Borges realizó un amplio proceso de asimilación y reescritura de textos de ciencia ficción ingleses y estadounidenses del período 1895-1950, consistente en la apropiación de estructuras argumentales. De forma paralela, esta asimilación fue deliberadamente disimulada por Borges: en sus relatos borró las marcas genéricas de los textos originales (como las novedades tecnológicas y la ambientación futurista), lo que permitió que fueran leídos, no como ciencia ficción, sino como literatura fantástica.