El popular cambio de chaqueta que se denomina hoy transfuguismo es el ejercicio que algunos políticos practican al huir de sus partidos, alentados por otros intereses ideológicos y, sobre todo, económicos, en beneficio propio, como excusa para pasarse al partido adversario. Un deporte de hoy y de siempre. Muchos de ellos lo ocultan en sus biografías porque raro es el ciudadano que relaciona el cambio de chaqueta de personajes y cargos públicos con la evolución de sus ideas, un ejercicio que, bien hecho, no dejaría de ser un acto legítimo de libertad. No son pocos los personajes españoles, muchos de ellos de amplia relevancia enraizados en la derecha recalcitrante, que se definieron como viejos servidores de la dictadura franquista y hoy aparecen como abanderados de la izquierda más avanzada. Muchos cambiaron el azul mahón de la Falange por el rojo del puño y la rosa, y la hoz y el martillo socialistas; el Cara al sol por la Internacional; José Antonio Primo de Rivera por Lenin… Alguno de ellos pasó de ser confesor de Franco y de tomar el te con él en El Pardo, a levantar el puño con La Pasionaria. Otros, de currinches comunistas a empresarios multimillonarios; de impartir doctrina en las revistas falangistas a hacerlo en los periódicos de ETA; de la conservadora dirección de Arriba a la de El Socialista... El mismo camino siguieron prestigiosos escritores, periodistas, pensadores, artistas, empresarios y profesionales de todo pelaje, algunos de ellos autores de loas al franquismo que ruborizarían al mismísimo dictador, o personajes que «evolucionaron» hasta convertirse en referentes de la izquierda más progresista actual. Aquí se ofrecen las claves de sus cambios de chaqueta.