El debut de Morrissey como cantante de los Smiths, a mediados de los ochenta, supuso el descubrimiento de una nueva estrella en el firmamento musical del Reino Unido. Los Smiths destacaban por su originalidad y por la guitarra de Johnny Marr; pero, especialmente, por todo lo que Morrissey transmitía con su actitud, su voz y sus letras. Antes de esa eclosión Morrissey no era más que un joven desempleado, enamorado de la poesía y sin demasiadas expectativas de salir de su Manchester natal. En sus Memorias Morrissey nos cuenta su infancia desgraciada, su adolescencia marcada por colegios donde la ley la dictan la vara y la correa, su juventud sin rumbo y el descubrimiento, agridulce, de la música como vía de escape y, al mismo tiempo, como actividad atribulada.