Nuestra celebración de la Semana Santa tiene que ser la contemplación del Misterio de Cristo, camino, verdad y vida para nosotros. Y esta contemplación nos tiene que llevar al compromiso de ser también, para nuestros hermanos, el camino que con nuestro testimonio les conduzca a Cristo, testigos de la verdad para las víctimas de la mentira institucionalizada en la corrupción, y sembradores de vida y esperanza para tantas víctimas de egoísmos e injusticias por parte de unos pocos.