Argentina



AÑO DEL DESIERTO,EL
La intemperie avanza implacable, desde los arrabales, cercando la ciudad de Buenos Aires. Convierte los edificios en baldíos llenos de vegetación, el asfalto en mala yerba. María Valdés Neylán, secretaria en un rascacielos de cristal y acero, tendrá que s

DON GALAZ DE BUENOS AIRES
Publicada originariamente en 1938, Don Galaz de Buenos Aires fue la primera novela de Mujica Lainez. El modelo de la obra es en parte la picaresca, pero su protagonista es un adolescente hidalgo, huérfano, que a los diecisiete años de edad es paje del obispo de Buenos Aires a mediados del siglo XVII. En esta novela, hasta hoy escasamente conocida, se dibujan ya los rasgos fundamentales de toda la obra de Mujica Lainez: por un lado, a la vez la mitificación y la crítica del pasado porteño; por otro lado, la fascinación por la cabalgata de fantasmas de un ayer pintoresco, de libro de caballerías o de pintura velazqueña, que toma cuerpo aquí en un desfile de contrabandistas, soldados, mendigos y alquimistas, y en aventuras, a imagen de las hazañas de Amadís de Gaula, tales como el robo de la piedra de la locura. La ironía, el amor a la vida y el arte de la prosa que convierten a Mujica Lainez en un artista mayor y le aseguran la inmediata complicidad de sus lectores aparecen ya nítidamente en Don Galaz de Buenos Aires.

EL MERODEADOR
La reflexión filosófica se vale a menudo de metáforas del movimiento. Se habla de caminos, sendas, travesías, singladuras, pasajes, desembocaduras, encrucijadas. Tanto más curiosa parece la recurrencia de estos términos en cuanto que la teoría ha sido considerada siempre como lo propio de los seres quietos. En el momento actual de la filosofía y, más precisamente, en la consideración de la frágil frontera que la separa de la literatura, la tarea del filósofo se presenta, para el autor de estos ensayos, como una suerte de merodeo, una andadura sin rumbo que no invoca ningún propósito edificante. Siete son las tentativas de abordaje a la relación entre filosofía y literatura que componen este ensayo, siete merodeos por la obra antropológica de Canetti, la filosofía de la historia de Ortega y Gasset, los exorcismos derridianos, los artilugios narrativos de Freud y Descartes, la retórica de Thomas de Quincey y el significado del error en Shakespeare. Más que textos, podrían ser los protocolos de una marcha, con algo de epistemología, mucho de sofística y un poco de crítica textual. Son el rastro que deja un merodeador, ejemplos de un pensamiento crítico sin anclajes, que no admite ningún dogmatismo, ningún supuesto.

BOTE NEGRO
Georges Braque pensaba que en arte sólo es válido un argumento que no puede explicarse. Paulina Vinderman elige un Bote negro para dejarse arrastrar en la incerteza misma del vivir. Profunda lectora de la novela negra, entra en la noche pues sólo desde lo oscuro se ve la oscuridad. El paso del atardecer a la noche, el de la noche hacia el alba, conforman el acto mismo de su creación: ?Siempre dije que la poesía es una linterna, un fanal que ilumina los rincones sombríos de la existencia pero también es abrir los ojos en lo oscuro, reconocer incluso los diversos colores de la oscuridad.?