Desde la sonrisa de la escultura arcaica al tormento del helenismo, pasando a través de las conquistas del estilo severo y de la Atenas de Pericles y Fidias, se multiplican templos majestuosos, esculturas memorables, espléndidas cerámicas pintadas: pero sobre todo se despliega la limpia confianza en el hombre, en la mente, en la capacidad de medir el sentimiento.