Importantes sectores de la Iglesia cristiana en el siglo XXI se han visto influenciados por el pragmatismo feroz característico de nuestra sociedad postmoderna, que deja poco hueco a las reflexiones existenciales, y se han lanzado de lleno a la predicación de un mensaje «light», un evangelismo de pantalla, más centrado en la experiencia espiritual impactante que en los fundamentos teológicos de la Palabra; como diría Martín Lutero, más basado en la teología de la gloria que en la teología de la cruz. La Iglesia cristiana necesita volver a las fuentes, recuperar la autoridad de la Palabra. Y necesita hacerlo desde una aproximación equilibrada, sin caer en el optimismo epistemológico propio de extremismos, o en el de los literalistas, que fundamentan su interpretación sobre la perfección lógica o su razón sublime afirmando que la santidad del propio texto y su perfección son suficientes para entenderlo, ni el de los críticos, que se han creído capaces de desentrañar científicamente todo el proceso de elaboración del texto bíblico, hasta dar con su mensaje más genuino; porque, sin quererlo, todos ellos trivializan la acción del Espíritu Santo que es quien arroja la verdadera luz sobre el texto. Este libro adentra al lector en los temas fundamentales de la interpretación bíblica; y lo hace con seriedad, aportando una visión de la Biblia muy esclarecedora y un enfoque que toma muy en cuenta las preguntas que el mundo postmoderno en el que nos ha tocado vivir plantea sobre la Biblia y sobre la Iglesia.