Publicado en 1913 dentro de la serie de la «Home University Library of Modern Knowledge», en «La Época Victoriana en la literatura» G. K. Chesterton realiza un mordaz repaso del espíritu de las letras de este período. Pero el suyo no es un relato al uso; no podía serlo en su caso. Como él mismo dice en la obra: «lo más cerca que cualquier hombre honesto puede estar de eso que llamamos ?imparcialidad?, es confesar que está siendo parcial». Principio que aplica a rajatabla, demostrando que fue un pensador comprometido con los grandes problemas del hombre de su tiempo. Desde la primera página, ya nos anuncia que rechaza la perspectiva cronológica, para analizar y comentar la obra de autores como Jane Austen, Robert Louis Stevenson, las hermanas Brontë o Charles Dickens, entre muchos otros. Aunque su mirada va más allá de la mera observación y lo aparente, esbozando un convincente retrato de qué fueron los victorianos: hombres y mujeres que, en su opinión, se alejaron de un sentido espiritual del mundo, para ir recayendo de manera dramática en las imperturbables manos de un materialismo extremo y deshumanizador. De este modo, su cosmovisión está en la estela de otros grandes pensadores de su época quienes, aunque en ocasiones desde atalayas ideológicas muy alejadas las unas de las otras, también contribuyeron a definir el sentimiento trágico del denominado fin de siècle. «La Época Victoriana en la literatura», por tanto, trasciende su condición de texto de análisis estético y literario, para condensar las ansiedades de una generación arrastrada por una implacable sensación de decadencia.
El presente volumen de nuestra «Historia de la música» se centra en el ascenso y declive del estilo clásico, que floreció entre mediados del siglo xviii y la segunda década del siglo xix. A lo largo de sus páginas se ponen de manifiesto la enorme diversidad y los cambios constantes que caracterizan la creación musical durante ese periodo. Prescindiendo de clasificaciones estilísticas habituales como Rococó o Clasicismo pleno, Downs organiza su texto atendiendo a las condiciones sociales y la vida cotidiana de los músicos, así como a la estética imperante y las preferencias de la audiencia respecto a las estructuras musicales, la organización de las combinaciones y grupos orquestales, y los distintos estilos de interpretación. En sus distintos capítulos se aborda un completo y minucioso estudio de Haydn, Mozart y Beethoven, los gigantes que dejaron su marca para las épocas subsiguientes en la historia de la música, pero sin olvidar en ningún momento a los compositores de menor importancia o Kleinmeister, objeto asimismo de un cuidadoso análisis. Abundantemente ilustrado y provisto de numerosos ejemplos musicales, el libro nos ofrece una visión fascinante de aquel periodo artístico que produjo algunas de las más excelsas obras musicales de todos los tiempos.
En las páginas de este ensayo se mira hacia el siglo xix con conciencia del presente, un presente donde el debate sobre la identidad común cuestiona continuamente el imaginario sobre el que ésta se sustenta, aunque luego en la vida cotidiana sigue funcionando activamente. El objetivo principal de estas páginas ha sido rastrear y registrar cómo contribuyó lo visual a construir ese imaginario, sin pretender en ningún caso la exhaustividad sino más bien al contrario, tratando de centrarse en aquellos hechos relevantes que permiten conocer los dispositivos, estrategias y mecanismos que contribuyeron activamente a esa creación, aunque algunos de ellos, como las galerías de cera, no habían encontrado hasta ahora su lugar.
Hombre sumamente implicado en la labor política cotidiana de su tiempo, Edmund Burke (1729-1797) es, junto con David Hume, uno de los más destacados representantes de la corriente de pensamiento defensora de la utilidad del hábito, la costumbre y el prejuicio -en una palabra, de la " tradición " - frente a la que propugnaba el racionalismo como guía suprema del quehacer humano y a los valores del pensamiento ilustrado. Si bien motivada por un hecho histórico muy concreto y dirigida a proteger el estilo de gobierno inglés, " Reflexiones sobre la Revolución en Francia " conserva todavía hoy su vigencia y despierta creciente interés a causa de la coincidencia de sus postulados con los que son esenciales en el conservadurismo de todos los tiempos, lo que la convierte en un clásico indispensable de la filosofía política. Traducción y prólogo de Carlos Mellizo
El mito del andrógino ha tenido una gran influencia en todas las artes. Péladan, con su gran erudición y originalidad de pensamiento, le sigue el rastro desde Egipto hasta los clásicos grecolatinos y la figura católica del ángel, para acabar dedicándole un himno, que es también un himno a la Belleza. Para Péladan "ser bello es pertenecer a un tercer sexo".
En una época marcada por la pólvora y el pedernal, la bayoneta y el sable, los asedios y las carencias alimentarias, surgió la Tribuna revolucionaria. El poder de las palabras, la pluma y los periódicos, los discursos y los decretos revolucionarios irrumpieron en el fragor de la contienda. Primero en la Isla de León y después en Cádiz. Las Cortes que se reunieron a partir del 24 de septiembre de 1810 fueron muy diferentes a las conocidas hasta entonces. Especialmente porque dieron representación política a los territorios americanos y filipinos, hasta entonces colonias del rey. Los diputados americanos en esas Cortes no fueron unos aventureros Les impulsó algo especial, una ilusión capaz de transformar el Antiguo Régimen. Fue por ello que tanto los decretos gaditanos como la Constitución de 1812 se aplicaron tanto en España como en América, planteando un Estado-nación transoceánico, es decir, una Commonwealth.
Recoge exactamente 111 fragmentos de diversa extensión tomados de la obra del escritor y crítico victoriano John Ruskin (1819-1900). Sus cinco apartados (naturaleza, arte, arquitectura, sociedad y economía, autobiografía) se corresponden con los intereses
Waugh, consigue desvelar "el conflicto interior de lealtades que Ronald y él compartieron y que fue la clave de su vida". No es extraño, pues, que algunos críticos la hayan considerado la biografía más fascinante jamás leída. Biografía, llena de afecto e ingenio, de Ronald Knox, uno de los ingleses más brillantes de su generación, profesor y capellán de la Universidad de Oxford, orador y escritor de cualidades relevantes, a cargo de su amigo, también converso Evelyn Waugh, en la que algunos críticos han considerado su obra más notable y la mejor biografía jamás leída. En 1917 Knox, capellán anglicano del Trinity College e hijo del obispo de Manchester se convirtió al catolicismo. Nueve años más tarde reapareció en Oxford como sacerdote católico. Desde entonces y hasta su muerte (1957) se ganó una excelente reputación, en medios universitarios y en los foros más distinguidos de su época, por su dominio de los distintos géneros literarios y por sus elevadas cualidades morales que le hicieron un de los protagonistas de los que se ha considerado la segunda primavera del catolicismo inglés. El autor de estas páginas, Waugh, consigue desvelar "el conflicto interior de lealtades que Ronald y él compartieron y que fue la clave de su vida" (Paul Johnson). Evelyn Waugh (1903-1966), nacido en Hampstead (Londres), hijo de un conocido editor y crítico literario, se convirtió en uno de los más admirados escritores ingleses, a lo largo de una vida en la que atravesó momentos de «pereza, disolución y derroche», como él mismo dijo, tras sus años de Oxford, donde conseguirá brillantes calificaciones, cursando Historia. En 1930, después de haber abandona do su vida cristiana, retornó a ella y fue admitido en la Iglesia católica; se casó con Laura Herbert, de familia conversa, y tuvieron seis hijos. Alcanzó, desde muy pronto un éxito literario poco común con Decadencia y caída (1928), que se incrementó con la publicación de novelas como Cuerpos viles, Merienda de negros, Noticia bomba, fruto de sus viajes a África como corresponsal de guerra. Tras la segunda guerra mundial, en la que participó como capitán, escribió su trilogía Espada de honor, y la famosa novela Retorno a Brideshead, llevada al cine. Pero Waugh puso especial cariño en dos biografías: Helena, novela dedicada a la madre del emperador Constantino, y ésta documentada biografía de su amigo Ronald Knox -que se traduce, por primera vez, al castellano-, donde volcó su extraordinaria calidad literaria para describir la sensibilidad y el estilo de un profesor y escritor que vivió en el corazón de Oxford durante casi medio siglo y que estuvo dotado de unas cualidades morales muy atractivas.
El autor nos introduce en la vida de Disraeli, uno de los hombres políticos más grandes y más complejos que han existido, y al mismo tiempo despliega ante la vista del lector toda una época de la historia de Inglaterra.