Mil cuatrocientos años después de su última ocupación conocida, El Castillón (Santa Eulalia de Tábara, Zamora) es hoy un yacimiento arqueológico de primer orden en el contexto de transición entre el mundo antiguo y la Edad Media.
La "Odisea", relato por excelencia de un retorno, de una añoranza que es anhelo de vida, requiere siempre múltiples regresos. Transitar a través de las palabras, sonidos e imágenes del poema homérico, es reencontrar espacios y gentes, volver a surcar los caminos que trazó Ulises en su regreso a Itaca. Palabras, sonidos e imágenes componen su memoria visual y sonora. Sobre ellos han indagado un grupo de historiadores del mundo antiguo. Un regreso compartido que ha permitido, una vez más, tantear los caminos de Ulises.
Roma, convertida en incontestable potencia hegemónica del Mediterráneo tras reducir al enemigo cartaginés, adquiere plena conciencia del horizonte de posibilidades que se abre en la Península Ibérica y emprende, cada vez con mayor ahínco, la expansión de su dominio en Hispania. Su avance a lo largo de los siglos II y I antes de la Era se encontraba, sin embargo, plagado de obstáculos, de giros estratégicos y de duras derrotas, a través de un espacio enormemente diverso, en cuanto al terreno que pisaba y a las gentes que lo poblaban. El estudio de toda esta realidad, que al principio no es otra cosa que su implantación militar, requiere un esfuerzo importante de análisis arqueológico que permita rastrear la huella dejada por los ejércitos sobre el territorio. En esta tarea, el cuadrante suroccidental peninsular constituye uno de los espacios de mayor relevancia, pues aglutina una buena cantidad de informaciones históricas y geográficas derivadas de los textos de los clásicos ?Apiano, Plutarco, Salustio, Plinio o Estrabón?, pero, sobre todo, un elenco excepcional de evidencias materiales. Importantes campamentos como Cáceres el Viejo, Lomba do Canho o Valdetorres son solamente una parte de todo ese extenso bagaje, puesto que el rastro del paso de los soldados excede de sus murallas. Llega a los filones argénteos de Sierra Morena y se manifiesta en los horizontes de destrucción de los poblados prerromanos y en sus cláusulas de rendición, como las recogidas en el llamado ?Bronce de Alcántara?. Los puertos naturales de la región ?Sevilla, Córdoba o Lisboa? se convierten en piezas-clave para el aprovisionamiento del ejército, que evoluciona y se adapta a los tiempos y formas de combate, experimenta soluciones logísticas para su propio suministro durante largos periodos de actividad bélica y se concentra ?en multitud de ocasiones? en la defensa de unos intereses estratégicos muy concretos. En este volumen, trataremos de recorrer la etapa republicana de este ?far west romano?, aproximándonos a su realidad arqueológica, con el deseo de encontrarle cabida en la propia Historia de Roma, en sus objetivos expansionistas, en el papel desempeñado por el ejército, en su actitud hacia los pueblos con que tropezaba a su paso e, incluso, en el curso de sus más delicados conflictos internos.
El volumen que ahora ve la luz reune las aportaciones de la segunda parte del curso sobre ceramicas altoimperiales impartido durante la primavera de 2016 en el Museo Arqueologico Regional de Alcala de Henares, en colaboracion con la seccion de Arqueologi
Cuando en el siglo XIX las excavaciones de Pompeya se realizaron por primera vez bajo premisas científicas y arqueológicas, los hermanos Fausto y Felice Niccolini se sumaron a la gran tarea. Haciendo uso de la entonces novedosa técnica de la litografía en color, documentaron edificios, frescos, estatuas y objetos cotidianos de la ciudad sepultada en un solo día por la fatídica erupción del Vesubio del año 79 y conservada intacta bajo las cenizas volcánicas durante más de 1.600 años.El objetivo de los Niccolini era ilustrar todos los aspectos de la vida en esta antigua ciudad del Imperio Romano. Su obra, Le case ed i monumenti di Pompei (Las casas y monumentos de Pompeya), que se publicó por entregas en Nápoles entre 1854 y 1896, presentaba con sus más de 400 imágenes en color, vistas, mapas y planos de la ciudad y de sus edificios públicos, pero también ofrecía un acceso sin precedentes a las residencias privadas de Pompeya. Desvelaron las asombrosas pinturas murales que adornaban las casas tanto tiempo ocultas, sus elaboradas obras de arte y los utensilios del día a día, ofreciendo una imagen evocadora de cada residencia, presentada como un espacio doméstico real. En total, las láminas ilustraban más de mil objetos con información detallada sobre cada uno de ellos, incluyendo, por primera vez, datos sobre su localización, lo cual hace de esta publicación una obra de referencia en las investigaciones sobre Pompeya. Además, mostraron con animadas recreaciones la vida cotidiana en los talleres, las tabernas y las tiendas de la ciudad, en sus plazas públicas, templos, teatros y baños.Esta meticulosa reimpresión de TASCHEN revive el extraordinario trabajo de los hermanos Niccolini mostrando todas sus láminas en color. Dos ensayos sitúan el proyecto en su contexto histórico y presentan a los protagonistas de las excavaciones a los pies del Vesubio. Además, el libro explora la gran influencia que el arte de Pompeya y los inquietantes moldes de yeso de los cuerpos de las víctimas han ejercido en las artes visuales. Con ejemplos de pinturas, esculturas y diseños de interiores se identifica la huella de Pompeya en la obra de Robert Adam, Anton Raphael Mengs, Angelica Kaufmann, Jean-Auguste-Dominique Ingres, Lawrence Alma-Tadema, Pablo Picasso y Giorgio de Chirico, y en creadores más recientes como Duane Hanson o George Segal.
Los estandartes ejercieron una importante función en el ejército romano, tanto como engranaje indispensable de la maquinaria militar, a modo de instrumento táctico, como en su faceta emocional, al invocar emociones y enfatizar la identidad colectiva. Poseían, además, una calidad sagrada, vinculada a la esfera de lo divino (por medio de los prodigios), afectados por la creencia en su valor mágico; representaban también el poder público, cuya autoridad encarnaban de forma física, vinculados tanto con las estructuras de gobierno como con la proyección política de los gobernantes (caso particular de la efigie del emperador) y con los presupuestos ideológicos, religiosos e incluso filosóficos de cada momento. El estandarte se integra por tanto en una cultura, y como tal no sólo es su producto sino también su reflejo, su viva imagen expresada simbólicamente. Por ello, se ha querido priorizar la aproximación semiológica al fenómeno, con la ambición de comprender el lenguaje visual de los estandartes, partiendo de la premisa de que los motivos simbólicos que constituyen los estandartes tienen una traducción conceptual. Cada elemento transmite un mensaje, y el estandarte en su conjunto sirve como transmisor a través de su simbología. Bajo esta luz, el análisis de su contenido simbólico sería, en suma, una ventana abierta al universo mental del soldado romano y de la sociedad de la que deriva. Ello ha conducido a subrayar la ya sospechada vinculación entre el estandarte y el sustrato mágico-religioso propio de la cultura romana, y a destacar el protagonismo de lo emocional y particularmente lo sobrenatural en el funcionamiento de la maquinaria militar romana. Además, se ofrece una visión diacrónica de su realidad, lo que permite observar los cambios ideológicos o políticos que se producen en la sociedad y en el ejército, a través del prisma del estandarte. Por último, las más recientes aportaciones parecen demostrar que las unidades militares de la Roma antigua no adoptaban formas perfectas sino irregulares y flexibles, en función de las circunstancias del combate. Este hecho obliga a replantear la función del estandarte militar, así como su renovado protagonismo a la luz de esta nueva evidencia como instrumento táctico.
¿Es posible que Nerón no incendiara Roma? ¿O que Livia no planeara el asesinato de todos los herederos al trono e incluso de su propio esposo? ¿Acaso los romanos no vomitaban durante las comidas? La historia está viva y cambia continuamente de mano en mano. Quien la escribe tiene el poder de viajar en el tiempo y cambiar el pasado, de alterarla interpretando lo sucedido desde su propio punto de vista. Así, muchas veces ocurre que la historia que nos han contado no se corresponde exactamente con la realidad. En este libro se desvelan las fake news del mundo romano: los engaños, bulos y mentiras que nos han contado sobre la historia de la antigua Roma. Aquellos que han creado, a veces incluso sin querer, los propios historiadores, los que se han formado por culpa del espeso velo que cubre la historia con el paso del tiempo, los que han quedado inmortalizados en películas, series y novelas e incluso los que los propios romanos generaron sobre ellos mismos. Desde la propaganda política de los emperadores, hasta la realidad sobre la gente corriente, olvidada en los bajos fondos de Roma, pasando por las mayores perjudicadas del mundo antiguo, las mujeres, que han sufrido el escarnio de una historia creada exclusivamente por y para los hombres. Todos ellos encontrarán ahora la verdad de sus historias ocultas.
Este es un libro sobre el uso público de la historia, o mejor, sobre el uso público de la ruina. La autora parte de la constatación de la situación actual de Roma donde imperan unos principios conservacionistas que remontan sus orígenes a una «religiosidad patrimonial» de la Italia fascista y que siguen aplicándose sin mayor discusión. Una situación en la que campa un uso público de la historia inconsciente, donde a pesar de un conservacionismo, hay pérdidas de patrimonio a diario. Las políticas patrimoniales y el urbanismo requieren de «intervenciones de adaptación y transformación en tiempos mucho más rápidos que los impuestos por la investigación arqueológica de campo». La solución a este desajuste temporal ha venido de la mano de las «técnicas de acumulación», guardamos los objetos y la documentación como una solución al olvido pero terminando irremediablemente por olvidarse.
Una de las más importantes lagunas en nuestro conocimiento de la guerra en la Antigüedad es el estudio de la forma de acampar de los ejércitos griegos en campaña. Frente a los abundantes trabajos históricos y arqueológicos sobre los castra romanos, las normas que regían la organización de los campamentos griegos no habían sido analizadas con el mismo detalle. El origen de esta situación se encuentra en una interpretación parcial y discutible de un texto de Polibio (6.40-42), que por inercia se ha ido heredando y ha definido el juicio de los historiadores de la Antigüedad desde el inicio de esta disciplina en el siglo XVIII y hasta el día de hoy. Esta obra presenta un nuevo punto de vista. Partiendo de una explicación teórica y a través de numerosos ejemplos sobre el papel que un campamento juega en el desarrollo de una campaña militar y en la vida cotidiana de los soldados, se sostiene que es imposible que los ejércitos griegos (particularmente, atenienses o espartanos) no contaran desde época clásica, e incluso antes, con normas y costumbres detalladas para el gobierno del establecimiento de sus reales en campaña. A partir de ahí, y gracias al análisis exhaustivo de las fuentes griegas, se estudia con un detalle nunca planteado antes la forma en que los ejércitos griegos acampaban en época clásica. Además, las constantes referencias que a lo largo de la obra se hacen a otras tradiciones castrametales (desde Asiria hasta los ejércitos aliados de la Primera Guerra Mundial), permiten insertar el stratópedon griego dentro de la tradición militar occidental.
Aunque a veces no nos demos cuenta, somos herederos directos de Roma, de su cultura y de su forma de concebir aspectos tan determinantes como las leyes, la estructura social o el mismo paso del tiempo.Este último nos servirá de guía para adentrarnos en el mundo romano de modo distinto, a través de su calendario, con sus meses, semanas, días, horas y los principales hitos que marcaban el día a día de quienes lo utilizaron para regir sus vidas antes que nosotros. Vive ahora de primera mano lo que pudo ser un año cualquiera en la antigua Roma, del 1 de enero al 31 de diciembre, en un viaje a través de su cultura y su historia - la grande y la pequeña - en el que asistirás a sus fiestas, sus ceremonias civiles y religiosas, sus ocupaciones cotidianas. Desde el emperador al esclavo, del mercader al senador, del soldado al labrador, todos ellos tienen su hueco en esta obra, que se extiende por los más de mil doscientos años de historia de esta extraordinaria civilización en la que se hunden nuestras raíces.