La primera industrialización española tuvo en Asturias un destacado protagonista, al proporcionar el combustible -carbón- y el producto básico -hierro- para los modernos procesos de mecanización. La explotación de las minas y la instalación de las fábricas fue impulsada por el Estado y emprendida con capitales nacionales y extranjeros para aprovechar los abundantes recursos de una región considerada entonces «el centro del porvenir industrial» de España. Sin embargo, esas expectativas -analiza- das por Germán Ojeda en este libro- estuvieron limitadas, primero, por la competencia de los productos europeos; después, por el desarrollo de la industria vasca; siempre, por la parvedad del mercado nacional, a pesar de los elevados aranceles y los acuerdos empresariales alcanzados desde finales del siglo pasado, que por lo demás iban a configurar el destino industrial del país a lo largo del siglo XX.