on bastante maestría, Cornwell ha escrito algo diferente a lo habitual, pero sin renunciar a su estilo. Es lógico que a un escritor con su éxito no le gusten los experimentos, y su novela no escapa de la estructura típica de sus obras. Pero la verdadera historia, el escenario gigantesco, es la campaña de Agincourt, que plantea con auténticas trazas de verosimilitud.