Las lecciones de Kant tienen muchas veces la virtud de iluminar aspectos oscuros, controvertidos, del corpus crítico que finalmente entregó a la imprenta, en la justa medida en que constituyen buena parte de su paciente, laboriosa y –también– vacilante génesis. Es el caso de las que impartió en el semestre de invierno del curso 72-73, conocidas como Antropología Collins por el nombre de su transcriptor más temprano, y que propician una cierta lectura de la compleja doctrina kantiana de las facultades, para la que es de la mayor importancia la distinción entre el análisis crítico-trascendental de sus límites y alcance, por un lado, y el estudio pragmático-antropológico, por otro, del uso que el hombre puede de hacer de ellas en el mundo, con el que tal vez desarrolle lo que en principio son –tanto y a la vez tan poco– meras potencialidades.