Manuel Rodríguez Sánchez había nacido un día en el que en Córdoba no pasaba nada. Cuando su féretro era llevado entre llantos por la ciudad, los aviones llovían flores. Perdió la vida cuando, posiblemente, ya hacía tiempo que la amargura por la incomprensión, personal y pública, se la había quitado a dentelladas. El arrepentimiento que siguió a su muerte marcó su época: ?Cuando mataron Manolete, falleció la última víctima de la guerra civil?, escribió Sánchez Dragó; ?cuando mataron a Manolete, yo tuve meningitis?, decía mi tío Luis. Ese cuando lo mataron nos quiere hacer pensar que Islero fue una simple mano ejecutora de designios más altos. Luego vinieron los poemas, el qué bueno era, y el pisando esos terrenos tenía que morir así. Y rápidamente la mitificación. Y en esa mitificación, para algunos mistificación, hemos caído todos, hasta el punto que parece que desde su muerte se ha pretendido dirimir nuestro deseo por asociar su nombre a quienes nunca, por razones evidentes, él mismo podrá ya rechazar, y este autor, en cuanto escribe del mito, forma parte de ese autoengaño. Podemos considerarnos amigos de él, podemos decir que en vida nos dijo secretamente tal cosa, podemos vanagloriarnos de tener alguna reliquia del santo o una fotografía en la que nos sonríe. Es por eso que la realidad sobre Manolete parece tener un fondo de tambores que suenan a muerte, como aquella grandiosa película titulada Yo anduve con un zombie. Manolete sigue vivo o al menos es un no muerto, un zombie cuya voluntad última, su verdadero significado en la historia y el consciente colectivo la hemos ido moldeando entre todos desde que murió, al son del tambor de cada uno. Ya lo decía Goethe, en una carta a Johann Kaspar Lavater, ?trato los huesos como un texto al cual se puede atribuir vida y humanidad.? Hemos convertido en semidiós a quien siempre llevó, desde novillero, puesta la misma montera y hacía que su mozo de espadas le lavara una y otra vez la misma camiseta que se ponía bajo el traje de luces, hasta que se deshizo por el uso.
Coronada reina de Escocia con apenas seis días, María Estuardo es uno de los personajes más enigmáticos y apasionantes de su tiempo. Su vida y sus desdichas han suscitado la curiosidad de multitud de estudiosos. Educada en Francia, refinada, culta y hermosa, su adhesión al catolicismo en la turbulenta época de las revueltas protestantes, la complicada política sucesoria en Inglaterra, así como la fragilidad política del reino de Escocia la convirtieron en una traidora intrigante y en una santa de la Iglesia católica al mismo tiempo. El retrato de toda una época.
¿Cómo se ha forjado este carácter tan sencillo, amable y, al mismo tiempo, tan fuerte y decidido, que le capacitó para cumplir la difícil misión que le tocó desarrollar? En estas páginas, llenas de vida y amenidad, el lector encontrará la explicación.
En los años 60, san Josemaría Escrivá afirmaba en una entrevista: "El Opus Dei salió adelante por la gracia divina y por la oración y el sacrificio de los primeros, sin medios humanos". En estas palabras hay un delicado elogio de quienes siguieron al Fundador en los primeros años, cuando todo estaba por hacer. Uno de ellos fue José María Hernández Garnica. José María Hernández Garnica nació en Madrid el 17 de noviembre de 1913. Doctor Ingeniero de Minas, en Ciencias Naturales y en Teología. Pidió la admisión en el Opus Dei el 28 de julio de 1935. Falleció, con fama de santidad, en Barcelona el 7 de diciembre de 1972. Ejerció su profesión en la Empresa Electra de Madrid. Posteriormente, el 25 de junio de 1944, recibió la ordenación sacerdotal, de manos del Obispo de Madrid Monseñor Leopoldo Eijo y Garay. Después, San Josemaría le encargó especialmente el impulso de la labor apostólica del Opus Dei entre las mujeres, lo que compaginó con otras muchas tareas sacerdotales en Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, etc. Más tarde, marchó a desarrollar su ministerio sacerdotal en Inglaterra, Irlanda, Francia, Austria, Alemania, Suiza, Bélgica y Holanda. El haber caminado por lugares tan distintos, en continua adaptación a diversas culturas y ambientes, le hace ser un buen ejemplo para la evangelización de la vieja Europa.
Una pediatra que salvó millones de vidas o un indigente que salvó tres; un deportista que entregó doce años de su vida por un compañero enfermo; una frágil monjita que revolucionó el concepto de "amar"; familias felices con la vida -aparentemente- en contra; ardientes defensores de la dignidad humana allí donde apenas existe; jóvenes con causa más allá de sí mismos; maestras entregadas a su vocación hasta el extremo; almas altruistas, luchadores, héroes silenciosos y anónimos... todas ellas historias y vidas reales que demuestran que aún tenemos remedio. Que dar un vuelco a los vacuos valores que rigen nuestro mundo es posible. Que todavía hay esperanza. Y que cualquier acto de bondad, por insignificante que parezca, tiene consecuencias inabarcables. Un puñado de personas extraordinarias que un día decidieron que la felicidad, la verdadera felicidad, está en entregarse a los demás. En nuestras manos está seguir su ejemplo. Este libro es un buen comienzo.
«Nadie que comprenda a fondo el arte da importancia a lo que se representa en un cuadro. Lo que de verdad cuenta no es qué está allí, sino cómo.»Roger Fry Un día de 1910, apareció en casa de Virginia Woolf un hombre envuelto en un amplio abrigo y con los bolsillos llenos de pinceles y tubos de colores. Su aire distraído, el pelo desordenado y la mirada inteligente sedujeron en seguida a todos los miembros del Grupo Bloomsbury. Juntos crearon el Omega Workshop y se empeñaron en dibujar el mundo de un modo distinto, pero fue Virginia quien más aprendió. Tras descubrir con él la pintura de Cézanne, dio un vuelco a su estilo, entendiendo que la trama tenía que seguir el ritmo de los sentidos, más que el orden cronológico de los acontecimientos. Desde entonces, sus obras se acoplaron al tiempo de la modernidad y no hubo vuelta atrás. Tras la muerte repentina del amigo y maestro, Virginia Woolf le dedicó este texto: una biografía escrita con pasión, tacto y mucho talento. Es así como Roger Fry sigue entre nosotros, vivo y dispuesto a mostrar lo que de verdad cuenta, en el arte y en la vida.
Ante el humo del feminismo laicista y de la crítica antifeminista, la autora ofrece un relato biográfico inspirado en seis mujeres: Teresa de Jesús, Teresa de Lisieux, Faustina Kowalska, Edith Stein, Teresa de Calcuta y María de Nazaret.
Johann Sebastian Bach es uno de los compositores más enigmáticos y complejos de la historia de la música. ¿Cómo es posible que un hombre aparentemente tan común, opaco y, en ocasiones, irritable, fuese capaz de crear una obra tan sublime? Gardiner ha interpretado y estudiado a Bach desde su primera juventud hasta la actualidad, y es hoy uno de sus intérpretes más reconocidos. Este libro nos presenta los frutos de su dilatada experiencia como director, y no sólo nos descubre las principales claves para entender y apreciar las composiciones de Bachlas ideas que las orientaron, sus estructuras y los efectos que producen en los oyentes, sino también todo lo que es posible saber del hombre que fue. Con este extraordinario ensayo, John Eliot Gardiner nos invita a profundizar en la obra y en el espíritu de uno de los creadores más geniales de todos los tiempos.
Mariano Fazio analiza cómo el mensaje de san Josemaría goza en nuestro siglo de más actualidad que nunca, en especial su visión profunda de la libertad y del trabajo. El prólogo es de Fernando Ocáriz e incluye un apéndice de Joaquín Navarro-Valls.
Un joven iraquí de familia renombrada toma la decisión de hacerse cristiano. Comienza una persecución, que le llevará a la prisión y a ser acribillado por sus propios parientes ...
Felipe II fue el creador del Estado más avanzado de su tiempo, que culminó la formación del primer imperio global jamás conocido. Llegó a gobernar sobre la cuarta parte de la población mundial. En esta nueva edición ?actualizada y revisada? de la biografía, que ya es, sin dudas, la mejor y más completa jamás escrita sobre el Rey Imprudente, Geoffrey Parker ha sabido aprovechar una vez más, con su habitual agudeza, el inmenso caudal de documentación que ha estado reuniendo desde hace sesenta años. Parker, tan interesado por la alta política como por la vida íntima, logra derribar definitivamente la imagen estereotipada que durante cuatro siglos han transmitido los detractores y apologistas del rey. Gracias a la consulta de los millares de cartas que el monarca escribió de su propia mano a lo largo de su vida, el autor nos introduce en los numerosos sucesos de los que Felipe II fue protagonista durante su largo reinado.
Esta obra supone la primera biografía de Alejandro Farnesio (Roma, 1545 - Arras, Francia, 1592), Duque de Parma y militar al servicio de España.Descendía de un Papa y un emperador. Siendo adolescente pasó a la corte de España, donde se educó; en 1565 se casó con la princesa María de Portugal. Como militar al servicio de la Corona española, destacó en la defensa de las posesiones hispanas en los Países Bajos. En 1571 participó en la batalla de Lepanto. Seis años más tarde, emprendió la campaña de Flandes. Alejandro Farnesio derrotó a los sublevados en Gembloux y recuperó las provincias católicas meridionales. En 1578 fue nombrado gobernador de los Países Bajos. En 1586, al morir su padre, heredó los ducados de Parma, Plasencia y Guastalla, pero cedió su administración a su hijo Ranuccio para continuar en Flandes. Un año más tarde se enfrentó con éxito a una fuerza inglesa mandada por el duque de Leicester. En 1592, su ejército liberó Ruán. Poco después regresó a Flandes, donde falleció a consecuencia de las heridas recibidas en el combate de Caudebec, librado contra los ejércitos franceses.