El internado de Saint-Claude -un universo cerrado y sofocante, dominado por la rígida disciplina propia de un colegio religioso- encierra un mundo paralelo, el de «las amistades particulares», que acoge ese amor entre adolescentes libre de toda norma, en que la mirada furtiva, el roce de una mano, las cartas o los encuentros secretos en el invernadero constituyen el más sagrado de todos los rituales. George, Lucien y, especialmente, Alexandre reinan por derecho propio en ese mundo frágil y delicado, que tiene en el secreto su única posibilidad de subsistencia frente a la agresión representada por la estructura del colegio, y personificada por la soberbia del director, la alineante concepción religiosa del padre Lauzon, o el equívoca comportamiento del padre Trennes. “Las amistades particulares” -obra que catapultó a Roger Peyrefitte a la fama internacional y determinó su definitivo alejamiento de la carrera diplomática- constituye una punzante crítica del fanatismo religioso y la intolerancia, al mismo tiempo que un profundo análisis psicológico de los personajes que protagonizan la novela. Todo ello, arropado por una brillante simbología que sirve de expresión al sentimiento y al amor entre dos adolescentes.