Petrogrado (antigua San Petersburgo), 1 de octubre de 1917. El capitán Jacques Sadoul llega a Rusia en uno de esos momentos en los que la Historia se agita, acelera y nadie sabe muy bien qué va a pasar al día siguiente. Estamos en plena guerra mundial, y a punto de producirse la insurrección bolchevique. Sadoul detecta y transmite pronto dos hechos fundamentales: que el pueblo ruso quiere la paz a cualquier coste y que el gobierno bolchevique es mucho más sólido de los que los aliados desean y calculan. Entra en contacto con los dirigentes soviéticos (Lenin, la Kollontai y sobre todo Trotski) y aprovecha la información privilegiada que esto supone para comunicar en sus cartas el día a día de la revolución y de las negociaciones de la paz. Entre el espionaje, la diplomacia y la crónica, estas cartas, inexplicadamente nunca editadas en castellano, se ofrecen al lector como una mirada desde dentro sobre uno de los acontecimientos que "conmovieron el mundo". Más que un libro "sobre", un libro "en" la revolución bolchevique.
Un bolchevique para los intelectuales, un intelectual para los bolcheviques. Anatoli Vasílevich Lunacharski, el primer Comisario del Pueblo para la Educación, es una de las figuras más representativas de la contradicción existente en la Rusia revolucionaria entre las grandiosas aspiraciones de transformación social que mueven a los protagonistas de la revolución y los terribles condicionamientos bajo los que deben acometer su intento de crear una sociedad nueva.Lunacharski se enfrentó a la incomprensión de los académicos, cuyo supuesto talante liberal se siente ofendido ante el intolerable espectáculo de una revolución popular y trató de evitar que el radicalismo ingenuo e idealista de los partidarios de la proletkult llevara a un imposible salto en el vacío en el terreno cultural. Terea complicada, pero titánica si tenemos presente la falta de personal cualificado, la falta de todo tipo de medios materiales, el hambre, el frío, la miseria y las destrucciones de la guerra. El héroe cultural necesito de cuatro años para conquistar las ambiciosas metas que los bolcheviques se marcaron en el terreno de la educación y de las artes: una nueva pedagogía, una enseñanza integral, un arte cuyo sujeto sea el pueblo, una cultura nueva revolucionaria y para el pueblo.
El 15 de julio de 2015 ha sido la fecha que ha marcado el milenario del fallecimiento del gran príncipe Vladímir, gracias al cual la Ru? de Kíev, y por ende Rusia en su más amplio sentido geográfico, histórico y cultural, entró en el concierto de las nac
Este libro está destinado a convertirse en objeto de deseo para todos los aerotrastornados y, en general, de cualquier persona apasionada por las máquinas volantes. A lo largo de sus páginas se despliega un abigarrado arsenal con los aparatos más extraños, sorprendentes y fascinantes de la historia de la aviación. Descubrirás algunos de los pioneros más osados, naves aéreas propulsadas a vapor, trenes de aterrizaje oruga o de colchón de aire. Volarás acompañado de los primeros pilotos que rompieron la barrera del sonido y te asombrarás al descubrir aviones propulsados por energía nuclear o dotados de alas con formas inverosímiles. Despega con este libro para explorar el ignoto universo de aquellos aviones que rompieron todas las reglas y convenciones.
Ramón J. Sender fue uno de aquellos viajeros: en 1933, invitado por la Internacional Comunista Komintern, visitó la URSS, un país que llevaba a cuestas un largo proceso revolucionario, iniciado en 1905, que no interrumpieron ni la catastrófica intervención rusa en la Gran Guerra ni la sangrienta guerra civil. Tras la muerte de Lenin, Stalin asumiría en 1924 la jefatura del Estado y presidiría la hegemonía del Partido soviético sobre todos los partidos «hermanos» de otras naciones. Sender visitará y dará cuenta de la mayor obsesión del régimen estalinista, la industrialización, que en pocos años consiguió duplicar la producción del carbón y triplicar la de acero. Pero el faro de la humanidad también ocultaba sombras a las que Sender no fue ajeno, dando noticias de los errores de planificación, las pésimas cosechas, las requisas indiscriminadas de grano o la matanza de miles de ucranianos.
Este es uno de los grandes libros producidos por la Rusia de la Revolución: que la Rusia de la Revolución estuviera a punto de no dejarlo salir ya dice mucho en su favor. Con una prosa certera, ajustada, poca amiga de excesos y redobles de tambor, el periodista Isaak Bábel consiguió, hilando estampas y relatos de su experiencia durante el conflicto entre Polonia y Rusia en 1919, producir un libro de innegable modernidad y potencia. Los jerifaltes soviéticos le afearon que no cantara la grandeza épica de la Nueva Rusia y fijara su atención a menudo en detalles que consideraban insignificantes: rostros de ancianos a los que la guerra les pasa por encima sin que sepan qué tienen que ver ellos con conflictos de fronteras, enemigos que también parecen humanos, miserias en el pelotón de soldados rusos. No es extraño que las autoridades militares soviéticas considerasen el libro de Bábel obsceno: obsceno significa lo que debe quedar fuera de la vista por ser de mal augurio. Y a eso se dedicó Bábel, con su prosa afilada, atenta a los detalles nimios, recaudando a través de sus propias experiencias personajes y situaciones con las que elaboró un espléndido artefacto que, un siglo después de acontecidas las historias que lo pueblan, sigue latiendo con la misma efervescencia. Bábel, que fue uno de los escritores a los que Gorki más protegió, consiguió que su libro saliera adelante y su éxito internacional le deparó una posición de privilegio durante algunos años. Pero ningún privilegio era lo suficientemente protector en la Rusia de Stalin si uno no estaba dispuesto a acatar todos y cada uno de los dogmas impuesto por las autoridades, tanto políticos como estéticos. Una vez que se declaró la famosa purga contra los intelectuales, Bábel supo que sus días estaban contados. Su libro tuvo que padecer un purgatorio del que acabaría saliendo muchos años después para instalarse en el centro de la literatura soviética del siglo XX como una de sus obras indispensables. J. B.
La confrontación entre las fuerzas alemanas y soviéticas en Stalingrado fue un choque titánico a una escala sin precedentes, un punto de inflexión en la Segunda Guerra Mundial y el símbolo imperecedero de su devastación, a la que se han dedicado abundantes obras. Y, sin embargo, es mucha la información que se ha malinterpretado u ocultado sobre ella, como demuestra David M. Glantz, autoridad mundial sobre el Frente del Este y el Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial. Este primer volumen de su obra magna, A las puertas de Stalingrado, respaldado por fuentes antes desconocidas o poco estudiadas, proporciona la narración definitiva de la fase de apertura la campaña. Glantz combina los informes oficiales diarios de ambos bandos para producer un texto de minucioso detalle y nuevas interpretaciones. Una crónica reveladora que inicia una tetralogía ?cuyos siguientes volúmenes describirán la encarnizada batalla por la ciudad y la exitosa contraofensiva soviética? que revisa y amplia de forma drástica nuestra comprensión de una de las campañas militares más decisivas en la historia de la humanidad. El objetivo inicial de Hitler no era Stalingado, sino sus campos petrolíferos al sur, por ello, dividió su Grupo de Ejércitos Sur en dos contingentes, uno para asegurar la ciudad en su flanco y otro para capturar dichos yacimientos. Glantz demuestra, por primera vez, que Stalin, como respuesta, exigió del Ejército Rojo que se mantuviera firme y que resistiera en lugar de retirarse, lo que condujo a los numerosos y poco conocidos combates que erosionaron de manera radical el poder de la Wehrmacht antes incluso de que llegara a Stalingrado. Y muestra que, aunque las fuerzas alemanas destruyeron en su avance a los ejércitos soviéticos de los frentes Sur y Sudoeste, resistieron su progresión con más firmeza de lo que se había supuesto hasta ahora gracias a los constantes contraataques que, finalmente, detuvieron la ofensiva alemana a las puertas de Stalingrado.
En 1941, Daniel, un joven alférez de 21 años, escribe a su hermano Albert, de 25, una serie de 33 cartas que constituyen una unidad conceptual muy clara: el proceso, lleno de incertidumbres, ilusiones y decepciones, que vive Daniel en busca de un futuro profesional y vital. Las primeras 14 cartas van de Tarragona a Manresa, lugares de residencia respectivos, hasta que las cartas empiezan a llegar desde Alemania y Rusia, porque Daniel se ha incorporado a la División Azul. Albert puede leer, entonces, fragmentos como éste: [...] estas heladas y nevadas tierras rusas, que tienen, como nos describen todos los autores, algo de ensueño, de misterio, de desolación, de tristeza, y a la vez de acogedora intimidad [ ] Hay algo de sublime en todo esto, muerto y triste, que veo todos los días.
Durante las últimas décadas hemos asistido a la muerte de una democracia que nunca llegó a serlo. Los ciudadanos rusos han estado perdiendo derechos y libertades y, desde 2012, han sufrido una represión política abierta. Mientras, en el exterior, Rusia se embarcaba en nuevos conflictos. ¿Cómo ha ocurrido esto? ¿Qué ha pasado desde que se desplomó la URSS? Para reconstruir la Rusia actual Masha Gessen se centra en las historias concretas de las personas para quienes el fin de la URSS fue el primero o uno de sus primeros recuerdos: los rusos nacidos en la década de 1980. Una generación que ha pasado toda su vida adulta en la Rusia de Vladimir Putin, y que ha visto como su país viraba de la apertura al repliegue, del diálogo con Occidente a la hostilidad. El resultado es un retrato fidedigno de la Rusia que los occidentales no alcanzan a ver, y que los rusos no pueden estudiar sin sufrir las consecuencias.
Tusquets Editores culmina con este tercer volumen la publicación de Archipiélago Gulag, la monumental obra que Alexandr Solzhenitsyn redactó, en la más absoluta clandestinidad y en circunstancias miserables, entre 1958 y 1967, a partir de sus propias vivencias y de los testimonios de sus compañeros de prisión. Su valiente y estremecedora descripción de lo que constituye el sistema penitenciario soviético y del terror ejercido contra millones de seres humanos ha convertido Archipiélago Gulag en una de las obras imprescindibles del siglo xx. Presentamos ahora la traducción completa de la edición rusa, revisada y aumentada, que, en 1980, Solzhenitsyn fijó como definitiva. En las tres partes que componen este volumen («El presidio», «El confinamiento» y «Stalin ya no está»), el autor aborda los últimos años de la dictadura de Stalin y de sus sucesores, y explica cómo ?un cuarto de siglo después de que la Revolución lo aboliera? se restableció el presidio ruso, y con él los Campos Especiales reservados para los presos políticos. Solzhenitsyn describe las evasiones, las huelgas, las revueltas heroicas que tuvieron lugar en campos soviéticos de la posguerra; el confinamiento en ellos, la otra forma de exilio, fue el método empleado por el régimen para deshacerse de los indeseables. «Los dirigentes pasan», decían, «el Archipiélago perdura.»