Desde la mítica cima de la Acrópolis, símbolo clásico de Atenas, nuestra mirada se detiene en las verdes y pedregosas colinas de las musas y las ninfas, los restos del Ágora antigua limitada por el Areópago y la Kolonos Agoraios, el Ágora romana y la Biblioteca de Adriano, las refrescantes praderas del Iliso o el sobrecogedor barrio del Cerámico. Más allá del valor estético de estos espacios arqueológicos, las ruinas que los conforman han desafiado el paso del tiempo como testigos de una época remota que resulta esencial para comprender nuestro presente.