En apariencia, el narrador y protagonista de 'Aún podemos ganar' es un hombre feliz. Trabaja como ejecutivo en una importante empresa de publicidad; está casado con una abogada de renombre que algún día heredará el grupo empresarial familiar; y tiene dos hijos adorables. Sin embargo, su matrimonio no funciona; acaba de perder su empleo, aunque cada mañana finja irse a la oficina; y, tal vez no por casualidad, su vivienda está infestada de abejas. En esa impostura, deambula por la ciudad y por sus recuerdos al paso de los días. Mientras, va inventando nuevos hábitos, como espiar a unas mujeres que dejan ramos de flores en una cuneta o escuchar jazz en el Midnight Special, un local que frecuentaba su hermano, muerto en accidente, de quien ahora se siente muy próximo. Un mensaje en su móvil de Georges Wheston un actor famoso que ha de protagonizar el spot más importante de su antigua agencia le abre la posibilidad de vengarse de quienes se han deshecho de él como si fuera un trasto viejo. Pero la vida, ya se sabe, es lo que nos pasa mientras hacemos planes
Con un mágico dominio de los registros narrativos, Juan José Flores nos presenta la voz de un hombre que ha vivido en un lujoso exilio de sí mismo y al que le toca reencontrarse con sus principios, descubrir la chispa de luz que ilumina, en medio de la noche, la canción del prisionero. Decía William Faulkner que la conciencia moral es el tributo que hemos de pagar a los dioses para que nos permitan soñar. Tal vez el pago de ese diezmo es lo que nos hace intuir, cuando el partido está a punto de terminar y el resultado es adverso, que aún se puede ganar, ¿o no?