Colaboradores: Pedro de Alcántara Martínez, José, Artero, Serafín de Ausejo, Jorge Blajot, Manuel J. Briceño, Darío Cabanelas, Vicente Castell Maíques, Pedro Chico González, Juan Contreras y López de Ayala, Romualdo M.ª Díaz Carbonell, José María Díaz Fernández, Lamberto de Echeverría, Ángel Fábrega Grau, Andrés de Sales Ferri Chulio, Tomás García Barberena, Matilde Gavarrón, Odilio Gómez Parente, Alberto José González Chaves, M.ª Encarnación González Rodríguez, Nicolás González Ruiz, David Lionel Greenstock, José Guillén, Baldomero Jiménez Duque, Alfonso Junco, Pedro Langa, Juan M.ª Lecea, Pere-Joan Llabrés y Martorell, Juan Manuel Llerena, León Lopetegui, Joaquín Martín Abad, F. Martín Hernández, Faustino Martínez Goñi, Félix Núñez Uribe, Jacinto Peraire Ferrer, Javier Pérez de San Román, Pérez Suárez, Luis M., Luis Portero, José Luis Repetto Betes, Manuel Revuelta Sañudo, Lorenzo Riber, Robert Ricard, Juan Francisco Rivera Recio, José Vicente Rodríguez, Casimiro Sánchez Aliseda, José Sendín Blázquez, José M.ª Valverde, Isaac,Vázquez, Bernardo Velado Graña, Antonio Veny Ballester, Francisco de B. Vizmanos. Más información: --
En 1929 Golda Meir y Albert Pharaon eran una mujer y un hombre con mucho futuro por delante. Casada y con hijos, Golda daba pasos de gigante para convertirse en la Pasionaria del sionismo; Albert pertenecía a una gran familia de banqueros árabes, y acababa de dejar a su esposa en Beirut para instalarse en la magnífica mansión que poseía en Haifa. El destino quiso que los dos se encontraran una noche en una fiesta organizada por la fuerza de ocupación británica, y ahí empezó una relación apasionada que tanto la familia como los biógrafos de Meir siempre quisieron silenciar. Testigo privilegiado de este amor políticamente incorrecto fue la sobrina de Pharaon, que aún vive y ha contado a Nassib sus recuerdos de aquel idilio hecho de abrazos furtivos en Tel Aviv y de breves encuentros en países extranjeros, donde Golda iba a defender con su palabra la creación de un nuevo Estado judío. Sirviéndose de las palabras de la anciana, el autor ha escrito una novela que va mucho más allá de la crónica sentimental y nos lleva al origen de una lucha que aún hoy nos entrega cada día su botín de muertos. La opinión del editor: A menudo, tras los textos de un buen periodista hay el talento de un narrador que necesita espacio para contar las historias particulares que conforman la Historia con mayúscula. Este es el caso de Sélim Nassib, hombre bregado en crónicas de guerra, que ha recurrido a la ficción para hablarnos más y mejor de todo lo que ignoran los grandes titulares de un periódico.