Entre el 1923 i el 1936 un grup de científics i humanistes van recórrer les terres de Catalunya i les Illes Balears per documentar la vida a pagès. Eren l'equip de l'Estudi de la Masia Catalana, un projecte d'investigació impulsat per Rafael Patxot que buscava deixar testimonis escrits, orals i gràfics de les característiques arquitectòniques de les masies i les possessions ("una expressió de l'art nacional"), així com de les feines del camp, les tradicions, la llengua, la indumentària, les festes i els costums dels seus habitants, ja que temien que aquest món que retrataven i que per ells representava l'essència de la catalanitat s'extingís inexorablement. Era la mateixa fructífera època en què homes com ara Mossèn Alcover, Francesc de B. Moll, Joan Coromines i Joaquim Folch i Torres, entre altres referents de la nostra cultura, documentaven les diverses formes de la llengua catalana o recuperaven les principals joies del romànic. Aquest llibre il·lustra l'esperit pioner que va moure aquests homes, el context històric i ideològic del projecte, i publica més de 200 imatges inèdites, bellíssimes, de la vida rural a principis del segle xx, totes pertanyents a l'arxiu de l'Estudi de la Masia Catalana que el Centre Excursionista de Catalunya ha custodiat, conservat i recuperat durant totes aquestes dècades.
¿Cómo eran las primeras sociedades y los primeros lenguajes humanos? ¿Qué aspectos de la condición humana están inscritos en nuestros genes y cuáles forman parte de nuestra herencia cultural? Este volumen es un riguroso compendio del estado actual de nuestros conocimientos sobre la identidad de " Nuestra especie " , en el que el prestigioso antropólogo Marvin Harris aborda interrogantes y enigmas que afectan por igual a toda la humanidad desde una perspectiva «panhumana, biosocial y evolutiva» que, a partir del dato concreto y local, le permite presentar un amplio panorama de la evolución material y cultural del hombre.
Este volumen analiza la comparación cultural como procedimiento (teórico y metodológico) para explicar la diversidad cultural. La selección de textos compilados abordan, desde diferentes orientaciones teóricas, la complejidad de comparar los procesos culturales e intentan dar respuestas a los siguientes interrogantes: ¿Qué clase de equivalencias culturales son comparables entre sí? ¿Quién determina qué es lo específico y qué es lo universal, qué es lo semejante o diverso en los fenómenos culturales? ¿A qué construcciones e interpretaciones culturales dan lugar esa "diferenciación de" o "equiparación con los otros"?
¿Es la preponderancia adquirida por diversos países asiáticos en la escena mundial una excepción o constituye el último cambio en una alternancia histórica? Según la concepción eurocéntrica del mundo, característica de la mayoría de las teorías evolutivas de la cultura y la sociedad humana, desde la antigüedad al capitalismo hubo una progresión natural que formó parte de un milagro europeo sobre el que se sustentó la supremacía occidental. Jack Goody desmantela de forma sistemática esta visión. Sostiene que, por el contrario, se produjo un milagro euroasiático cuyas raíces están en la Revolución Urbana de la Edad del Bronce, que afectó a Oriente Próximo, a la India y a China. Entonces, el predominio occidental alcanzado en el siglo XIX no es una condición permanente, sino un momento más en una pauta en la que la hegemonía ha alternado entre Oriente y Occidente y que ahora parece estar volviendo a Oriente. " En este breve pero sugerente ensayo... Jack Goody clava otro clavo más en el ataúd de etnocentrismo occidental. " Peter Burke
En las lecturas de Antropología y desarrollo se ofrece una visión panorámica de las aportaciones realizadas por la antropología al campo del desarrollo en tanto que discurso y conjunto de prácticas. Para ello se han seleccionado catorce textos, algunos clásicos inéditos en castellano (Robert Chambers, James Ferguson, Kate Gardner, David Lewis, Mark Hobart y David Mosse), que representan distintos enfoques analíticos y diferentes momentos por los que ha transitado el pensamiento antropológico en este ámbito en las últimas seis décadas. De los proyectos de la antropología aplicada a las contribuciones de la economía política, el creciente énfasis de los sujetos y la eclosión de las metodologías participativas, y la más reciente corriente posestructural centrada en el análisis del desarrollo como un discurso cultural que construye la realidad y las formas de conocimiento. En unos casos, acentuando el estudio de sus efectos políticos y su relación con la práctica de los proyectos, y, en otros, el de los actores que contestan, resisten o se reapropian del modelo desde sus identidades de género, etnia y clase social.
En la última década del siglo XX, cuando el mundo empequeñece a ojos vistas y las culturas parecen homogeneizarse con rapidez vertiginosa, ¿qué sentido tiene la antropología? Durante dos siglos y medio, la disciplina ha acumulado innumerables estudios sobre culturas exóticas, que ha tratado de agrupar y comparar con el propósito de poder generalizar sobre los orígenes del hombre, la variedad de los pueblos, la estructura, función y evolución de las instituciones económicas, políticas y sociales, el sentido de los diferentes sistemas ideológicos, etc. Pero ¿cuál es el balance del proyecto ilustrado de una ciencia del hombre? Según el pensamiento posmoderno, la aventura del saber antropológico fue un error inmenso, o al menos una ilusión perniciosa. La antropología sólo debería aspirar al género etnográfico, es decir, al estudio intensivo de pequeñas comunidades exóticas. Para el posmoderno, toda generalización es anatema. En "La identidad de la antropología", Josep R. Llobera acepta el desafío posmoderno y enristra la lanza en defensa de una concepción a la vez humanista, crítica y científica de la disciplina. El autor, anclado firmemente en una antropología que rehúye lo exótico y que instala sus laboratorios en el mundo europeo y mediterráneo, restituye a la disciplina su proyecto científico que la revolución malinowskiana llevada a sus extremos había perdido de vista. Contra la opinión mayoritaria de la profesión, el libro defiende la tesis de que el trabajo de campo no es más que una técnica de recogida de datos, y no la razón de ser de la antropología. El autor deshace alguno de nuestros mitos más queridos (como la idea del Mediterráneo como un área cultural), analiza con valentía algunas zonas poco frecuentadas del discurso antropológico, como la cuestión del etnógrafo y el racismo y la inevitable presencia del imperialismo cultural del Norte en nuestras latitudes, para terminar con un análisis detallado del estado actual de la antropología y con una consideración de las perspectivas de futuro.
Durante unos doscientos años, un buen número de europeos, especialmente europeos protestantes, vivió la historia y los pueblos del Nuevo Mundo a través de los ojos de un hombre:Teodoro de Bry. La enorme popularidad de sus Grandes Viajes permite afirmar que la América de los europeos de los siglos XVII y XVIII fue la América de De Bry. Era a De Bry a quien los lectores de la época acudían para descubrir la apariencia y las costumbres de los indios americanos, y era también a De Bry a quien acudían para obtener descripciones pormenorizadas de los primeros encuentros entre los europeos y los pueblos autóctonos del NuevoMundo y pavorosas imágenes de la conquista española de las Indias.Refugiado protestante oriundo de Lieja, De Bry se había establecido en Francfort como impresor y grabador, y pronto percibió las posibilidades comerciales que el creciente interés europeo por los viajes de descubrimiento y colonización de los territorios de ultramar encerraba para la industria editorial.En 1587, con motivo de una visita a Inglaterra en la que conoció a Le Moyne, surgió la idea de la edición. Tres años después, en 1590, De Bry presentaba enFrancfort el primer volumen de lo que después pasaría a llamarse Tesauro de los viajes a las Indias Occidentales y Orientales. Teodoro de Bry se encargó de la realización de seis de las catorce partes de que consta la serie América, continuada por sus hijos tras su muerte en 1598 y hasta 1634, mientras que la serie dedicada aAsia y África (Siruela, 1999) se realizó entre 1597 y 1628. La edición aquí presentada, que incluye un estudio introductorio del gran hispanista John H. Elliott, reproduce con sus textos correspondientes, la totalidad de los célebres grabados en cobre (342 reproducciones de White, Le Moyne y otros artistas) de la serie América, una obra que se convirtió desde su publicación en la historia ilustrada más importante que se haya dedicado nunca a la expansión europea.
Tras el desopilante relato de su «trabajo de campo» con la tribu de los dowayo, en Camerún, el autor de El antropólogo inocente nos cuenta su regreso a tierras africanas. En el primer viaje no había conseguido asistir la la ceremonia de la circuncisión de los jóvenes dowayo, un rito de paso fundamental para la cultura de esta tribu, y que sólo se celebra cada seis o siete años, y ahora vuelve para presenciar -y estudiar- la ceremonia. Armado con pasteles de Navidad y un muy inglés queso Cheddar, Barley -afortunadamente para el lector- se encontró desde el primer momento con dificultadeinesperadas.Por ejemplo, le resultaba imposible reconocer a ninguno de los dowayo con quienes había convivido durante el primer viaje. Claro, por aquel entonces los distinguía por el color de la camisa -los dowayo llevaban siempre la misma hasta que se deshacía en jirones-, y ahora, años después, todos tenían camisas nuevas. Pero, después de todo, ¿quién ha dicho que un antropólogo deba ser un buen fisonomista? Después, mientras esperaba en la aldea que le confirmaran la tan anhelada fecha de la circuncisión, llegaron a sus oídos rumores sobre otra ignota tribu, los ninga, cuyos hombres, al parecer, practicaban otra mutilación ritual, esta vez de los pezones. Y hacia allí partió Barley para verificar tan nebulosa información. Y con esta irreverente, iconoclasta crónica de sus peripecias antropológicas, el autor nos confirma que es un agudísimo e inteligente observador de diferentes realidades y culturas, y uno de los escritores más regocijantes que nos ha deparado la literatura inglesa en los últimos años.