Cualquier niño debería acabar el colegio con un conocimiento mayor de sí mismo y de lo que quiere y puede aportar a la sociedad. Dicho autoconocimiento se da en la medida en que los adultos que lo acompañamos somos capaces de dar respuesta a las preguntas internas que surgen en él mientras crece, respuestas que son fiables si somos ejemplo vivo de lo que decimos. Ellos necesitan que inspiremos su vida, nutriendo su parte emocional, creativa y trascendente. En estas páginas se hace un recorrido por los aspectos esenciales de esta educación integral, recogidos en el manifiesto Aprendemos todos: 20 puntos para una educación mejor. Cada niño que nace viene a renovar su entorno, a mostrarnos lo que ya hemos olvidado como adultos. Por eso, adultos y niños aprendemos unos de otros y podemos llegar a alcanzar un éxito que habla de un "ganarse la vida" más expansivo, más grande. La infancia se merece una mirada y un acompañamiento que mantenga intacta la fuerza interior y la sabiduría que cada niño trae. Porque lo que perdemos en alguno de ellos lo perdemos para todos.