El ser humano es un peligro para las serpientes y para la selva y, por eso, una de ellas convoca a las víboras y a las culebras a una asamblea en la que les revela que el hombre vive en las proximidades. Con esta presentación tan a ras de suelo, Horacio Quiroga obbliga a sus lectores -grandes y chicos- a plantearse la sociedad de los seres vivos como la de una balanza que siempre se desequilibra por el lado de los humanos.