A lo largo de esta extensa conversación entre padre e hijo, de lectura apasionante y gran rigor intelectual, se explica desde una perspectiva occidental en qué consiste exactamente el budismo y se buscan razones para comprender a qué se debe su auge en Occidente.A través del cine, la literatura y los medios de comunicación, comprobamos que el budismo despierta un interés cada vez mayor. ¿A qué se debe este fenómeno? ¿Se trata de una simple moda -una más- que pasará sin dejar huella en nuestra sociedad o refleja quizás una carencia de la civilización científica y técnica, una necesidad insatisfecha? Pero, antes que nada, ¿qué es el budismo, en realidad? Jean-François Revel y Matthieu Ricard, padre e hijo, filósofo agnóstico uno y monje el otro, tratan de dar respuesta a estos interrogantes en una larga conversación que enfrenta dos maneras distintas de vivir y de interpretar la vida.
El presente diccionario recoge y analiza de forma rigurosa y exhaustiva todas las formas de budismo existentes en el mundo. Constituido por extensas entradas, en sus páginas se abordan los grandes conceptos filosóficos y espirituales de esta religión, su historia, las biografías de sus protagonistas, los textos, el arte y la iconografía de sus budas, bodhisattva y deidades. Los términos específicos se acompañan de las distintas variantes utilizadas en las principales lenguas de referencia del budismo. Todo esto, unido a los mapas, esquemas, imágenes y referencias bibliográficas, hace del presente libro un instrumento imprescindible para cualquier persona interesada por el tema.
En Comprender nuestra mente, el maestro budista vietnamita Thich Nhat Hanh nos introduce en las profundidades de la psicología budista, con la humildad y la clarividencia que le caracterizan. Basándose en cincuenta famosos versos sobre la naturaleza de la consciencia del maestro Vasubandhu, Thich Nhat Hanh nos muestra la vigencia de estas enseñanzas clásicas del budismo en el mundo moderno. El autor nos enseña que la calidad de nuestra vida depende de la naturaleza de las semillas que cultivamos en nuestra mente. Y que el budismo enseña a nutrir las simientes de la alegría y transformar las del sufrimiento, de manera que nuestra comprensión, amor y compasión puedan florecer.
Han pasado veinticinco siglos desde que el Buda inició su enseñanza y el budismo sigue inspirando a personas de todo el mundo, incluyendo a aquellas que viven en sociedades secularizadas. Pero, ¿qué significa adaptar unas prácticas religiosas a un contexto secular? Stephen Batchelor lleva tiempo articulando una visión filosófica, contemplativa y ética del budismo adecuada a nuestra época. Después del budismo es la culminación de cuatro décadas de estudio y práctica en las tradiciones tibetana, Zen y Theravada. Realizando una brillante lectura crítica de los textos canónicos más antiguos, Batchelor nos describe la enseñanza del Buda no como una metafísica dogmática sino como una enseñanza ética y pragmática. Entiende el budismo como una cultura del despertar en constante evolución, cuya longevidad responde a su capacidad de reinventarse e interactuar de forma creativa con las sociedades con las que se encuentra.
El viaje del Zen hacia nosotros contraría la dirección del sol. Nacido a orillas del Ganges, tomó forma primitiva con arcilla de Budismo y de Yoga. Se enriqueció luego en el Tíbet, y continuó su crecimiento en China. De camino hacia Japón durante vei
"Paul Carus, filósofo alemán experto en la tradición espiritual monista, acudió a las fuentes originales del budismo para dar a conocer está religión en Occidente. El valioso fruto de su compilación es la célebre obra titulada El Evangelio del Buda. Para
Reflejos en un lago del Himalaya Jetsunma Tenzin Palmo Esta luminosa colección de enseñanzas de darma de Tenzin Palmo afronta cuestiones sobre muchas de las inquietudes habituales de los practicantes budistas de todas las tradiciones. Escrito desde sus propias vivencias, pleno de perspicacia y agudeza, nos ofrece un enfoque no sectario, inspirador y accesible acerca de la práctica del despertar. Tenzin Palmo (Londres, 1943). A los veinte años viajó a India en busca de un maestro y un año después se convirtió en una de las primeras mujeres occidentales en recibir ordenación como monja budista en la tradición tibetana, condición que continúa manteniendo más de cuarenta años después. Al concluir un periodo doce años de estudio y frecuentes periodos de mediación en solitario durante los largos invierno del Himalaya, buscó un lugar para meditar en total aislamiento. En una remota área de Lahoul, al norte de la India, encontró una cueva apropiada donde vivió y practicó durante doce años. Permaneció recluida dentro de la cueva a causa de la nieve más de seis meses al año. En ese entorno pudo proseguir una práctica intensa de meditación que se refleja en las páginas de este libro con expresiones llenas de vivencias meditativas adquiridas día a día. Esta obra nos ofrece un modelo de innegable práctica espiritual que rivaliza con los grandes yoguis y meditadores de antaño. Recientemente el cabeza del linaje drukpa kagyu le ha otorgado el título de Jetsunma que en tibetano significa venerable maestra. Tenzin Palmo es una de las más genuinas y experimentadas practicantes de darma occidentales. Jack Kornfield autor de Un camino con corazón En su estilo compasivo y directo, la monja Tenzin Palmo nos ofrece una perspicaz explicación de las enseñanzas del Buda su lectura es una deleite. Thubten Chodron autora de Corazón abierto, mente lúcida Una de las verdaderas yoguinis de nuestro tiempo, que nos ofrece consejos profundos y lúcidos para todos los niveles de practicantes budistas. Ha sido capaz de rasgar los miles de velos que esconden nuestros propios engaños. Habla más desde la humildad de la experiencia que desde el carisma, sus palabras resuenan con la desnuda simplicidad de la claridad y la sabiduría. Su voz me recuerda continuamente todo aquello que he amado y apreciado como verdadero en esta vida. Robert Beer dibujante y pintor de tangkas y autor de The Encyclopedia of Tibetan Symbols and Motif. Una yoguini occidental Lahoul es un valle del Himalaya situado a una altitud entre 3.300 y 3.600 metros sobre el nivel del mar. El Himalaya forma una larga cadena montañosa a todo lo largo del norte de India; a un lado de las montañas queda Tíbet y al otro, India. Lahoul es uno de los muchos pequeños valles del Himalaya que geográficamente son de India, pero cuya cultura y religión son tibetanas. Está ubicado entre Manali y Ladakh y pasa casi ocho meses al año aislado del resto de India por la nieve. En ambos lados del valle hay varios pasos elevados que quedan bloqueados por la nieve durante ocho meses. En esos días no había teléfonos ni otros medios de comunicación de larga distancia, y la mayor parte del tiempo tampoco había electricidad; a veces no había correo durante semanas. Los indios que trabajaban allí consideraban el lugar como Siberia, y lo odiaban por su extremo aislamiento. Pero era perfecto para alguien que quisiese hacer un retiro. Cuando llegué, me quedé en un pequeño monasterio kagyupa. Había un templo al lado de las montañas y más arriba había casas separadas. Tenían el techo plano, hecho de piedra y terminado con barro por dentro y por fuera como las casas tibetanas. Como es costumbre en Lahoul, el monasterio era compartido por monjes y monjas, lo que resultaba agradable. Por supuesto, los monjes estaban delante haciendo los rituales, mientras que las monjas estaban en la cocina preparando la comida. Yo me uní a los monjes. Me aseguré de estar delante haciendo los rituales también, ¡porque no había ido hasta Lahoul para aprender a cocinar! Tenía una pequeña casa en el recinto del monasterio. Era un lugar muy agradable, una comunidad pequeña muy amigable. Los lahousianos son personas muy sociables; cuando había alguna actividad, como el hilado, se reunían y trabajaban todos juntos. Iban de una casa a otra, por turnos, y en cada casa se ofrecía comida y todos trabajaban. Esto era muy bonito, pero también era una gran distracción para alguien que quería estar de retiro. Cuando llegué, una de las monjas me dijo: Bueno, vas a necesitar veinte platos y veinte tazas y pregunté: ¿Para qué veinte platos y veinte tazas?. Me explicó: En el invierno nos gusta estar juntos y tener fiestas y nosotros somos veinte; entonces dije: En el invierno yo me voy de retiro y, aunque diese una fiesta, que cada cual traiga sus propios platos y tazas. Cuando llegó el invierno yo fui la única que se fue de retiro. Es un lugar muy frío, pero muy agradable cuando brilla el sol. Después de cada nevada todos tienen que quitar la nieve de los tejados de tierra prensada; cuando están secos, se sientan en ellos al sol y conversan gritándose de un tejado a otro. Y, en medio de todo esto, estaba yo, repitiendo mis mantras. Pero el lugar no era muy propicio para retiros. Un día, un joven monje se instaló en el cuarto de arriba del mío y era como tener a un yak salvaje viviendo arriba. Entonces decidí que ya era hora de trasladarme y encontrar algún lugar tranquilo. Subí la cuesta cercana del monasterio para buscar un trozo de tierra con la idea de construir una casa de retiro. Lahoul en tibetano es Karsha Khandro Ling, que quiere decir Tierra de las dakinis. Las montañas sagradas de Vajrayogini y Chakrasamvara están localizadas en la región y muchos lamas me han asegurado que aún hay dakinis viviendo allí y, aunque hoy en día no se vean muy frecuentemente, realmente están allí. Es un lugar sagrado y yo verdaderamente sentía que las dakinis estaban cerca de mí. Así que, cuando fui a la colina que estaba arriba del templo buscando un lugar, le dije a las dakinis: Si me encuentran un lugar para el retiro les prometo que trataré sinceramente de hacer la práctica. Después tuve una sensación muy fuerte, como si me dijesen: Sí, te oímos y así se hará. Me puse entonces muy contenta con el proyecto, bajé la colina segura de que todo se arreglaría. A la mañana siguiente fui a ver a una de las monjas y le conté que estaba pensando construir una pequeña casa de retiro en un lugar arriba del templo. Ella me dijo: ¿Cómo va a construir una casa? Para construir una casa necesita dinero y usted no lo tiene. ¿Por qué no vive en una cueva?. Le respondí: ¡Usted sabe que hay muy pocas cuevas en Lahoul y donde hay cuevas no hay agua y donde hay agua hay mucha gente!. Eso es verdad replicó siempre decimos eso, pero justo anoche recordé que una anciana monja mencionó una cueva en la colina, que tiene una pradera al frente, árboles y una fuente de agua cercana. Yo nunca he visto el lugar, pero ella lo encontró. Vamos a verlo, le dije. Tuvimos que ir con la anciana monja, ¡que tenía ochenta años! Pero, afortunadamente para nosotros, era tan ágil como una cabra montesa. El lama principal, algunos otros monjes, algunas monjas, la anciana monja y yo subimos la colina. Y mientras subíamos no paraban de decirme: No, no, no, no puede quedarse aquí. Está demasiado lejos. Debemos ver el humo de su chimenea. Pensaban que si no veían el humo durante varios días sabrían que yo estaba enferma. Sin embargo, no estaba convencida de estos argumentos porque una vez estuve enferma varios días en el monasterio y nadie vino a verme. También sucedió que en otra ocasión, cuando estaba perfectamente sana, haciendo fuego como siempre cada día, dos personas vinieron diciendo: No hemos visto el humo en varios días, ¿está bien?. O sea, que el sistema no era infalible. Finalmente, llegamos a la cueva que estaba a una hora, aproximadamente, del monasterio. No era realmente una cueva, para ser sincera, era más bien un saliente de la montaña. Hacía algunos años unos aldeanos habían cavado de tal forma que se pudiese permanecer dentro estando de pie, aplanaron la tierra y la reforzaron con piedras; también construyeron una pared de piedra al frente para estar ahí durante el verano con sus rebaños. Todas las piedras estaban aún allí, estaba casi lista para trasladarme. Aquí voy a vivir, dije. Todos protestaron: No, no, no, no puede quedarse aquí. Es demasiado alto, nadie ha vivido a esta altitud, se va a morir de frío; pero yo dije: Las cuevas son más calientes que las casas, así que no moriré de frío. Seguían insistiendo: No puede vivir aquí, está demasiado aislado, puede venir gente a robarle. Les recordé que no había ladrones en Lahoul. Tuvieron que darme la razón y durante el tiempo que pasé allí nadie entró a la cueva, aun dejando la puerta abierta. La gente venía, pero nunca se llevaron nada. También me decían: Los hombres del campamento del ejército vendrán y la pueden violar. A lo cual les respondí: Cuando lleguen arriba estarán demasiado exhaustos, así que los invitaré a sentarse y tomar una taza de té. ¡No me preocuparía por ellos!. Entonces creo que me dijeron: Habrá serpientes; la palabra tibetana para serpiente es drul. Les respondí: No me importan las serpientes, me gustan, cosa que es verdad. Todos quedaron impresionados cuando dije esto, pero luego pensé: Un momento, no hay serpientes en Lahoul y me di cuenta de que ellos no habían dicho drul sino trul, que en tibetano quiere decir fantasmas. Así que ellos pensaron que les había dicho que no me importaban los fantasmas y que en verdad me gustaban. Estaban tan impresionados que de manera unánime dijeron: Bien, quédese entonces aquí. Al poco tiempo, un par de monjes y algunos albañiles del pueblo vinieron y tiraron la pared, hicieron una ventana y una puerta, dividieron la cueva en dos para que pudiera tener un espacio para guardar cosas y el otro para vivir. Algunas monjas y yo recubrimos con barro las paredes por dentro y por fuera. Los monjes y los albañiles reconstruyeron todo e hicieron mi caja de meditación y el santuario, todo por un precio de doscientas rupias. Resultó muy barato si se tiene en cuenta que viví allí durante doce años. Durante el invierno nevaba, de modo que durante seis meses nadie podía venir. Durante ese tiempo yo sabía que no iba a ser interrumpida. En un retiro riguroso no debemos ver a nadie que no esté también en retiro, pero, debido a lo aislada que estaba, podía salir durante el día, aun estando en retiro riguroso. Si hubiese estado en el monasterio, sólo hubiese podido salir a medianoche para evitar encontrarme con la gente. Esto era muy difícil en algunas épocas, como cuando la nieve estaba muy profunda y debía abrirme camino con una linterna en una mano y un balde de agua en la otra. En la cueva, sin embargo, no tenía ninguno de estos problemas; en el invierno podía tener agua sólo con derretir la nieve y podía sentarme fuera sin temor a que alguien llegase y me viese. La mente se vuelve más espaciosa cuando puedes mirar fuera y ver los árboles, las montañas distantes y la inmensidad del cielo. Había un bonito y pequeño nacimiento de agua a quinientos metros. En el verano hice un jardín frente a la cueva y planté patatas y nabos; los nabos eran buenos porque podía usar las hojas y también el bulbo. Los piqué y sequé para usarlos en invierno, ya que había un período muy largo en el que no crecía nada. Una vez que comenzaba a nevar, ya era el fin; si se me olvidaban las cerillas, mala suerte. Debía usar los cortos veranos preparándome para los largos, larguísimos inviernos. Muchos animales acostumbraban a merodear por los alrededores de la cueva. Por la mañana, tras una nevada, veía las huellas de sus pezuñas y garras por todos lados. Una vez hasta vi la huella de un leopardo de las nieves. No vi al leopardo, pero encontré una huella clara que dibujé y mostré luego a una pareja de biólogos. Me confirmaron que era un leopardo de las nieves, por lo particular de su huella, el que había dejado el rastro de su garra en mi ventana, seguramente mientras miraba dentro de la cueva. Había lobos también, y amo a los lobos; una vez, cuando estaba sentada fuera, llegaron cinco lobos, se pararon y me miraron pacíficamente y yo los miré también. Estuvieron durante varios minutos, mirando tranquilamente; entonces el líder se dio la vuelta y todos se fueron detrás de él. Algunas veces se sentaban arriba de mi cueva y aullaban allí durante horas. Generalmente pasaba los largos inviernos de retiro, pero no lo hacía durante el verano. Durante los cortos meses de verano me aprovisionaba para el invierno. En el otoño bajaba a Tashi Jong a ver a mi lama para contarle lo que había hecho y para recibir instrucciones sobre cómo continuar. Durante mis últimos tres años, hice un retiro sin interrupción y sin dejar nunca la cueva. Había una persona en Lahoul que me traía provisiones; un año ocurrió que no trajo nada en seis meses, lo que fue una experiencia interesante. Fui muy feliz allí. Algunas veces me pregunto si pudiese escoger, ¿dónde estaría?, y me digo que en la cueva. Si pudiese hacer algo ahora, ¿que haría?, y me respondo que estaría haciendo mi práctica en la cueva. Fue, sin ninguna duda, una buena época para mí. Mirando atrás, me siento profundamente agradecida por haber tenido la oportunidad de practicar allí, porque Lahoul es un lugar maravilloso. En primer lugar, porque está bendecido por las dakinis y, en segundo lugar, porque su gente es honesta, no es violenta y, aunque se emborrachen, sólo se ponen melancólicos, lloran y se dicen: ¡Oh!, he desperdiciado mi vida, si hubiese sido un monje y hubiese estudiado el darma.... No son violentos como los kampas, no sacan sus cuchillos para apuñalar a la gente. De hecho, en el tiempo en el que venían los mongoles a merodear, la gente enterraba sus tesoros y huía; cuando se iban los mongoles los desenterraban y volvían a su vida normal. Es gente muy pacífica que prefiere no pelear. Durante el tiempo que estuve allí, nunca tuve problemas con las personas del pueblo, lo que ya es mucho para una mujer viviendo tan aislada. Todos sabían que yo estaba allí; si algún hombre llegaba era porque el viejo Abi había perdido un yak y preguntaba: ¿Ha visto un yak? O: Perdimos tres ovejas, ¿ha visto alguna oveja?. Y eso era todo. En otros lugares de India, o incluso en Occidente, no se puede vivir en un lugar tan aislado y sentirse seguro y confiado Extracto del primer capítulo. Derechos reservados
Incontables personas de todo el mundo han hecho de El libro del mindfulness (el primer libro de Bhante Gunaratana), un superventas en casi una docena de idiomas. Ahora, con Más allá del mindfulness, Bhante ayuda a meditadores de tradiciones y niveles muy variados a llevar su práctica del mindfulness al siguiente escalafón y ayudarles a ir, precisamente, más allá del mindfulness. Con su característico tono claro y amable, Bhante introduce al lector en lo que en la tradición budista se conoce como jhanas, es decir, los estados de meditación profundamente tranquilos, gozosos y poderosos. Explorados y trabajados con las herramientas presentadas en este libro, estos estados conducen a una vida de visión profunda y de paz inconmovible.
El mensaje más apremiante y radical del budismo nos muestra que cada uno de nosotros posee la sabiduría, la conciencia, el amor y la fuerza del Buda que todos llevamos dentro y que en la mayoría permancece dormida. En este libro Lama Surya Das nos muestra cómo podemos despertar aquello que realmente somos y de esta forma hallar el sendero de la libertad y la paz de vivir pleno de significado y compasión. Una obra extraordianaria donde se unen la esencia del budismo zen, el don de la meditación vipassana y las profundas enseñanzas tibetanas, y que ofrece una comprensión plena del budismo encarnado en el tradicional Noble Sendero Óctuple y sus Tres Enseñanzas para la Iluminación, integrándolas en la cultura occidental y haciéndolas accesibles al lector contemporáneo.
Una obra indispensable para conocer una de las figuras más fascinantes y desconocidas de la historia. Menos conocido que Moisés, Jesús o Mahoma, Buda es uno de los personajes esenciales no solo en la historia de las religiones sino de la humanidad. Sus enseñanzas siguen siendo aún motivo de inspiración para centenares de millones de personas y, en las últimas décadas, han llegado a Occidente con una influencia creciente. La presente obra analiza la realidad histórica de Buda, así como la configuración de la leyenda posterior y de las enseñanzas relacionadas con él. Texto sin parangón en el mundo de habla hispana, permite acercarse a una realidad que trasciende las épocas y los continentes. ¿Quién fue realmente Buda?, ¿quién dijo ser?, ¿qué predicó y cuál es el verdadero significado de sus enseñanzas? Una obra indispensable para conocer una de las figuras más fascinantes y desconocidas de la historia.
Este libro es para ti si estás buscando la felicidad y el sentido de la vida que intuyes que se hallan en tu interior. Es para ti si sientes que la felicidad y la libertad están al alcance de todo el mundo, con independencia del estilo de vida y de las creencias que uno tenga. Si sientes que la vida es algo más que un interminable esfuerzo por perfeccionarte hasta quedar exhausto, este libro es ciertamente para ti.
La presente obra nos sumerge en las palabras de dos maestros espirituales, Buda y Cristo, aportando todas las claves para descubrir el auténtico mensaje que subyace en ellas y su alcance y vigencia para el hombre del siglo XXI, ponderando y desgranando sus características y rasgos comunes así como sus diferencias. ¿Qué camino cabe elegir en la vida? ¿El Budismo, para vencer al sufrimiento a través de la mente o el Cristianismo, para alcanzar la liberación por medio del alma ? En este libro se cotejan dos de las formas de pensamiento y actuación más seguidas por millones de seres humanos a lo largo de la historia, a través de las enseñanzas de Siddharta Gautama (Buda) y Jesús de Nazaret (Cristo). // El estudio de Federico Sánchez Arias, reputado experto en la materia, trasciende de la mera divulgación para convertirse en un texto riguroso y profundo, que desmonta tópicos muy arraigados y supone una aportación de ingente valor para el conocimiento de dos corrientes cuyo influjo en el devenir de la Humanidad -al margen de creencias o postulados individuales- resulta hoy incuestionable.
Georg Feuerstein, una de las mayores autoridades mundiales en la materia, ofrece en el presente texto una exposición exhaustiva del multifacético fenómeno de la espiritualidad india, una obra fruto de décadas de interés académico y práctico que permite captar y apreciar no solo la asombrosa complejidad del yoga sino también su relación con la cultura de la India. El autor cubre los aspectos históricos, filosóficos, literarios, psicológicos y prácticos de los numerosos caminos del yoga: los inicios de la civilización india, las Upanishads más antiguas, el jainismo, el budismo, la literatura épica (incluyendo la Bhagavad Gītā), las Upanishads tardías, los Yoga-sūtras de Patañjali y las distintas formas del yoga en la época posclásica, así como el tantra y el hatha-yoga. La obra se complementa con traducciones de fuentes originales en sánscrito, una cronología, un glosario y una biografía especialmente preparada para la edición en castellano. La tradición del yoga resultará un valioso material de referencia tanto para profesores como para estudiantes y practicantes de esta disciplina. Asimismo, no solo supone una importante aportación al desarrollo de los estudios indológicos en el mundo de habla hispana, sino que resultará de gran utilidad como material de consulta para los especialistas en historia de la religión, teología, filosofía y el estudio psicológico de la conciencia. Finalmente, por su carácter introductorio y por la fluidez de su discurso está destinado asimismo al público general.