Un siglo después de los juicios que llevaron a Wilde a la cárcel y la ignominia pública, ofrecemos a los lectores la transcripción de los procesos en los que el arte y el ingenio del escritor se enfrentan en los tribunales a la moral y el orden victorianos. El primer juicio contra Oscar Wilde tuvo lugar en el Old Bailey ante el juez Charles el 26 de abril de 1895 y duró cinco días. Los prejuicios creados contra Wilde por la sociedad victoriana, bien azuzada por la prensa, las corrompidas declaraciones de los testigos, la injusticia con que fue tratado por los magistrados, la venta de sus bienes, la deserción de gente con la que creía contar: todo indicaba que no obtendría una sentencia favorable. El jurado fue incapaz de dar un veredicto. Por fin, en un segundo proceso, la Justicia inglesa consiguió un veredicto de culpabilidad, en una de las mayores farsas jurídicas de todos los tiempos, y Wilde fue condenado a dos años de trabajos forzados.
Tal vez sólo un biógrafo e investigador de la historia de la talla de Herbert Lottman, que tiene la rara virtud de aunar una documentación asombrosa con una agradecida fluidez narrativa, podía acercarse con el rigor necesario a un tema tan delicado como el de la depuración a que se vieron sometidos los franceses que, de una u otra manera, colaboraron con el ocupante nazi en la segunda guerra mundial: un implacable proceso judicial y político que comenzó en Francia en 1944, después de que las fuerzas aliadas liberasen el país, proceso que duraría hasta 1953, cuando la República, rindiendo homenaje a la Resistencia, terminó votando una amnistía. En realidad, la depuración había comenzado ya en el año 1943, tan pronto como en Argel se restituyó la autoridad de la Francia libre. Allí comienzan las primeras ejecuciones de los colaboradores de Pétain y la revocación de los funcionarios y policías del gobierno proalemán de Vichy. Y, aunque el general De Gaulle quiso que la depuración fuera llevada adelante con toda legitimidad por los tribunales de justicia, nada pudo impedir que al principio proliferaran los casos de venganza popular, sobre todo contra delatores, torturadores, comerciantes enriquecidos y grupos paramilitares que habían colaborado más abiertamente con los ocupantes alemanes.
Una obra sobre la perfecta amistad con la que Montaigne describió su relación con el también célebre autor Étienne de La Boétie. Hermosamente literaria, por momentos poética, Jean-Luc Hennig ha escrito una obra sobre un misterio que se mantiene indescifrable, la naturaleza y la forma de esa «amistad extrema» con la que Montaigne define en su célebre ensayo De la amistad su relación de seis años con La Boétie. Así, el libro propone una relectura minuciosa y un análisis preciso de la obra de ambos, y en especial de Los ensayos, donde la presencia de La Boétie es una constante, a fin de dar con una respuesta que ilumine la idea del amor y de la amistad del filósofo. Porque con él los lectores mantienen un vínculo especial, una complicidad y una cercanía distintas a la que puedan mantener con otros clásicos, porque Montaigne para muchos de nosotros es justamente eso, un amigo.
Cosa curiosa: se encuentra por ahí un fraile «pequeño y barbinegro», hábito marrón, capa blanca, y pies descalzos, dando mucho que hablar y que escribir en ciertos ambientes espirituales, intelectuales y literarios... Dice llamarse fray Juan de la Cruz, nombre que es ya por sí mismo un breve y bello poema. José María Javierre ha querido contarnos en este libro cómo era por fuera y por dentro aquel hombre del siglo XVI que encierra en sí un misterio abisal, pero a la vez ha intentado acercarle a nuestro siglo, a nuestras preocupaciones actuales. Por otra parte, ha hecho accesible su mensaje de vida, doctrina y poesía sublimes? Un mensaje que se reduce a entregarse totalmente al Amor para alcanzar en plenitud la libertad verdadera.
Las biografías de Cervantes al uso han intentado antes dar cuenta del personaje y del mito de Cervantes que de las peripecias del hombre: la escasez de datos documentales acerca de su vida y las abundantes referencias en su obra parecían indicar que este era el único camino que podía transitarse. La biografía de Cervantes que propone José Manuel Lucía Megías ofrece una mirada totalmente nueva: partir del hombre Cervantes, situándolo en su época y, a partir de él, ir conociendo cómo se ha construido un personaje y un mito a lo largo de los siglos. Este primer tomo de la biografía de la Cervantes, subtitulada Una vida en construcción, se acerca a los primeros 33 años de su vida, desde 1547, en que nace, hasta su vuelta del cautiverio de Argel , en 1580. ¿Por qué una vida en construcción? Porque precisamente en estos años, como muchos de los jóvenes de su época, Cervantes estaba buscando su espacio en la vida, primero intentando ser secretario de alguna familia nobiliaria en Madrid, después como soldado en los tercios italianos, siendo sus cinco años de cautiverio de Argel una especie de eje que le cambiará la vida. Una vida que se relatará en las siguientes entregas de la biografía.
«Cuando recuerdo mi infancia, me pregunto cómo pude sobrevivir siquiera. Fue, naturalmente, una infancia desgraciada, se entiende euros las infancias felices no merecen que les prestemos atención. La infancia desgraciada irlandesa es pero que cualquier otra infancia desgraciada, pero la infancia desgraciada irlandesa católica es la peor de todas...». Así empiezan Las cenizas de Ángela, uno de los grandes fenómenos editoriales de los últimos años.En ellas el autor nos cuenta, con el fino humor que le caracteriza y en el que se trasluce un extraordinario espíritu de supervivencia, cómo su familia logra salir adelante en medio de una terrible pobreza y a pesar de todo tipo de adversidades.
Jane Austen fue más observadora que protagonista del tipo de vida que llevó magistralmente a la ficción: experimentó en carne propia el destino de la mujer que se veía obligada a depender en todo de sus allegados.
¿Por qué se suicidó Stefan Zweig en Brasil en febrero de 1942? La segunda guerra mundial, la cruel persecución de los judíos, la pérdida de la patria austríaca anexionada por Hitler contribuyeron sin duda a su decisión, pero no fueron los únicos motivos. Jean-Jacques Lafaye ha tratado de reconstruir del interior, el itinerario psicológico del rico vienés, coleccionista refinado, autor de éxito, pacifista convencido, progresista naïf, que encarnaba para la élite de los intelectuales las mejores características de la vieja Europa. Bajo el título Una vida de Stefan Zweig, Jean-Jacques Lafaye propone una atractiva obra. No ha hecho una biografía, no es una novela, ha intentado la experiencia de escribir un ensayo a la manera de Zweig, deslizándose dentro de sus personajes por parcelas hasta llegar a la identificación con ellos. El autor analiza certeramente los motivos del éxito del gran biógrafo. Sólo relata los hechos importantes, resume lo que es secundario y relata lo que le parece decisivo. No esconde Stefan Zweig, tan rico por dentro y con tantas cualidades, tiene limitaciones en su talento creador y debilidades en momentos difíciles de su vida afectiva. Esta obra nos acerca a Zweig, a la Viena del imperio, el imperio de la nostalgia, la nostalgia de Stefan Zweig, y desvela los misterios que había en torno a él.
Jean Paulhan escribió en 1932 que un joven deseoso de orientarse políticamente no tenía más posible elección que entre Karl Marx y Charles Maurras. Éste era entonces maestro y figura mayor que inspiró a varias generaciones de intelectuales y artistas franceses y extranjeros. Su ascendiente fue tan extraordinario, en especial en el terreno de la estética, que puede decirse sin exagerar que fue una de las personalidades más influyentes en el arte y la literatura del mundo occidental de principios del siglo xx. De Apollinaire a T._S. Eliot, de Eugenio d?Ors a Josep Pla, de Maillol a Max Jacob y la pintura italiana del novecento, su presencia se hace sentir con fuerza en el núcleo estético que buscó en la mediterraneidad su esencia y en el clasicismo no académico su programa. En España, además, influyó extraordinariamente en los movimientos regionalistas, con un especial énfasis en Cataluña. Defensor de la literatura de Proust contra los miopes o de Fréderic Mistral contra los uniformistas, impulsor de la enseñanza del occitano en las escuelas del sur de Francia, propagandista de la restauración de una monarquía que debía respetar, contra el jacobinismo, las particularidades regionales, su figura se vio ensombrecida por su ambiguo papel en la Francia ocupada. La biografía que nos presenta Stéphane Giocanti, completa, equilibrada y documentada, nos descubre una de las personalidades más impactantes del siglo pasado, con especial énfasis en su presencia, como autor y como crítico reconocido, en el mundo de la cultura.
Matamoro, con una erudición magistral y un estilo divulgativo y ameno, plantea en este libro un recorrido literario a lo largo del marco familiar y personal de más de trescientos escritores. Una exigente investigación que viene a demostrar la importancia de la vida familiar, mediante sus múltiples aspectos, en el devenir del autor, sus obras y su escritura. Estructurado a modo de breves ensayos, casi microrrelatos, Novela familar despierta el interés del lector por la parte más privada del universo de los escritores. Porque la relación de los escritores con padres ausentes o con madres idealizadas, con progenitores afines a su oficio o decididamente contrarios, con el idioma familiar e, incluso, con su propia descendencia, son para Matamoro la prueba de que la historia de un sujeto es, siempre, una historia de familia. ?El escritor no sólo inventa su obra sino que también inventa su vida, al hacer narrable algo en sí mismo inenarrable (...) Nunca tenemos acabada la definitiva historia de la vida de un escritor, como tampoco tenemos leída del todo y para siempre su obra?, Blas Matamoro
Ágil, rigurosamente documentada y apasionante como el mejor «thriller», la primera biografía literaria sobre Patricia Highsmith desvela los recursos que la autora empleó para crear un personaje todavía más ambiguo que Tom Ripley: ella misma. Un continuo juego de duplicidades entre lo oculto y lo revelado, reflejo de su especial universo creativo.
"La gran alma de Rusia, cuya llama se encendió sobre la tierra hace cien años, fue, para mi generación, la luz más pura que alumbró su juventud". Así comienza Romain Rolland, maestro de biógrafos y en especial de Stefan Zweig, su extraordinaria biografía de Lev Tolstói, escrita en 1911 tras la muerte del escritor ruso.
La historia de Abelardo, joven escolástico dotadísimo, de enorme fama y prestigio en su época, perseguido por dos santos y absuelto por un tercero, y Eloísa, una muchacha que hace volver la cabeza a su paso, con gran ambición intelectual y nombre en el mundo del saber, despierta un interés vivo y poderoso. A principios del siglo xii era raro oír de una mujer que se entregara al estudio y la práctica de las letras y las ciencias. Fue Fulberto, canónigo de la Catedral de París, quien, cediendo a la inclinación de su jovencísima sobrina, pidió a Abelardo que fuera su preceptor. Pronto, la admiración intelectual que ella le profesaba se convirtió en arrebatadora pasión, compartida en todo por su maestro. Este amor desembocó en un gran drama humano, relatado con maestría en este libro por Régine Pernoud, que, si bien nos lo presenta en su austera y fiel verdad histórica, lo hace también con la sabiduría de quien sabe acercarse al infortunio y la gloria de dos seres humanos.