Lo que conocemos como Próximo Oriente es un amplio espacio cuyos límites físicos están parcialmente definidos, pero cuyo significado en la actualidad es idéntico a inestabilidad política. Basta mencionar los estados que lo configuran: Egipto, Palestina, Israel, Jordania, Líbano, Siria, Turquía, Iraq, Irán, Afganistán, Pakistán o la India son nombres que evidencian un escenario conflictivo en los últimos setenta años. Por el contrario, si lo que se menciona es Mesopotamia (el país entre los ríos), todo cambia. Es sinónimo de civilización, de los orígenes de la misma y de la articulación de culturas diversas, muy antiguas, y que han sido y serán siempre un referente obligado en la historia de la humanidad. Es suficiente con cambiar los conceptos y nuestra imaginación viaja hacia el pasado.