Pocos mundos tan exóticos, singulares y provocadores como el del thriller y el cine negro oriental. Las mutaciones del género en Extremo Oriente son tan variopintas, idiosincrásicas y distintas entre sí que hasta el cine yakuza japonés, aquí analizado en textos clásicos e inéditos como los de Mark Schilling o el mismísimo Paul Schrader, ha eclipsado toda una tradición de cine negro, de misterio, espionaje y suspense nipona que también se rescata en estas páginas, mientras que la India nos ha dado su colorista versión del noir, de Bollywood a un director que rompe con la propia narrativa bollywoodiense: Ram Gopal Varma. Desde Corea del Sur, Tailandia, Hong Kong o Taiwán, el género se extiende y ramifica en infinidad de estilos: del melodrama romántico criminal al cine de artes marciales; del superthriller de espionaje al minimalismo noir; del cine de acción cantones al arte y ensayo de Won Kar-wai... Reina la mezcla, lo meta-genérico y hasta lo delirante, evidenciado todo en la obra de cineastas analizados aquí como Seijun Suzuki, Park Chan-wook, Kinji Fukasaku, Johnnie To o Takashi Miike. Mientras Hollywood se hunde en el aburrimiento, Asia nos ofrece una capacidad de inventiva inagotable, que ha influido también decisivamente en la visión que de lo oriental tiene el thriller occidental, de Fu Manchu a Bruce Lee, pasando por Charlie Chan. Como si fuéramos niños otra vez quedamos tan sorprendidos ante el cine negro japonés, chino o coreano, como lo estuvimos un día ante el cine "expresionista" alemán, los clásicos hollywoodienses o los maestros de la Nouvelle Vague. Cuando críamos que ya no se podían volver a contar historias de asesinos solitarios, mujeres fatales, gángsteres, policías honestos o corruptos, espías o psicópatas, se nos cuentan de forma totalmente inesperada y sorprendente. Inocentes de nuevo, después de introducirnos en el mundo de "Asia Noir", ya no podremos mirar ni leer la Serie Negra de la misma manera.