La flora de las Orchidaceae de Costa de Marfil es relativamente bien conocida, gracias a los recientes trabajos de dos botánicos: Laurent Aké Assi (2002) y Francisco Pérez-Vera (2003). No obstante, la primera elaboración de la flora de orquídeas de Costa de Marfil fue preparada por Summerhayes (1968) dentro de su Flora Tropical de África occidental. Ahora, basada en el estudio de 2.212 especímenes de herbario, se presenta una síntesis de la flora de orquídeas de Costa de Marfil, en esta monografía se incluye claves para la determinación de géneros y especies: descripción morfológica, hábitat, distribución geográfica, representantes de los especímenes para cada una de las especies y subespecies. La mayoría de los taxones se ilustran con dibujos originales. En el presente trabajo, se presentan 234 especies y 66 géneros.
El estudio que aquí se nos ofrece incluye tres aspectos esenciales: la descripción de la vegetación actual, individualizando la fisonomía de las grandes formaciones vegetales; la localización de los distintos tipos de vegetación y la explicación de los paisajes vegetales actuales. Una guía detallada e imprescindible para todos los interesados en las relaciones entre geografía física y botánica.
Una guía visual de las plantas que han formado parte de nuestra cultura. Cuando hablamos de plantas, ¿nos referimos a arbustos o árboles? ¿Se trata de plantas comestibles, medicinales, decorativas, melíferas? ¿Por qué hemos olvidado la riqueza que esconden determinadas hojas, frutos, cortezas o flores? Este herbario excepcional responde a estas y muchas otras preguntas apelando a los usos de plantas que han formado parte de nuestras tradiciones y que muchas de ellas, por alguna extraña razón, han caído en el olvido. Por «plantas olvidadas» entendemos especies hasta ahora infrautilizadas, pero que contienen elementos nutricionales, propiedades curativas e incluso genes de resistencia a plagas y enfermedades que reducirían el uso de pesticidas. A través de los orígenes, parentescos, curiosidades, usos materiales y simbólicos de 100 especies en concreto, la autora construye un denso catálogo en el que conviven desde la caléndula, la ortiga y el trébol, hasta el serbal, el nispolero, el guillomo o el cornejo, pasando por la cicuta, el nopal, el tomillo, plantas que pertenecen a diversos paisajes y costumbres, pero que conforman nuestra historia aunque hoy solo seamos capaces de reconocer a unas más que a otras.