Beatriz Galindo fue la primera mujer conocida que se dedicó a la docencia en España. Nacida en Salamanca, oriunda de una familia de humildes hidalgos que vivía a pasos contados de las bulliciosas aulas del alma máter salmanticense, vivió su infancia y primera juventud en esta ciudad, impregnándose del espíritu universitario que había convertido su Estudio General en referencia del saber humanista de finales del siglo xv. Entre escolares y maestros alimentó su afán por aprender y enseñar. Desafiando su condición de mujer, y con tan solo dieciséis años, en un mundo acotado por hombres, consiguió el reconocimiento de sus insignes contemporáneos por su excelsa instrucción en la lengua del Lacio y que su gloria llegara a oídos de los Reyes Católicos. Maestra de Isabel la Católica al principio, y de sus hijas posteriormente, compartió con la reina los veinte postreros años de su vida en la familiaridad de su despacho y aposentos. El destino y la previsión dinástica quiso que el futuro de una buena parte de Europa pasara por la vida de sus cinco alumnas más próximas, la reina y sus cuatro hijas: Isabel de Castilla, casada con Fernando de Aragón; doña Juana, casada con Felipe el Hermoso; Catalina de Aragón, casada sucesivamente con Arturo, Príncipe de Gales, y Enrique VIII de la casa Tudor de Inglaterra, e Isabel y María, casadas con Manuel I de Portugal. Beatriz, conocida ya con el respetuoso apelativo de la Latina, contrajo matrimonio, según el deseo real, con uno de los grandes héroes del final de la Reconquista: Francisco Ramírez de Madrid, el Artillero. A su muerte dejó descendencia y fundaciones suficientes como para que su memoria perdure en Madrid se honra con su nombre al céntrico barrio donde se asentó-, a pesar de las trabas que el fuego, los saqueos de la Guerra Civil y el tiempo han puesto para esta investigación.