¿Por qué la percepción de los norteamericanos se aparta tanto de la del resto del mundo? ¿Por qué la presunción de inocencia y de rectitud es tan importante para su autoimagen? ¿Por qué el pueblo norteamericano es tan extremadamente ignorante sobre los asuntos internacionales? ¿Por qué intenta imponer su cultura como si fuera la única posible? Sardar y Wyn Davies toman estas preguntas como punto de partida para analizar, apoyándose en un recorrido por las consecuencias de la expansión económica, militar y cultural de Estados Unidos en todo el mundo, las causas que han generado un sentimiento de odio compartido fuera del país. Este sentimiento se dirige contra un sistema que impone de forma arbitraria sus valores, decidiendo en qué consiste ser civilizado, racional, desarrollado y democrático. Sin embargo, la opinión pública norteamericana está convencida de que su política exterior es siempre benefactora y humanitaria. Ni siquiera es consciente del resentimiento y la humillación que han dejado las incontables manipulaciones políticas e intervenciones armadas de su gobierno en todo el mundo. La clave para superar este odio y sus peligros está, según los autores, en Estados Unidos mismo. Los ciudadanos norteamericanos deben abrir los ojos y ver que no están viviendo en un Estado ideal, mirar hacia el exterior para conocer, pensar, aprender, escuchar y respetar las diferencias de todos los que conviven en esta Tierra. Sólo así podrán evitar que este odio siga extendiéndose, provocando una escalada de violencia aún más extrema que impida restaurar el equilibrio mundial.