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No sólo son necesarias las manos de un buen cocinero para preparar la más exquisita de las recetas; el lugar en que se sirve y las personas que la acompañan son determinantes a la hora de convertir una comida en un absoluto placer. La atención y el servicio de los camareros condimentan cada uno de los platos, embellecidos por la presencia de quien los comparte con nosotros, atemperados por el diseño y la arquitectura del establecimiento y entregados al contexto en el que se integran y al tipo de cocina que ofrecen. Bares y restaurantes, hoteles y complejos turísticos escogen los lugares más bellos para alimentar y hacer más sabrosa y excepcional su gastronomía, cada vez más diversa e intercultural.
El concepto de «ciudad ideal» ha ejercido una constante y poderosa influencia sobre el pensamiento urbanístico del mundo occidental. El deseo de conseguir el entorno físico perfecto para las necesidades del ser humano (una ordenación del espacio exterior que permita una forma de vida plenamente satisfactoria) ha movido a los urbanistas y arquitectos de todas las épocas a concebir una serie incesante de modelos teóricos planeados para lograr tal propósito. La obra estudia estos modelos en los momentos más fértiles de su evolución histórica: las fuentes bíblicas, los imperios helenístico y romano, el Renacimiento, las utopías sociales de la Ilustración y el siglo XIX, en el que se resume toda la tradición anterior.
La arquitectura padece hoy una crisis que ahonda sus raíces en las postrimerías del siglo XVIII, con la pérdida de autoridad de la tradición clásica, que aunaba de manera natural forma, uso y construcción. Con la búsqueda de modelos alternativos, se desencadenó una larga batalla de estilos que termina con el Movimiento Moderno, promotor de una auténtica ruptura radical con el pasado. Desde este momento se entroniza la función, la atención al usuario y el culto a las novedades constructivas. Estos ideales se reúnen bajo el nombre de «funcionalismo» que no tardó en ser arrinconado por ingenuo y, potenciada en exclusiva su vertiente inmaterial. Como consecuencia, la arquitectura se vuelve introvertida, da la espalda a la construcción y, por ende, al usuario. Y llegamos a la situación actual: olvido del oficio por parte del arquitecto, con la consiguiente pérdida de su peso social. Este libro plantea una propuesta para rehabilitar la arquitectura (regenerarla, renovarla moralmente, darle nuevo ser) y señala la necesidad de que los arquitectos decidan qué posición han de adoptar en ese territorio fronterizo entre el arte y la vida, y se afanen en perfeccionar su oficio, Con ello se harán inteligibles a los demás y recuperarán el crédito social perdido.
La contribución europea a la historia del rascacielos ha sido atribuida tradicionalmente a las experimentaciones de los líderes de las vanguardias y el Movimiento Moderno, y a las escasas pero emblemáticas realizaciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Se conocían, es verdad, aportaciones adicionales del lado más conservador, y de procedencias periféricas a los escenarios habituales, pero la conciencia colectiva les adjudicaba un papel mínimo en el desarrollo de la tipología. SUEÑO Y FRUSTRACIÓN presenta más de 600 proyectos de rascacielos procedentes de 22 países europeos que demuestran que esta creencia minusvaloraba no sólo la aportación del sector conservador, sino la de los arquitectos europeos en general.