El libro propone una arqueología de la historia del arte, cuestionando sin eufemismos ni vacilaciones la visión de Erwin Panofsky sobre la “historia del arte como disciplina humanista”. Esta visión, antecedida por una tradición teórica que une a Vasari con Kant y con el mismo Panofsky, se prolonga hasta el presente, tras haberle cerrado el paso a quienes se propusieron “reinventarla”: Aby Warburg, Walter Benjamin y Carl Einstein. El libro se centra en estos tres pensadores del anacronismo, autores de obras poderosamente innovadoras. En sus textos teóricos las imágenes no toman la forma de fetiches intemporales sostenida por la estética clásica, ni la de simples crónicas figurativas como supone la crítica de arte positivista.