La relación que se plantea entre lo público y lo privado depende de las características arquitectónicas que definen lo uno y envuelven lo otro. En función del uso a que destinemos a cada edificio este límite puede hacerse más difuso, incluso puede llegar el caso en que una gran serie de espacios interiores sean considerados espacio público. Sin embargo, finalmente la casa resulta ser el último refugio, la verdadera definición física de lo privado. Además de proteger a quien la habita, ya sea de las inclemencias del tiempo ya del entorno sociales, la casa se convierte en una verdadera extensión de la personalidad de sus habitantes. Dada la intimidad con la que se vive en su interior, es el espacio construido por el hombre que mayor identidad tiene. Esta intimidad está protegida de lo público por diferentes mecanismos que plantean una gradación entre una zona y otra.