Témoris Grecko tiene la mirada de un viajero con capacidad de sorpresa y de un igual que busca amistades locales. A veces nos divierte con buen humor y otras nos habla con profundidad periodística. Nos comunica el lado duro de África, ése que conocemos por tantos reportajes de telediario de dos minutos, pero sobre todo, nos presenta con quienes están esforzándose por cambiar su realidad, nos pone en contacto cercano con personas como nosotros que dan ejemplos de valor sin darse cuenta de ello. 'Se desposee de aquella mirada de los viajeros decimonónicos', dijo el escritor Alfredo Conde, en representación del jurado del Premio Eurostars, 'se reviste de humildad, se ríe de sí mismo y contempla en un plano de igualdad y de aprendizaje lo que está descubriendo'. Mexicano fuera del agua, el autor se llevó su tequila y sus canciones a la sabana africana para escapar de elefantes iracundos y de peligrosos cómicos callejeros; conocer las dificultades de Sudáfrica con el Sida y lo que para algunos es un racismo 'invertido'; visitar los dominios del rey playboy Mswati III; perderse en el mundo prehistórico de Ngorongoro y en la gran migración del Serengeti; y descubrir a los Kenyan Cowboys, el mercado sexual de Nairobi y la cultura swahili de la isla de Lamu.