilegios derivados del poder político y también sufren la tragedia de la difamación y la persecución.
Los Anales de Fulda, ahora traducidos por primera vez del latín al español, fueron llamados así porque desde el siglo XVII se atribuyó la autoría de parte de ellos a Rodolfo de Fulda, monje benedictino discípulo de Rabano Mauro, y porque se cree que se emplearon para su redacción los materiales de la abadía de Fulda (Hesse, Alemania). Se ofrece en ellos la más detallada descripción narrativa del reino franco oriental desde la muerte de Luis el Piadoso hasta el final del siglo IX. Son, pues, los equivalentes de los Anales de San Bertín para el reino franco occidental. Pero mientras que los Anales de San Bertín presentan un engranaje relativamente sencillo, pues suponen una continuación de los Anales reales francos debida a dos autores identificados: Prudencio de Troyes e Hincmaro de Reims, los Anales de Fulda presentan una génesis más compleja, con distintas secciones atribuidas a diferentes autores (Eginardo, Rodolfo de Fulda, Meginardo de Fulda y un autor bávaro anónimo), que es lo normal en la confección de los anales de los primeros tiempos de la alta Edad Media. Los Annales Fuldenses, en fin, que no son continuación estricta ni directa de los Annales regni Francorum, comienzan a narrar la historia carolingia casi desde el principio y sin continuar anales anteriores, acercándose siempre en sus consideraciones a la línea oficial para acabar finalmente erigiéndose en la voz de la Corte.