El texto presentado en esta colección es uno de los más conocidos de Torres Villarroel. El lector se acordará de unas escenas célebres -tal o cual hazaña picaresca, el episodio de los duendes en una casa madrileña, el triunfo universitario de un catedrático que no vacila en convertir el docto compás de bronce en arma arrojadiza-, imágenes discontinuas de una linterna mágica. Una leyenda atractiva, eso sí, pero sospechosa. Esto no quiere decir que se deba tachar la Vida de falsa: veremos que encierra su propia verdad. (De la Introducción de Guy Mercadier.)
Tras la muerte de su hermano William, Henry James, que a la sazón contaba con sesenta y siete años de edad, comienza la redacción de lo que, en principio, iba a ser un libro de recuerdos concernientes al hermano fallecido. Bien lejos de este limitado propósito, el resultado Un chiquillo y otros, publicado en 1913 es, en realidad, un cumplido libro de memorias de infancia, en el que James aborda un mundo que en pocas décadas se había hecho extraordinariamente remoto, pero en el que el autor encuentra las claves sentimentales y estéticas que explican su vida y su obra: desde el ejemplo de sus pintorescos parientes, muchos de ellos escindidos entre la inutilidad manifiesta de sus vidas y lo elevado de sus aspiraciones, hasta las semillas de inquietud literaria y artística que fueron dejando en él sus primeras lecturas, el teatro, las artes plásticas o su experiencia infantil de Europa. Un chiquillo y otros es, además, una excelente demostración del método jamesiano, de su característica manera de alcanzar hondas verdades a partir de una exhaustiva indagación en la superficie de las cosas. Y una prueba palpable de la rica experiencia vital que encierra la, a menudo, incomprendida obra narrativa del autor de Daisy Miller o Las bostonianas.