Tener narices, despedirse a la francesa, mojar el churro, salir del armario... El castellano rebosa de esas expresiones populares cuyo significado no tiene mucho o nada que ver con las palabras que las forman, y que se te estampan en la cabeza como postales de colores, vivas y crudas. Tras un primer recopilatorio, Con dos huevos (Astiberri, 2014), que lleva ya tres ediciones, Héloïse Guerrier y David Sánchez exploran una nueva tanda de locuciones surrealistas, desconcertantes y tronchantes a las que Quevedo hubiera recurrido sin duda para meterse con Góngora. En el plano gráfico, cada expresión viene ilustrada de manera literal. De esta forma, estas locuciones del lenguaje coloquial, formadas por términos sencillos, muchas veces vinculados con el ámbito de la comida o de la sexualidad, adquieren una poesía visual inesperada. Descontextualizadas y tomadas al pie de la letra, se tornan surrealistas, absurdas, casi inquietantes. Además, los autores indagan en el origen del lenguaje. Cada locución es descuartizada a conciencia, en un intento de descifrar su etimología, su cómo y su porqué: cuál era el uso inicial de tal locución, en qué contexto se empleaba o cómo ha ido evolucionando a lo largo del tiempo. Una manera de descubrir un idioma y sus raíces a través de sus expresiones más coloquiales. Los textos de Cagando leches están traducidos al inglés y al francés. La definición de cada locución viene traducida a ambos idiomas, ya que el lector foráneo expatriado, turista o estudiante del idioma cervantino se topa a menudo con esas expresiones hechas, esos modismos o giros idiomáticos que pueden dejarle perplejo. Y con el propósito de resaltar esa sensación de extrañeza en el descubrimiento de un idioma, haciendo eco a las ilustraciones en un juego de espejos, cada expresión también viene traducida de manera literal: to shit in the sea (cagarse en la mar), to not be a turkeys bogey (no ser moco de pavo), balls at ones tie (los cojones de corbata)
En definitiva, un glosario ilustrado dirigido tanto a los nativos que sienten curiosidad por las expresiones más surrealistas de su propio idioma, como a los extranjeros en apuros frente a tan prolífica jerga.