"Si nunca es fácil esbozar la biografía de un personaje más o menos popular, resulta mucho más difícil cuando, como en el caso presente, el personaje en cuestión es un ser al que la naturaleza marcó con el sello de la deformidad. Descendiente de una familia aristócrata, afincada en el Midi de Francia, sufría de una enfermedad congénita que desde muy joven puso una terrible debilidad a sus piernas. Muy joven todavía se traslado a Paris, la meta ideal de todo artista en aquella y en todas las épocas. Y fue la vida parisina la que, como en un torbellino, se apoderó del espíritu artístico de Toulouse-Lautrec. No logró sobreponerse a su deformidad, a su enanismo, y esto le condujo a la bebida y al internamiento en un psiquiátrico, donde pintó con verdadero frenesí, dándolo de alta al cabo de tres meses. Si Toulouse-Lautrec hubiese dejado de lado la composición de cuadros y dibujos para dedicarse solamente a la ejecución de carteles no habría sido menor su celebridad, porque, Toulouse-Lautrec elevó un arte menor el cartelismo a las mayores cimas de la perfección, del colorido y la magia. "
El arte de Gustav Klimt surge de las dos tendencias antagónicas de finales del s. XIX: la pintura histórica tradicional bajo sus diferentes formas y un impresionismo muy próximo a la pintura de aire libre francesa. Si los cuadros simbólicos con numerosos personajes jalonaron regularmente su carrera, los retratos y los paisajes de concepción monumental adquirieron una importancia creciente. A pesar de su primer éxito académico oficial, Klimt se sintió atraído por el arte vanguardista, por el impresionismo, simbolismo y Art Nouveau. Progresivamente renuncio a la profundidad espacial para afirmar la superficie bidimensional, en la que las líneas, los colores y los ritmos se organizan con gran riqueza ornamental e imaginativa. La figura de la mujer está siempre presente con toda su aura simbólica y erótica. Para Klimt, el mundo tenía forma de mujer. Lo más característico de las figuras de los cuadros de Klimt es el hecho de que son representadas de forma más o menos naturalista, pero con un fondo o unos vestidos adornados con diseños decorativos que recuerdan mariposas o colas de pavo real, creando un estilo extremadamente especifico y de una sensualidad exuberante.
"He aquí el mejor ejemplo de artista menospreciado en vida y elevado a las más elevadas cumbres de la fama después de muerto. Decir menospreciado con respecto a Van Gogh no es reflejar la verdad, puesto que en realidad el público en general permaneció totalmente indiferente ante la obra de este pintor, al que las últimas generaciones han calificado de genial. ¿Qué secreto, qué misterio se encierra en esa negativa pública para considerar a Van Gogh en vida como un gran artista de la paleta? ¿Por qué no logró vender ninguno de sus cuadros, a pesar de que su hermano Theo, era marchante en obras de arte y gerente de ka sucursal parisina de lka Galeria Goupil? Cierto es que el carácter de Van Gogh no predisponía en absoluto a la simpatía y mucho menos a la amistad, más esto no puede justificar en modo alguno el rechazo público y académico hacia su obra."
Bajo el título de "Performance", presentó su conferencia Esther Ferrer en el CENDEAC en el Curso "Dicho y Hecho. VI Curso de Introducción al Arte Contemporáneo. De la mano de sus protagonistas: la voz de los que saben lo que hacen", en marzo de 2016. Est
És la millor guia pràctica per conèixer a fons lobra de Josep Puig i Cadafalch, on és destaquen especialment les obres de la seva època modernista. També inclou edificis i intervencions daltres estils que el polifacètic arquitecte va abraçar al llarg d
En la intensa diversión que ofrecía París a finales del siglo XIX, encontró Toulouse-Lautrec su tema favorito: la fiesta de los music-halls, cafés, cabarets, casas de citas y circos; las mujeres que daban vida a todos esos lugares: bailarinas, cantantes, cortesanas, se convirtieron en protagonistas de su obra.
Aníbal González Álvarez-Ossorio quizá sea el arquitecto sevillano del siglo XX con mayor reconocimiento social no solo alcanzado durante su vida sino incluso hoy, casi noventa años después de su muerte. Un fenómeno excepcional sustentado en que se le identifique con la Exposición Iberoamericana de 1929, en particular con sus dos obras principales, la Plaza de América y la Plaza de España. Conjuntos que abrazan el Parque de María Luisa e imprimen de carácter regionalista a la Sevilla del primer tercio del siglo XX. Un carácter que la ciudad fue integrando de su mano en sus calles y plazas, así como por la de otros arquitectos, como Juan Talavera Heredia o José Espiau Muñoz, dotados también de un gran dominio de los recursos formales y constructivos de fuerte matriz conservadora en aquel periodo complejo y delicado de España en los años del reinado de Alfonso XIII. Los fundamentos academicistas de su formación, el pensamiento nacionalista, la empatía de la arquitectura tradicional frente al distanciamiento de las tendencias innovadoras, el reconocimiento y admiración por los oficios artísticos, los atributos tectónicos, de la luz y del color, fueron afianzando en Aníbal González la anifestación de una fuerte personalidad expresada en su arquitectura. En este libro, editado por primera vez en 1973, cuya estructura y lenguaje juvenil conserva, el lector tendrá ocasión de apreciar la singular personalidad de una de las figuras clave en la confrontación cultural entre tradición y modernidad de hace un siglo en España. Al tiempo que podrá apreciar cuanto de ese conflicto pervive en nuestros días.
Este Cuaderno del Prado es el resultado de un año de visitas de Ximena Maier al Museo: una serie de dibujos y acuarelas hechos al vuelo, acompañados de sus curiosas y entretenidas reflexiones sobre el Prado y el arte en general. Ximena va al Museo del Prado desde hace más de 20 años. Dibuja, mira, escucha, toma notas... Unos días los dedica a Goya o a Velázquez y otros hace series de perros o de coronas o de manos. Tiene cuadros favoritos (como todo el mundo) y otros que no le gustan nada. A veces dibuja dependiendo de los bancos que encuentra (que son menos de los que a ella le gustaría) y otras veces deambula de una sala a otra y se para ante cualquier cosa que le llame la atención. A lo largo de estos meses ha tenido la suerte, además, de colarse en rincones a los que no suele llegar el público en general: la sala de radiografías, el taller de restauración de pintura, el gabinete de dibujos y estampas, la cafetería del personal... y ha recogido sus impresiones con ese particular sello suyo en unas acuarelas expresivas y rápidas, llenas de líneas por todos lados y de colores rotundos y transparentes que ahora comparte con nosotros aquí. Muchos nos acercamos al Prado con una mezcla de reverencia y vergüenza, sintiéndonos un poco intrusos. Lo mejor de este libro es que nos da permiso para disfrutar de verdad, sacudiéndonos esa sensación y haciéndolo nuestro. Que lo es."